La apuesta regional que impulsa el Grupo de Bioinnovación del Sur Global (Bigsur) desde la Dirección Nacional de Bioeconomía (DNB) de Argentina instala una estrategia con objetivos claros y una visión ambiciosa: integrar ciencia, regulación y cooperación entre Hispanoamérica, África y el Sudeste Asiático, fortaleciendo la innovación para responder de manera efectiva a desafíos globales con soluciones que nacen y se adaptan a las realidades propias de nuestras regiones.
Bigsur busca activamente armonizar las regulaciones sobre biotecnologías innovadoras, en especial aquellas relacionadas con la edición génica, un tema que en la mayoría de los países del Sur Global sigue siendo fragmentado, incierto y, en ocasiones, restrictivo. Este espacio no se limita únicamente a impulsar la investigación en abstracto; por el contrario, ofrece capacitaciones concretas y especializadas para que los reguladores y funcionarios tomen decisiones informadas, basadas rigurosamente en evidencia científica.
Además, promueve el establecimiento de acuerdos técnicos y consensos regulatorios que faciliten la innovación, el comercio justo y el desarrollo tecnológico, todo ello con normativas adaptadas a nuestra propia realidad. Un claro ejemplo de esta adaptabilidad es la postura, ya adoptada en varios países de la región, de no calificar los productos derivados de edición génica que no incorporan ADN foráneo como Organismos Genéticamente Modificados (OGM), una distinción crucial que fomenta el avance sin estigmas innecesarios.
Con acciones tangibles y programas de capacitación bien definidos, Bigsur contribuye directamente a la consecución de objetivos de importancia global, como garantizar la seguridad alimentaria en un mundo con poblaciones crecientes y afectados por la variabilidad climática, y asegurar la conservación de la biodiversidad, un patrimonio invaluable para la humanidad. Esta iniciativa demuestra de manera contundente que el Sur Global posee la capacidad intelectual, los recursos humanos y la voluntad política para incidir significativamente en la agenda científica y tecnológica mundial.
Aunque lamentablemente Bolivia estuvo ausente en las reuniones fundacionales clave, tanto en Buenos Aires como en Nairobi es evidente que nuestra participación en este foro estratégico no es solo deseable, sino absolutamente indispensable. Bolivia no puede permitirse quedar al margen de discusiones que, sin lugar a dudas, definirán el futuro de la biotecnología y la regulación científica, no solo en nuestra región inmediata, sino también en el ámbito global.
Bolivia necesita integrar este grupo de manera proactiva y urgente; no solo para avanzar en la adaptación y modernización de su marco legal en biotecnología y el desarrollo de soluciones propias y pertinentes a sus necesidades, sino también para conectar con redes de conocimiento de vanguardia, acceder a oportunidades de cooperación técnica y potenciar la capacidad de su biotecnología nacional frente a los desafíos compartidos que enfrentamos en la era actual.
Bigsur llega con un sentido estratégico claro y un impacto potencial inmenso. La integración de Bolivia en este esfuerzo colectivo no es simplemente una opción, sino una necesidad imperante para fortalecer nuestra capacidad científica y tecnológica, y para evitar quedar relegados en un proceso que, sin duda, marcará el rumbo de la región en las próximas décadas.
Participar activamente en Bigsur nos brindaría la oportunidad de aprender de las experiencias de otros países, compartir nuestros avances y asegurar que los beneficios de la biotecnología sean accesibles y equitativos para todos los bolivianos. Es un paso fundamental hacia un futuro más innovador y sostenible.