PC_GPTW-Brujula-digital
PC_GPTW-Brujula-digital
BRUJULA DIGITAL - ARTE PRINCIPAL
BRUJULA DIGITAL - ARTE PRINCIPAL
La gota en la piedra | 15/02/2025

Mientras las hienas rían

Milan M.A. Gonzales
Milan M.A. Gonzales

El 23 de febrero, Alemania elegirá un nuevo gobierno en un clima de incertidumbre y tensión que recuerda peligrosamente los días en que el partido de Hitler ascendió al poder bajo una fachada democrática. La historia nos advierte: los errores del pasado pueden repetirse si olvidamos sus lecciones, parte de ese horror se repite en el parlamento del Bundestag, en la calle, en el gris que asfixia el bolsillo del Kleinerman (pequeño hombre), que sostiene Vaterland (expresión acuñada que se refiere a Alemania como la tierra padre). Por eso, esta columna entrelaza tres ejes: la visita al campo de concentración de Sachsenhausen, la historia de Viktor Frankl y el dilema político que enfrenta Alemania ante el crecimiento de la extrema derecha.

Sachsenhausen fue el laboratorio del horror nazi, donde se perfeccionaron los métodos de opresión y exterminio. Caminar por sus senderos es enfrentarse a la sombra de una ideología que, bajo discursos de orden y seguridad, justificó el genocidio. Hoy, el partido de ultraderecha AfD minimiza ese pasado, intentando borrar la memoria de los crímenes del nazismo. Su influencia ha crecido alarmantemente, al punto de que la CDU, el partido de la excanciller Angela Merkel, ha coqueteado con su apoyo en recientes debates legislativos.

Justamente fue la resolución de Merkel de abrir las puertas del país a más de un millón de refugiados en 2015 lo que marcó un punto de inflexión en la sociedad alemana que desde entonces se ha polarizado como nunca antes en su historia democrática. Si bien su política de acogida fue vista como un acto humanitario, la falta de control y de integración efectiva generó tensiones internas. La llegada masiva de refugiados, sumada a la presencia de miles de indocumentados, derivó en una serie de incidentes violentos que sacudieron la opinión pública. Los ataques terroristas perpetrados por islamistas radicalizados, como el ocurrido el 23 de enero en Aschaffenburg, donde un ciudadano afgano asesinó a un niño de dos años y a un valiente civil quien protegió con su vida a otros niños, han alimentado el discurso antiinmigración. En respuesta, el candidato de la CDU, Friedrich Merz, ha propuesto endurecer las leyes de asilo y migración, distanciándose del legado de Merkel y acercándose, peligrosamente, a las posiciones de la extrema derecha.

La crisis política en Alemania no es un fenómeno aislado. Es el reflejo de un malestar social que ha sido instrumentalizado por partidos como AfD, que buscan capitalizar el miedo y la frustración de un pueblo que se siente amenazado en su propia tierra. La normalización del discurso xenófobo es una señal alarmante. Sachsenhausen nos recuerda a dónde pueden llevarnos esas ideas cuando se convierten en políticas de Estado. Y es precisamente en los momentos más oscuros cuando resulta imprescindible recordar las historias de aquellos que, incluso en el abismo, encontraron una razón para resistir.

Uno de esos hombres fue Viktor Frankl, psiquiatra y sobreviviente de Auschwitz. En los campos de concentración, comprendió que el ser humano puede hallar sentido incluso en el sufrimiento más atroz. Allí, quienes lograban resistir no eran necesariamente los más fuertes, sino aquellos que encontraban un propósito: reencontrarse con un ser querido, contar la verdad, sostenerse con dignidad. Su testimonio nos ofrece una lección crucial en este contexto. Alemania, como sociedad, enfrenta hoy su propio dilema existencial: ¿cederá al miedo y al resentimiento, permitiendo el resurgir del odio? ¿O recordará que su fortaleza radica en la libertad, la memoria y la convivencia?

Proteger las fronteras no debe significar cerrar el alma de una nación. Alemania es el hogar de millones de hijos adoptivos que han contribuido a su grandeza. La respuesta a la crisis actual no está en el extremismo ni en la negación del pasado, sino en una política que equilibre seguridad y humanidad. La memoria de Sachsenhausen y el mensaje de Viktor Frankl nos recuerdan que la dignidad es el verdadero bastión de cualquier nación que aspire a ser libre. Mas, es el hombre con sus miedos, el hombre vulnerable, y también el hombre valiente, armado de fe y esperanza, el único que puede detener el quiebre de su patria.

El 23 de febrero Alemania tiene una cita con su presente, con su pasado, y con el futuro por el que vienen luchando sus ciudadanos. Son ellos quienes sabrán elegir en las urnas, quienes decidirán el destino de su nación. Viktor Frankl meditaba:  "Después de todo, el hombre es el ser que ha inventado las cámaras de gas…pero también es el ser que ha entrado en ellas con la cabeza erguida y el Padre Nuestro en los labios”.



ACG-FIE-SOSTENIBILIDAD-BRÚJULA-300x300
ACG-FIE-SOSTENIBILIDAD-BRÚJULA-300x300
AlicorpEffie2024-300x300
AlicorpEffie2024-300x300