En una de sus dinámicas de stand-up, el comediante estadounidense Jeff Arcuri le pregunta a un participante por su origen, y este menciona que es boliviano. El comediante se muestra un poco atónito (al parecer por no saber dónde queda Bolivia), y de pronto, alguien del público grita: “I’ve never met another Bolivian” (“Nunca he conocido a otro boliviano”). Arcuri responde con humor: “Unboliviable”, jugando con la palabra unbelievable, que significa increíble.
Y sí, encontrar a un boliviano en el extranjero puede ser un poco increíble. A menos que te encuentres en enclaves de migración boliviana, como Argentina o Virginia, en EEUU, es difícil hallar a varios bolivianos reunidos en un mismo lugar. Con poco más de 11 millones de habitantes, Bolivia representa aproximadamente el 0,14% de la población mundial, que supera los 8.000 millones de personas. Según datos recientes, 1,8 millones de bolivianos viven en el extranjero, así que, en términos estadísticos, no es sorprendente que toparse con otro boliviano sea una rareza.
Sin embargo, la comunidad internacional de bolivianos, como muchas otras diásporas en el mundo, busca maneras de crear vínculos de apoyo y solidaridad. Tal es el caso del American Bolivian Collective (ABC).
Así como las redes sociales me llevaron a descubrir el stand-up de Jeff Arcuri, también me hicieron conocer el ABC, un proyecto que se está convirtiendo en un espacio de comunidad digital para quienes se identifican, en distintas formas, con la nacionalidad boliviana en Estados Unidos. La página de Instagram del colectivo lo describe así: “Where we observe and amplify Bolivian stories in the diaspora” (“Donde observamos y amplificamos historias bolivianas en la diáspora”).
Este esfuerzo, liderado por Charlene Amini, es una iniciativa que promueve desde negocios de comida boliviana en EE.UU. hasta información sobre cómo traer mascotas desde Bolivia o cómo participar en el Carnaval de Oruro. En resumen, todo lo que tenga que ver con Bolivia.
La migración es un tema complejo en el actual contexto político de EEUU y es innegable que la sensibilidad hacia este fenómeno ha aumentado, especialmente en las comunidades latinas. En este sentido, espacios como el ABC ayudan a compartir recursos e información relevante para la diáspora. La existencia de organizaciones que promueven un sentido de pertenencia más allá de las fronteras nacionales es un gran apoyo para muchos.
Según la página del colectivo, este proyecto inició en 2019 con el objetivo de “expandir el entendimiento y la conexión de la diáspora boliviana en Estados Unidos”. Y su impacto no se ha quedado solo en lo digital: ahora cuentan con la beca “Janett Adams”, que otorga 1.500 dólares para empoderar a bolivianos-americanos en sus respectivos campos profesionales.
En esta columna nos caracterizamos por generar insumos para reflexionar sobre la bolivianidad. ¿Qué nos une? ¿Qué nos separa? Hemos hablado de la importancia de reconocer nuestras diferencias étnico-raciales, pero también de cómo pequeños detalles, como picar finito o granear el arroz y el fideo, nos conectan.
Al pensar en el proyecto ABC, me pregunté de nuevo hasta qué punto debemos reflexionar sobre Bolivia y su futuro en este difícil año electoral. No hemos tenido precisamente “fiestas democráticas” en los últimos comicios; al contrario, hemos transitado procesos marcados por el desencanto. En un escenario de crisis económica, la política puede parecer una solución difícil de creer. Para algunos, la idea de que Bolivia mejore su situación suena “increíble”. Pero, al final, algo de fe debemos tener. De seguro algo de increíble tenemos: algo de unbelievable y, por qué no, algo de unboliviable también.
Daniel Mollericona estudia un doctorado en sociología en la Universidad de Yale.