Comenzaron con el discurso de la transparencia y del advenimiento del hombre nuevo. Sin embargo, a los pocos meses, y con un asesinato de por medio, cayó por corrupción Santos Ramírez, el segundo del MAS. Luego, poco a poco, se ocultaron los asesinatos de los policías en el Chapare, con la novia de Evo, Margarita Terán, como una de las instigadoras.
Desde muy temprano, el MAS potenció al Chapare y miró hacia otro lado para no ver al narcotráfico. Más bien, se ligó a él, aumentando a 20.000 las hectáreas legales de siembra de coca. Desde el inicio, el plan era vincularse con el narcotráfico. ¿Acaso no lo hicieron Cuba y Venezuela?
Hablaron de inclusión social, pero junto al chantaje de la discriminación. Si cometían corrupción, no debían ser juzgados porque era discriminarlos. Si usaban prebendalmente el Estado, no podían ser criticados porque se “sentían” discriminados. Incluso Evo ahora usa el chantaje de la discriminación, afirmando que por ser indio el TSE lo quiere discriminar.
Muy pronto cooptaron a la “reserva moral de la sociedad”, a los movimientos sociales. Lo hicieron prebendalmente, acostumbrándolos a la corrupción. Les regalaron el Fondo de Desarrollo Indígena para corromperlos, les dieron hoteles-moteles a los sindicatos y los llenaron de autos para sus “sacrificadas” labores sindicales. Esa “reserva moral” es más corrupta que cualquier ladrón de la esquina. Los movimientos sociales y las clientelas masistas normalizaron la corrupción.
De manera paralela, el gobierno del MAS, con Evo y Arce a la cabeza, institucionalizó la mentira y el cinismo como política de Estado. Los obsecuentes del partido, ministros, viceministros, diputados y senadores entendieron que la obsecuencia era la forma idónea para escalar en el poder. Por eso declaraban a Evo como el líder planetario, diciendo que él iba a cambiar el mundo.
Fueron cómplices –Arce en primera fila– de la trata de personas y de los estupros cometidos por el Jefazo. Es más, eran los encargados de llevarle niñas para saciar la enfermedad sexual de su jefe. Las ministras y viceministras, con gran enfoque de género, le cantaban coplas machistas aplaudiendo los abusos sexuales del Jefazo.
Cuando llegaron al poder, dijeron que iban a ser austeros. Mentira. Derrocharon como nadie. Morales tomaba etiqueta negra junto a la COB, tenía helicóptero para ir de Obrajes a Plaza Murillo, varios coches blindados, decenas de guardias personales, hizo su museo propio para mostrar sus camisetas de fútbol, iba a los mundiales y hacía transmitir por la TV estatal sus partiditos de fútbol. Arce soltaba la plata para todo eso y, para no quedar atrás, hizo su ministerio con alfombras persas.
Por eso no hay que decir que su modelo económico no funciona. Eso simplemente no es modelo. Lo de lo social comunitario era pura demagogia. El MAS no piensa en la comunidad; cree en el capitalismo de Estado y en el neoliberalismo popular de los cocaleros que quieren exportar libremente cocaína, junto a sectores populares que quieren controlar el contrabando sin que se meta el Estado.
En 19 años de gobierno, entre Morales y Arce, dilapidaron 70.000 millones de dólares, se comieron las reservas internacionales de 15.000 millones de dólares, subieron la deuda externa a 13.345 millones de dólares y la deuda interna llegó a 29.827 millones de dólares. ¿Ese despilfarro irresponsable se puede llamar “modelo económico”?
No pensaron jamás en la inversión en exploración de hidrocarburos. Hicieron plantas que no funcionan, elefantes blancos, construidas para cobrar coimas. Es cierto que hicieron muchas carreteras porque ahí era fácil invertir y cobrar coimas. La corrupción y el despilfarro del boom económico que les dejaron los neoliberales fue su modelo económico.
Fueron más extractivistas que cualquier gobierno. No cuidaron el medio ambiente, lo destruyeron y atacaron a los indígenas, favoreciendo a los cocaleros. La administración pública se convirtió en el refugio de militantes mediocres, sin capacidades profesionales para administrar lo que debían dirigir. Llegó la hora de la mediocridad a la administración pública, una clientela del MAS que suma más de 500.000 funcionarios. Ese es su “modelo”, el cual ahora muestra que no hay dólares, ni diésel ni gasolina, y que hay una inflación muy alta, en especial de alimentos.
Pero no hay signos de arreglo porque el gobierno oculta la crisis con un inepto a la cabeza que sigue mintiendo y está en plena campaña electoral, hablando estupideces de una industrialización sustitutiva que fue planteada en los años 50 del siglo pasado.
En política, desarrollaron la autocracia. Eliminaron los checks and balances de la democracia. El Ejecutivo se comió a los demás poderes, incluido el electoral. Han dejado un Estado quebrado, un país quebrado. Han eliminado los valores y han sepultado la ética. En Bolivia no hay democracia, hay autocracia. El plan de Arce o Morales es convertirnos en Venezuela, en una dictadura.
Por eso son tan importantes las elecciones de agosto –si es que llegamos a ellas–. Si no peleamos por la democracia, viene la dictadura. ¿Sabe eso la oposición? Sus peleas internas nos dicen que no entendieron la gravedad del futuro. Las pocas esperanzas que hay para agosto las puede matar una oposición que no se une y que no entiende que la dictadura está muy cercana.