En 2003, Gonzalo Sánchez de Lozada fue forzado a renunciar. Las movilizaciones sociales no fueron inocentes, querían echarlo del poder. El Mallku dijo expresamente que se rebelaron y que gente del gobierno fue emboscada en Warisata para voltear al gobierno. Las movilizaciones en El Alto tampoco fueron inocentes, el objetivo era claro: echar al presidente. La torpeza de la represión jugó en favor del plan de Evo Morales, del MAS y de los insurrectos.
¿Se habló de golpe de Estado? No. La narrativa en 2003 y después, recogiendo ese suceso, nunca habló de golpe de Estado. La narrativa solo se remitió a la masacre de los movimientos sociales.
En 2019 hubo un fraude electoral montado por Morales con la ayuda de las izquierdas internacionales, con manipulación informática de grupos de la izquierda mexicana y la ayuda de los miembros del Tribunal Electoral. Ese fraude fue probado en Bolivia y también por la OEA. La reacción ante el fraude vino de parte de las mujeres, de los jóvenes y hasta de los niños. Todos, al unísono, salieron a las calles a defender su voto, a cuidar la democracia avasallada por un candidato que había violado la Constitución en innumerables ocasiones.
El cobarde trazó su estrategia: renunciar a la presidencia, obligando a las autoridades del Senado y de Diputados para que renuncien y se genere un vacío de poder. El cálculo de Morales y García Linera era que el pueblo los llamaría a retornar para que retomen el gobierno. Nadie los llamó y se produjo la sucesión constitucional. El cobarde huyó derramando lágrimas compartidas con García Linera. Que quede claro: renunció y huyó cobardemente, porque eso es Morales, un cobarde.
El Grupo de Puebla, desde López Obrador, Cristina Kirchner y otros líderes populistas, junto al MAS, crearon la narrativa de golpe de Estado para tapar la renuncia de Morales y su huida vergonzante. Hasta hoy los masistas se ocultan con la narrativa de golpe de Estado, cuando bien sabemos que hubo fraude electoral, renuncia de Morales y huida del mismo.
La crisis económica, social, política y moral actual tiene responsables: Evo Morales, Luis Arce, Andrónico Rodríguez y todo el MAS. Sí, todas las fracciones del MAS son responsables de la tragedia económica y política que vive hoy Bolivia.
Dilapidaron cerca de 80.000 millones de dólares, destruyeron YPFB, no hicieron inversión en exploración, nos dejaron sin gas, se comieron todas las reservas internacionales, robaron a diestra y siniestra. La corrupción se volvió una política de Estado, corrompieron a todas las dirigencias de los movimientos sociales que cogobernaron con el MAS.
La llamada “reserva moral de la sociedad” devino en grupos hundidos moralmente por la corrupción. El MAS generó nuevas élites económicas, basadas en la corrupción, el contrabando, la explotación ilegal de minerales, la destrucción del medio ambiente y los nexos con el narcotráfico. El extremo de todo esto es que Arce critica a Morales por defender a los narcos del Chapare, y Morales critica a Arce por defender a los narcos de otros sitios. Uno y otro están tocados por el narcotráfico. El Chapare es un Estado dentro del Estado dominado por el narcotráfico.
Arce resultó ser un inútil para gobernar. Profundizó la crisis que dejó Morales. Le dicen Tilín por inútil, pero resultó ser siniestro en política pues destruyó a su exjefe, le quitó la sigla del MAS, sacó a flote las denuncias de estupro. Por eso el pedófilo quiere destruir a Arce y este quiere sepultar a Morales.
Pero los dos tienen algo en común: quieren que en el futuro la impunidad los cubra de todos los robos y corruptelas que cometieron, así como de las violaciones de derechos humanos y ejecuciones extrajudiciales de las cuales son responsables. Morales, desde el 21F, está inhabilitado para ser candidato a la presidencia, pero este enfermo de poder, este psicópata, trata de forzar su candidatura.
Sí, a la fuerza pretende candidatear. Lo hace con el pretexto de ser representante de los pobres, de los sectores sociales indígenas, cuando en realidad representa a los cocaleros y narcotraficantes del Chapare. Los dineros de estos pagan sus movilizaciones. El temor moviliza a la gente del valle para que no les quiten sus chacos y su negocio de la coca. El cobarde, encerrado en ese lugar, manda a que otros hagan lo que su cobardía no puede hacer.
Sí, Morales quiere desestabilizar a Arce, quiere que haya un golpe de Estado. No mueve a la gente por defenderla de la crisis económica y del desabastecimiento de alimentos. No, lo hace porque quiere ser habilitado para ser candidato o directamente para golpear y ser gobernante de facto. Ese es su plan. Así, el enfermo de poder recupera la presidencia y mantiene su impunidad.
¿Arce se defiende? No sabemos si lo hace. En este juego no solo está presente el estuprador, Arce y Andrónico. No, están jugando venezolanos, cubanos, el Grupo de Puebla y el apoyo de la izquierda española, con Zapatero a la cabeza.
Arce también quiere impunidad. Podría jugar a defenderse de Morales, de su golpe de Estado, pero actuando de manera siniestra, también quedaría indemne si lo derrocan y aparece como víctima de un golpe de Estado. Esa sería una salida honorable para su desgobierno. Otra vez aparece la narrativa del golpe de Estado que maneja muy bien el MAS.
Morales y Arce quieren impunidad, por eso ambos no quieren elecciones. Los datos preelectorales muestran que la oposición podría ganar la presidencia, a pesar de estar desunida. Eso teme el MAS. Asusta a todas sus fracciones, incluido el insípido Andrónico.
Desear elecciones no implica defender a Arce de los intentos de Morales de golpe de Estado. Simplemente implica abrir los cauces de la recuperación de la democracia, iniciar un proceso de reconstrucción de la economía y, ante todo, evitar la impunidad en el país.