Tengo la fortuna de no requerir ir a un supermercado muy seguido. Una o dos veces al mes. No tengo costumbre de amargar mis días siguiendo noticieros, pero sí tengo entendido que los precios van subiendo a medida que el peso boliviano sigue devaluándose.
Pero mi última visita por algunos insumos me dejó helada al pasar por los pasillos. Menos mal mi alimentación tiene menos del 40% de productos procesados, porque de lo contrario debería ser millonaria.
Pero la situación me recuerda a mi niñez, la terrible inflación de los 80. Las colas para cualquier alimento era lo usual. Y generalmente hay varios sectores de la población que sufren más ante este tipo de aumento de precios y escasez de productos.
Muchos bebés, por ejemplo, no pueden ser amamantados con la leche materna por diversas razones. Se debe acudir a fórmulas específicas, que tampoco se fabrican en el país. Entonces, no hay disponibilidad y si se llega encontrar algunas disponibles, el precio es algo que muchas familias no pueden considerar.
Entre otras noticias inverosímiles que alcancé a escuchar está el tema del pan en Tarija. Entre escasez o desaparición del pan, hasta un costo de dos bolivianos por unidad y la “solución” de importar a vaya a saber qié precio. Lamentablemente, no es una solución real.
Las caseras están preocupadas porque el aceite tiene un precio muy elevado. Uno les consulta sobre la razón de que se haya vuelto un artículo de primera necesidad y resulta que es usado a diario en muchos hogares, en los que el arroz y el fideo se tuestan. Pero no debería ser costumbre comer ambos a la vez.
Y luego conocí anuncio de que se contempla importar carne de Argentina. Quedé sorprendida. Se prohíbe exportar a productores de carne bajo el pretexto de que se tiene que asegurar para el consumo interno. Sin embargo ¿quién controla las fronteras? Cual si todos fuéramos ingenuos se toman medidas triviales con productores, pero se hace caso omiso a los que realizan contrabando de carne, huevo, arroz, aceite, gas y la lista puede extenderse más.
Para complementar, están los de la viveza criolla, que a río revuelto aprovechan para ocultar, vender a mayor precio y generar especulación. Vaya que hay mucha humanidad quebrada donde mejor afectar a otros y beneficiarse de la situación. Es preocupante que en algunos sectores de la sociedad boliviana aún falte mayor solidaridad.
Una parte significativa del electorado apostó en 2005 por un proyecto político que prometía cambios profundos, cuyos resultados hoy generan esta situación crítica. Bajo la nueva Constitución Política del Estado del 2009, el Estado tiene la obligación de garantizar una alimentación sana, adecuada y suficiente para toda la población.
Este derecho supuestamente debería llevarse adelante, a través de leyes y decretos que promueven la producción agropecuaria nacional, el acceso a alimentos saludables y la promoción de hábitos de consumo saludable. Muchas familias, si logran llegar a fin de año con una alimentación saludable, será realmente un milagro.
Mientras tanto, tenemos que soportar el espectáculo que gira en torno a las elecciones generales y una ingenuidad colectiva, donde muchos creen que esta actividad democrática será la solución. Lamento no ser tan exitista como muchos, pero al ver los perfiles de candidatos y tratar de entender los supuestos planes de gobierno que tienen, solo encuentro desolación y falta de planificación real. Dios tenga piedad de nosotros y que podamos llegar a fin de año. Y por favor, sea responsable con su voto.