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Pluri Multi | 03/02/2025

El escepticismo sobre la unidad

Carlos Toranzo Roca
Carlos Toranzo Roca

Creo que los bolivianos, en especial los del occidente, estamos más cerca del pesimismo que del optimismo. Sin embargo, tanto en el oriente como entre los collas compartimos el escepticismo sobre la política y lo que hacen los políticos. La conducta de la mayoría de estos, durante décadas, ha orillado a los bolivianos a desconfiar de lo que hacen, a dudar de sus actos. Pero, aunque eso es evidente, debemos reconocer que, sin política y sin políticos, no hay cambios.

Por eso, es equivocada la postura de la antipolítica. Lo que necesitamos es política y políticos cuya actividad sea la labor de servicio público, de búsqueda de mejores horizontes para el país. Pareciera que esto es pedir peras al olmo, pero eso es lo que reclama la gente de quienes hacen política; la ciudadanía está cansada de los políticos que solo buscan el acomodo personal, el beneficio particular o el manejo prebendal del Estado si llegan a la cúspide de este. Requerimos política como servicio público.

Casi 19 años de gobierno del MAS no solo han llevado a la economía al desastre, al hundimiento y a la presencia más grande de los cárteles del narcotráfico, sino también a la existencia de republiquetas como la del Chapare, donde el Estado no está presente. Peor que todo eso, ambos gobiernos del MAS han conducido al país a una profunda crisis moral y ética, pues se ha normalizado la corrupción y el cinismo como política de Estado. Nos han llevado a que buena parte de la población no critique el estupro, sino que más bien lo aplauda o lo defienda con bloqueos para eliminar la culpabilidad de quien ha hecho trata de personas, de menores de edad. Nos han hecho entender que la movilidad social no pasa por la formación profesional, sino por la militancia en el partido de gobierno. Han demostrado que la “reserva moral de la sociedad”, los movimientos sociales, son más corruptos que cualquier policía prebendal.

El MAS ha suprimido la meritocracia en la administración pública, reemplazándola por la obsecuencia partidaria sin formación profesional. La crisis moral y ética del Estado, del gobierno, de sus líderes y funcionarios es inocultable. No es posible tener otro país si esto sigue de esa manera.

Buena parte de la población entiende que la crisis económica, política, social y moral es profunda; justamente por eso habría una pequeña ventana de oportunidad para cambiar las cosas. Por eso, algunos creen que Manfred Villa es una opción alternativa, algunos grupos religiosos piensan que esa tarea la puede comenzar Chi, y muchos otros creen que un frente de unidad podría ser una opción para cambiar las cosas. Pero la gente tiene memoria. Hay quienes explican que en el pasado inmediato se han ensayado alianzas electorales en 2005, 2009, 2014, 2019 y 2020, pero todas ellas se han disuelto muy rápidamente. Ese dato de la historia aumenta el escepticismo sobre los ensayos de unidad.

¿Por qué ahora debería ocurrir algo diferente? Quizás la gravedad de la crisis, ante todo ética y moral, debería ser el elemento fundamental para que cambie en algo la conducta, en especial de los que están unidos o se quieren unir. Por de pronto, el bloque de unidad que junta a seis líderes políticos está unido con chicle, sin que nada garantice que los que lo conforman no romperán esa unidad inicial. Hay signos, más bien, que indican que uno u otro puede romper esa frágil unidad. Si lo que preocupa a buena parte de la sociedad es la crisis moral a la que llevó el MAS, ese frente de unidad está obligado, si quiere existir y subsistir, a actuar con ética, es decir, que cada miembro del frente esté obligado y convencido de que no debe romper la unidad. Sin ese mensaje a la población, no serán creíbles, serán más de lo mismo que la sociedad detesta.

Pero, ¿la profundidad de la crisis exige solo un frente electoral? Hasta ahora, ese bloque solo habla de elegir al candidato y dice que utilizará un método transparente para hacerlo. ¿Será así? Aunque así fuere, no basta. Deben decir colectivamente qué quieren hacer, cómo enfrentarán las diversas crisis que sufre el país. Deberían decirnos también cómo elegirán a sus probables candidatos a vicepresidente, senadores y diputados. Deben aclarar si solo se unirán para el 17 de agosto de este año o explicar si quieren hacer un frente político que es más que un frente electoral.

Muchos recuerdan al Frente Amplio de Uruguay o a la Concertación de Chile, que no se quedaron en frentes electorales coyunturales. Ese bloque de unidad debe explicitar qué harán en las próximas elecciones y después de ellas. Si solo se unen para el 17 de agosto, en dos meses sus bancadas parlamentarias se dispersarán y pueden ser cooptadas por otros. Sin ir más lejos, la experiencia de Comunidad Ciudadana y Creemos es aleccionadora; ellas quedaron prácticamente disueltas.

El país, los bolivianos, quieren saber qué hará ese frente de unidad en la economía, en la política, en lo social. Está claro que la gente no quiere que le expliquen un programa de gobierno detallado aunque tienen que confeccionarlo–, no. La población necesita saber qué ideas fuerza tienen esos coaligados para saber si los siguen o toman otra opción electoral. La mayoría de los hoy unidos hizo mucho tiempo política, ahora tienen una labor crucial: iniciar el trabajo para conducir a Bolivia a una transición hacia una situación democrática. Para eso, deben demostrar que tienen una conducta ética; si no lo hacen, pasarán a la historia con el desprecio de toda la población.



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