¿Se está empezando a liberar la democracia boliviana de los demonios renovados a los que nos tuvo acostumbrado el MAS? Al alero alevoso de Evo Morales y de la hegemonía desbordada del MAS, sus militantes, sus dirigentes, sus ministros, todo se podían permitir: amenazar, intimidar, insultar. Escupir el fuego del dragón despierto que llevaban dentro y el achicharrado a padecerlo en callado silencio y consternada quietud.
Drina Ergueta (DE) inicia su reciente columna “Ruth Nina, la bocona” (La sinRazón, 2/8/2025) recordando que “Ruth Nina está en prisión y lo estará de manera preventiva por un espacio de tres meses por pasarse a la hora de abrir la boca, aunque sus cargos son instigación pública a delinquir, amenazas y obstaculización del proceso electoral”. Y agrega a paso seguido: “Esto se produce en un contexto electoral en el que mucha gente dice más de la cuenta, pero es a ella a la que le han sentado la mano”.
¿Perdón? ¿Ruth Nina Nina puede declarar públicamente que en este próximo agosto en vez de contar votos se contarán muertos… y quedar sonrosadamente impune?
DE en su desafortunada columna minimiza el hecho para absolverla. Para DE apenas se trata de una “bocona”, de un traspié lingüístico, de una imprudencia léxica. Ni siquiera su declaración debería considerarse una falta ortográfica. “Bocona”. Punto final y que siga con su incinerador ideológico inflamando la opinión pública.
Así nos hemos acabado instalando en Anomia: la tierra donde todo es posible y nada es penalizado. La tierra donde prosperan los desmedidos sobre los moderados. Pero con la aprensión de Ruth Nina Nina el Estado de Derecho parece resucitar de sus cenizas y restituir el espíritu pacífico de la democracia, donde nadie puede levantar la voz de la violencia en vano y que sea visto como una banalidad.
César Rojas es comunicador social y sociólogo.