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Huella Digital | 28/08/2019

Se quema la autonomía cruceña

Ricardo Calla O.
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Ya está claro que si el régimen de Evo Morales logra prorrogarse en el mando gubernamental a través de las elecciones del 20 de octubre de este año lo que se vendrá a continuación es la liquidación definitiva del proyecto autonomista cruceño que, con todas sus limitaciones, hasta ahora no ha sido derrotado por el MAS pese a todos sus esfuerzos de ya una década por lograrlo.
Esta vez, de la mano de los incendios que han arrasado la Chiquitania es previsible que, si Evo Morales se mantiene como presidente del país por un otro quinquenio y hacia adelante, el departamento de Santa Cruz será copado territorialmente por un turbión de colonizadores que pasará a imponer allí –a quema, más fuego, roza y loteamientos–, el proyecto de poder hegemónico que el MAS ha ido diseñando y perfeccionando en los 14 años que lleva en el gobierno.

Así me lo ha sugerido un importante y brillante amigo experto en materia ambiental y también agudo analista político que por razones laborales debe mantener un perfil bajo que aquí debo resguardar.

Para el amigo de marras, no podemos darnos el lujo de la ingenuidad. La negligencia y la desidia con las que el régimen de Evo Morales viene encarando el gigantesco incendio en la Chiquitania son, es ya obvio, de consecuencias abismales. Se trata, sin la menor duda, de una negligencia y de una desidia de consecuencias catastróficas para el bosque seco chiquitano en llamas y que se expresan 1) en la no declaratoria de desastre nacional de la tragedia por parte del régimen y 2) en su oposición a buscar a tiempo y con urgencia la cooperación internacional para sofocar el fuego.

Pero la negligencia y la desidia del MAS para atender el incendio chiquitano no deben confundirse como sinónimo de alguna incompetencia política o técnico-administrativa del régimen para enfrentar la tragedia que se está viviendo en la Chiquitania.

Probablemente más bien se trata de una negligencia y una desidia a propósito asumidas por el régimen para consolidar un proceso de toma del control político en las tierras bajas del país, de cambio del uso del suelo en la Chiquitania y de generación e inducción de una dinámica de colonización masiva y extensiva de la subregión a través de más y nuevos asentamientos poblacionales y dotaciones de tierras a grupos de migrantes provenientes del occidente boliviano.

Por la vía de copar con masas de colonizadores el territorio chiquitano arrasado por las llamas –y sacando con pericia y oportunismo ventajas políticas a los incendios en curso–, el régimen de Evo Morales se estaría así orientando a transformar demográficamente el departamento de Santa Cruz para subordinarlo al proyecto hegemónico de un MAS que desde sus inicios como gobierno se puso como meta tomarse para sí el poder político en las tierras bajas de Bolivia. 

La desidia y la negligencia del régimen de Evo Morales para atender el trágico incendio en la Chiquitania serían pues parte de una estrategia del régimen con miras a ir avanzando en su “marcha hacia el oriente” y la toma del poder político por parte del MAS en el conjunto de las tierras bajas de país. Nadie, por supuesto, puede dejar de considerar el cómo, de un modo gruesamente ilegal y autoritario, el MAS se tomó para sí el poder político del Beni a inicios de 2017 por medio de una asombrosa anulación del derecho de participación electoral de la oposición en ese departamento.

Más aún, nadie debiera olvidar que el copamiento territorial y luego político de las tierras bajas por la vía del trasiego de colonizadores desde el occidente hacia la subregión ha sido ya experimentada y puesto exitosamente en marcha por Evo Morales y su grupo de poder en el departamento de Pando. Pando, otrora un bastión opositor, es ahora una plaza electoral y política férreamente copada por el MAS con base en la invasión de colonizadores inducida allí, durante siquiera siete años, bajo el mando del tristemente célebre Juan Ramón Quintana, hoy activo actor en la tragedia, esta vez, de la Chiquitania.

La meta del MAS, ahora, es la toma política del departamento de Santa Cruz y la liquidación del proyecto autonomista que irradió desde este departamento en la década pasada con la impactante capacidad de poner en raya suficientemente las pretensiones hegemonistas sobre Bolivia del régimen de Morales. El amigo experto ambiental que me ha provocado a escribir estas líneas me ha hecho considerar que si en la Chiquitania se están incendiando hoy un millón de hectáreas –una inmensidad aterradora de bosque arrasado–, bastaría que a continuación se trasladen allí 50 mil colonizadores y sus familias desde occidente (a 20 hectáreas de dotación de tierras por cabeza) para copar ese espacio quemado.

Con esa masa poblacional migrante el MAS podría apuntalar su empeño de liquidar el autonomismo cruceño como perspectiva descentralizada de organización de la gobernanza política en el país. Hay que estar prevenidos: El incendio del bosque chiquitano podría ser el preludio de la quema del autonomismo y el pasado cruceños y de su historia camba. Toda Bolivia debe declararse chiquitana, toda Bolivia debe solidarizarse con Santa Cruz, toda Bolivia debe asumirse como Beni y Pando y defender, con ello, los equilibrios culturales y sociales en el país.

Ricardo Calla es sociólogo.



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