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Filia Dei | 17/04/2023

Probióticos y prebióticos

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Hace años se comentaba sobre los beneficios de los microorganismos  pero para casos muy puntuales y específicos. Se sabía que los mismos necesitan un sustrato para poder crecer. Y eso era todo.

Sin embargo, ya son más  de 10 años que se utiliza los términos pro y prebióticos. Estas palabras tienen una pronunciación casi similar pero significan dos cosas distintas y complementarias. Un probiótico es un microorganismo vivo que, cuando se consume en cantidades adecuadas, puede proporcionar beneficios para la salud del huésped. Los probióticos se encuentran comúnmente en alimentos fermentados como el yogur, el kéfir y algunos suplementos en formato de cápsulas o en polvo.

En otras palabras, los probióticos son estas comunidades de microorganismos donde podemos hallar bacterias, micro hongos, virus y hasta arquea. A este conjunto de microorganismos también se lo denomina microbiota o flora intestinal. Aunque hoy en día este segundo término ya entró en desuso a raíz que hoy sabemos que podemos hallar buenos microorganismos más allá del intestino. Otro nombre reconocido para este grupo de seres microscópicos es el de microbiota. La mayoría de estos microorganismos se encuentran en el tracto gastrointestinal, especialmente en el colon, aunque también se encuentran en otras partes del cuerpo como la piel, los pulmones y el tracto urogenital.

La microbiota desempeña un papel importante en la salud del huésped, ya que ayuda a digerir los alimentos, produce vitaminas y otros compuestos beneficiosos, ayuda a proteger contra patógenos y ayuda a regular el sistema inmunológico. La composición de la microbiota puede verse afectada por diversos factores, como la dieta, el uso y abuso de antibióticos, el consumo de alcohol, el estilo de vida y la edad, entre otros, lo que puede tener un impacto en la salud del huésped.

Por otro lado, un prebiótico es un tipo de fibra dietética no digerible que ayuda a estimular el crecimiento o la actividad de microorganismos beneficiosos en el intestino, como las bifidobacterias y lactobacilos. Los prebióticos se encuentran en alimentos como la cebolla, el ajo, las alcachofas, los plátanos y algunos tipos de granos enteros. De allí que la ingesta de una dieta variada en verduras sea una recomendación necesaria.

Los prebióticos están compuestos principalmente de fibras dietéticas no digeribles, como la inulina, los fructooligosacáridos, los galactooligosacáridos, la lactulosa, la celulosa, la pectina y otros tipos de oligosacáridos. Estas fibras dietéticas son capaces de llegar al colon intactas, donde son fermentadas por las bacterias intestinales beneficiosas, promoviendo su crecimiento y actividad. Los prebióticos también pueden ser compuestos fenólicos, como los polifenoles, presentes en algunos alimentos vegetales como los arándanos, las uvas y el té, que también actúan como prebióticos en el intestino al estimular el crecimiento de bacterias beneficiosas. En resumen, los prebióticos están compuestos por una variedad de fibras dietéticas y compuestos fenólicos que son capaces de estimular el crecimiento y la actividad de la microbiota intestinal beneficiosa.

Para concluir, una ingesta variada de probióticos en diversos productos, traerá muchos beneficios en nuestra salud integral. Estos deberán ser acompañados por la ingesta variada de distintos vegetales. Prevenir enfermedades debería ser la prioridad de cada persona o familia antes que sufrir las consecuencias de malos hábitos alimenticios. Estos cambios no requieren medidas gubernamentales, más al contrario, deben empezar del deseo de vivir saludable de cada uno.

Cecilia González Paredes M.Sc. 

Especialista en Agrobiotecnología



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