Al llegar al primer cuarto del siglo XXI, la idea de lo nacional popular no está clara como cuando la enunciaban los escritos de La Calle, en los años 40 del siglo XX (Augusto Céspedes, Carlos Montenegro, Walter Guevara Arze, José Antonio Arze, Arturo Borda). Tampoco tiene la claridad que poseía en los años previos a la Revolución de 1952. En esos tiempos no precisaba mucha explicación. Se lo sentía como una emoción más que como un concepto claramente definido. Su contenido, podría decirse, aludía al pueblo, (aunque éste es difuso y no siempre fue bien definido), aludía a los de abajo (Mariano Azuela : Los de Abajo), a los vulnerables, pobres, discriminados, obreros-proletarios, campesinos. En los cuarenta y cincuenta del siglo XX no se hablaba de los indígenas ni de los pueblos originarios.
Siguiendo la idea del nacionalismo que oponía la nación a la anti nación; o al pueblo contra la aristocracia, pueblo contra la oligarquía, puede afirmarse que lo nacional popular era algo (conceptual o emocional) que se oponía a la aristocracia y a la oligarquía. Para 1940 o 1950 lo nacional popular era una vaguedad “muy concreta”, palpable. Rene Zavaleta Mercado, en su texto sobre La formación de la conciencia nacional (1967) formula interesantes ideas sobre la nación, pero tampoco logra definir con precisión lo nacional popular, y conste que él mismo, en su exilio de México, en los años 70 del siglo pasado, se definía como nacional popular.
En conclusión, es un “concepto” muy difuso, gelatinoso, habrá quienes le quiten el estatuto de concepto preciso y lo dejen solo como un sentimiento.
Pasaron más de 70 años de la Revolución de 1952, pero se hundió a los 12 años, desde que el MNR subió el poder. Transcurren 20 años del proceso de cambio de un nacionalismo revolucionario indigenista, y en 2025 nos hallamos en un momento histórico, en el que también dicho proceso se hunde.
Desde 1952 hasta el presente han existido grandes cambios demográficos en el país. En 2025, prácticamente un 75% de la población es urbana. De acuerdo datos censales y no censales, la mayoría de la población no se autopercibe como indígena, solamente en el censo de 2001, por un falseamiento deliberado en la boleta censal, la mayoría se declaró que se identificaba con algún pueblo originario. Es que en tal censo las preguntas obligaban a los bolivianos a anotarse en uno de los cinco pueblos originarios que mostraba la boleta censal; no había la posibilidad de anotares como mestizo o boliviano.
El proletariado o la clase obrera casi ha desaparecido, en especial después de 1985. Pero en realidad la clase obrera nunca fue muy grande. En la actualidad el 85% del empleo es informal.
¿Podemos decir que hoy existe aristocracia o oligarquía? Quizás la hay. Algunos grupos empresariales, en especial cruceña, los grupos bancarios, unas pocas casas importadoras podrían ser el saldo de la oligarquía tradicional. A estos grupos, con el proceso de cambio, se suman otras nuevas oligarquías: los cooperativistas mineros (su cúpula de los que fungen como empresarios), cocaleros ligados al narcotráfico, transportistas, varios sectores de contrabandistas, dueños de grandes ferreterías, elites políticas, oligarquías sindicales y masistas que se han enriquecido con la corrupción del MAS.
Así entonces ¿Hay oligarquías tradicionales y otras nuevas? ¿Estas últimas pueden ser catalogadas como nacional popular? ¿Están dentro de lo que de manera difusa se denomina bloque popular?
A 70 años de la Revolución de 1952 lo nacional popular no parece ser lo fue en esos tiempos, si en esos años había claridad sobre lo que era. Lo mismo no sucede hoy, pues lo “popular” ha cambiado mucho. Es difícil definirlo solo con base en ideas identitarias que el MAS agitó mucho en 20 años de gobierno y que ahora se van diluyendo o debilitando. Más todavía porque en 2025 estamos en un país en el que la población es mayoritariamente mestiza.
Tampoco los conceptos de clase facilitan la tarea, máxime en un país donde casi no hay proletarios y el empleo informal supera el 85%, asimismo, los indicadores de pobreza no ayudan mucho en esta tarea en un país, que medido por esos indicadores explicaba que más del 50% de la población era de clases medias, cifra que disminuirá por la crisis económica que vive el país.
Así pue el “concepto” de lo nacional popular requiere ser reinterpretado y ser redefinido. Muchos más todavía, la idea difusa de “bloque popular”.
El MAS se siente propietario de lo popular, del bloque popular. ¿Es que Unidad Nacional no representa a miles de miles de pobres, de emprendedores “populares” (no adinerados), a miles de gremiales? ¿Los grupos dirigidos por Manfred Reyes Villa y Rodrigo Paz no representarán a buena parte de pobres, de sectores vulnerables de la sociedad, a campesinos desligados del MAS?
¿Hasta la Alianza Libre de Tuto Quiroga no representará a algunos grupos que hacen parte de ninguna oligarquía, como muchos asalariados pobres? Pareciera muy fácil decir que los indígenas (no los campesinos) deberían hacer parte de los sectores populares, pero ¿El MAS los representa? Con seguridad que no, pues en 20 años les ha quitado tierras, los ha reprimido en Chaparina, los ha hecho avasallar con los cocaleros, mal llamados interculturales.
Hay un olvido muy grande de la oposición por trabajar y representar a lo “popular”. Por descarte lo dejan en manos del MAS, cuando eso analíticamente y de manera práctica es un error.
El MAS, durante 20 años de gobierno ha vuelto a impulsar la lógica política amigo-enemigo. A este último hay que destruirlo, eliminarlo. Al MAS le sirvieron las polarizaciones para mantenerse en el poder y “destruir” a los enemigos. Se ocupó de poner en la silla de los enemigos a los q´aras, enemigos de t’aras; a la derecha, por enemiga de la izquierda; al imperio que destruye a la nación; a los cambas por enemigos de los collas; a los ricos por enemigos de los pobres; a los neoliberales, por enemigos del proceso de cambio.
Pero, la paradoja de la historia es que los cocaleros son profundamente neoliberales, los campesinos son también neoliberales, los cooperativistas mineros lo son, los gremiales y los transportistas son neoliberales. Todos ellos no quieren que el Estado interfiera en sus negocios. Al Estado solo lo quieren para que les dé alguna granjería. Es que en Bolivia hay un amplio neoliberalismo “popular” conformado por todos esos grupos, con las burguesías cholas en las cúspides de dichos sectores sociales.
Así pues, no solo la nebulosa del “bloque popular” debe ser aclarada, sino también muchos otros fenómenos sociales que requieren una mejor lectura analítica. No redefino lo nacional popular, ni al mal llamado “bloque popular”; solo entiendo que hay que repensarlos. No solo por interés académico, sino también porque tiene importancia política.