El antibiótico no le va a curar
una crisis alergénica ni un resfriado común, por lo que el paciente debe de
dejar de pedirlo como si este fuera un remedio mágico.
Muchos pacientes resfriados, piensan que con el uso “milagroso” del antibiótico, el malestar se les pasará en cuestión de horas. Me ha tocado personalmente ver el abuso que hace la gente de este tipo de medicamentos. Un caso es cuando tenemos alguna infección estomacal, que ante la inconveniencia de los malestares, se toman un bacterol uno o dos días y ante la leve mejoría suspenden el resto del tratamiento. ¡Maravillosa forma de generar resistencia antimicrobiana!
La segunda fue durante un campamento con jóvenes de colegio, donde los mismos padres, desesperados de que sus retoños tuvieran un poco de secreción nasal, instruían que se les administrara inmediatamente un antibiótico. Y finalmente las industrias y distribuidoras de medicamentos, que priorizan la salida de este tipo de medicamentos.
A esta resistencia se la denomina epidemia silenciosa, ya que si bien no se escucha regularmente de los severos casos a raíz de esta resistencia, se ha llegado a extremos donde un paciente no ha podido ya recibir ni un tratamiento de antibióticos de última generación debido a esta resistencia y en algunos casos fallecen.
La OMS lanzó la alerta mundial de este riesgo con el fin de que los países elaboren sus planes de acción en respuesta a esta amenaza el 2014. ¿Qué hace Bolivia al respecto? Fuera de un informe del 2009 y una noticia del 2020 donde se felicita a la Agemed, la verdad es que uno no logra encontrar la estrategia que aplica el país para hacer frente a esta amenaza.
A nivel de estudios publicados sobre este tema en Bolivia, solo encontré dos “recientes”. El primero del 2017 es el mapa epidemiológico de resistencia fenotípica antimicrobiana en el Hospital Santa Bárbara en Sucre y el segundo es otro mapa epidemiológico del 2019 en Hospital del Norte, en la ciudad de El Alto. La conclusión de ambas publicaciones es preocupante: se hallaron porcentajes más altos con relación a los mapas epidemiológicos similares de otros hospitales en Latinoamérica.
Esta escasez de datos e información debería preocuparnos, ya que si bien no estamos en los rangos de mortalidad como los de varios países en Asia, Europa o los 3 países de Norte América, las dos publicaciones mencionadas señalan que a nivel regional estamos en mayor riesgo.
Solo para que tenga un poco más de claridad en cuál es el riesgo de generar esta resistencia a los antibióticos, una encuesta global muestra que en 2019, la resistencia a los antimicrobianos mató a más personas que el VIH/SIDA o la malaria. Las infecciones resistentes conducen a tasas de mortalidad más altas y son más costosas de tratar. Puede ampliar más información en una extensa revisión que se publicó en un sitio web el 2014.
Así que usted como parte de la sociedad, sea cauto y en vez de andar automedicándose antibióticos busque mejorar primero su alimentación. Allí donde hay consumo adecuado de vegetales y frutas (fibra), hay menos posibilidad de enfermarse en general.
Usted médico ¡por favor sea responsable y no recete amoxicilina como si fuera aspirina! Ni aunque el visitador médico le prometa pasajes al Caribe por más recetas que emita. Y a las casas distribuidoras de medicamentos, incentiven el uso adecuado de estos medicamentos y motiven más bien a los médicos que no llenar a sus pacientes de antibióticos sin motivo. ¡Difundan conciencia! ¡Frenemos la resistencia antimicrobiana!
Cecilia González Paredes M.Sc.
Especialista en Agrobiotecnología