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Columna de columnas | 17/03/2025

El Alucinado

César Rojas Ríos
César Rojas Ríos

En Bolivia tenemos un Alucinado instalado en el mismo Palacio de Gobierno. Una verdadera curiosidad universal: lleva la huella de un yo, de un yo del que todo emana y en el que todo acaba. Un yo moldeado y templado no por el sano realismo y la acreditada razón, sino en la ficción y el deseo ardiente. En la soberanía de lo arbitrario. Ahí habita y desde ese reducto denso esparce desgracias sin nombre y sin consideración alguna con un pueblo que encarna el mito de Sísifo, tal vez como ningún otro, en estas tierras hechizadas por la utopía.

El esclarecedor libro del constitucionalista y escritor colombiano Mauricio García Villegas (MGV), El viejo malestar del nuevo mundo (2023), ayuda a entender nuestro singular drama nacional. Digno de Esquilo, Sófocles o Eurípides, pero indigno de un pueblo que vive girando en la rueda del infortunio exactamente desde el día de su ardiente nacimiento.

¿Qué plantea MGV con su pluma rebosante de claridades, tan necesarias en un país como el nuestro, donde las sombras desfilan en una procesión siniestra? En América Latina (o sea, también en Bolivia) tenemos la indeclinable tentación del “delirio barroco”, que “alude a un estado de la conciencia en la que no es claro si lo que se vive es un sueño o es real, si es imaginación o percepción, locura o cordura”. El “sujeto barroco” es un alucinado que, en lugar de ver para creer; no busca la verdad, toma más bien de la realidad aquello que lo corrobora y lo demás sencillamente es ignorado. Lo que cuenta, lo que realmente cuenta para él, es la determinación de los propósitos y la nobleza que encarna la utopía que le enciende la imaginación y el corazón.

“¿Qué es la vida?”, uno podría preguntarle al presidente Luis Arce. Y tal vez como Segismundo en La vida es sueño, respondería: “Un frenesí”. Y sí, el frenesí barroco de la industrialización por sustitución de importaciones. Una quimera, que cristalizada en un sinfín de empresas (fallidas), están resultando en un despropósito de cara a las cuentas nacionales. Pero el presidente insiste y persiste en la “nobleza de su propósito”, así la realidad le muestre y demuestre, una y otra vez, como un sonsonete, que se han convertido en un agujero negro de las finanzas públicas. “Fervor utópico”, en este agujero negro estamos metidos los bolivianos por obra de nuestro Alucinado.

Los problemas van in crescendo, mientras las soluciones in decrescendo acaban en paliativos esmirriados. La realidad palidece ante un delirio abrigado en el confort del Palacio. Un poder sin capacidad de poder darle la vuelta a las circunstancias, porque el gobierno del MAS ya no es parte de la solución, sino de todos los problemas. En 2006 inició el delirio ideológico, en 2025 sabemos con toda certeza que se trata de un “delirio ruinoso”. Consummatum est.  

César Rojas es comunicador social y comunicador social.



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