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El Tejo | 06/07/2025

No dejemos que "panda el cúnico"

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

La última encuesta autorizada por el Órgano Electoral Plurinacional (OEP) ha generado pánico en las diferentes expresiones políticas que no alcanzan las adhesiones que pretenden. Y como el pánico no es un buen consejero, el derrotero que están siguiendo es muy peligroso, para ellas mismas y la democracia en el país.

Es que, en un lado, se ha mostrado en los hechos que aquello de la “unidad” de los opositores al MAS alrededor del que estuviera en un primer lugar de preferencia electoral era un “slogan” (así, en inglés, para que los que buscan volver “sexi” al Estado puedan entender).

En las tres encuestas aprobadas por el OEP divulgadas, la preferencia electoral es encabezada por Samuel Doria Medina, por lo que correspondería, a quienes juraron respetar ese puesto, adherirse a su candidatura. Pero no. Ahora resulta que, de acuerdo a declaraciones y “fake news” de sus adversarios, todas las encuestas y los medios que las difundieron habrían sido pagadas por Doria Medina y no valen.

Además, algunos analistas, pese a la tendencia señalada, sostienen que deberían no más unirse los opositores al MAS, y no sé con qué autoridad exigen desprendimiento para alcanzar ese objetivo, en una generalización que esconde mal su deseo de que sea otro el candidato de las oposiciones y no Doria Medina.

Es un mal síntoma que, pese a la cantinflesca e irresponsable actuación de un referente liberal radical como Jaime Dunn, se lo trate de posicionar como un mesías incomprendido. Con ello demuestran que para los populismos autoritarios, de izquierda o derecha, el objetivo es tomar el poder a como dé lugar para su propio beneficio. Así, como el MAS creyó que a partir de 2006 se tomaría revancha por los más de “500 años de exclusión”. Ahora son los populistas de derecha quienes parecen pretender resarcirse de los 20 años de alejamiento del poder.

Desde la otra acera, la proliferación de siglas y candidatos en el campo del populismo de izquierda, hasta el 2020 copado por el MAS y Evo Morales, muestra que su ciclo ha terminado y aún no son capaces de diseñar una visión de país que seduzca nuevamente a la ciudadanía, como lo hicieron a principios de siglo.

Las declaraciones de sus dirigentes y candidatos dan cuenta de que su interés es pasar el vendaval que atraviesan. Pero están divididos, aunque algunos analistas sostienen que el tema de la división del MAS es una mefistofélica estrategia del Socialismo del Siglo XXI para distraer a las propuestas democráticas y del populismo de derecha, y que, llegado el momento, se unirán monolíticamente. Disiento de esa posición. Creo que están divididos y sólo con mucho esfuerzo, presión y la ayudita de sus adversarios, alguno de sus candidatos, probablemente Andrónico Rodríguez podría pasar a una segunda vuelta.

En ese escenario, se hace cada vez más recurrente el uso de la guerra sucia y la difusión de información falsa (que no son lo mismo) con un tono de creciente beligerancia, lo que, obviamente, afecta al proceso electoral.

Es importante diferenciar entre guerra sucia e información falsa. La primera, utilizada desde siempre, significa difundir información “secreta”, que normalmente es parte de la “vida privada”, del adversario. Es, sin duda un recurso bajo, más aún porque, además, se trata de una información que no tiene relevancia en relación a la candidatura como tal.

Información falsa, en cambio, es la difusión, fundamentalmente a través de las redes sociales, de mentiras que se sabe que son tales, en contra de un adversario y normalmente con el amparo del anonimato.

La diferencia no es baladí. Un candidato, hombre y mujer, puede contrarrestar la guerra sucia; lo que es muy difícil en el caso de la información falsa, pues no hay mayor defensa, por las características señaladas, lo que degrada el debate y la plural confrontación de ideas y propuestas.

En este sentido, en la necesaria construcción de un Estado democrático habrá que sentar algunos precedentes para eliminar la idea de que cualquier recurso es válido para conquistar el poder, y eso significa que la sociedad y la justica sancionen moral y penalmente a quienes lo hacen. Esto será más urgente aún si no se puede desechar la posibilidad de que quienes no alcancen los resultados que esperan obtener en las elecciones del próximo 17 de agosto, caigan en la tentación de desconocerlos y, de esa manera, continuar la obra del MAS de destrucción de la democracia

Sin embargo y sin negar que aún puede haber sorpresas, es posible creer que las cartas ya están echadas. Sólo cabe rogar que “no panda el cúnico”, el proceso electoral termine en forma exitosa y que a partir de noviembre sepamos responder el desafío de recuperar y consolidar la democracia, en este mundo que cambia a pasos agigantados…

Juan Cristóbal Soruco es periodista.



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