1000x155 horizontal
1000x155 horizontal
Brujula-Digital-BancoSol-PDF-Solfestivo-Diciembre-1000x155px-
Brujula-Digital-BancoSol-PDF-Solfestivo-Diciembre-1000x155px-

El inicio de un nuevo año siempre invita a la reflexión, pero en este 2025 esa reflexión parece más urgente que nunca. Nos enfrentamos a un panorama global marcado por la rapidez de los eventos, el ruido de la información y los conflictos que desgarran corazones y geografías. En medio de esta vorágine, se hace imperativo “frenar”, una palabra que he querido capturar en el poema que comparto al final de esta columna.

La velocidad con la que vivimos y procesamos información ha transformado a los medios de comunicación y a las redes sociales en arenas donde proliferan las noticias falsas. Estas trampas digitales atrapan a quienes no tienen tiempo para verificar, a los ingenuos que confían a ciegas, o a los desprevenidos que buscan respuestas rápidas en un mundo demasiado complejo. Este fenómeno no solo pone en entredicho nuestra capacidad de discernimiento, sino que también genera una cascada de desinformación con consecuencias reales y devastadoras.

Con ese ritmo frenético finalizó 2024. Entre invasiones, guerras y terrorismo, eventos como el atentado en Magdeburgo, Alemania. Mientras que el primer ataque de 2025, y ojalá el último, en Nueva Orleans, Estados Unidos, ejemplifican un panorama complejo para toda la humanidad. No estamos resolviendo los conflictos oportunamente, no logramos desescalar el ambiente polarizado y exacerbado por una superpoblación cada vez más irritada y también cada día menos educada, a eso se suma la inflación global y los gobiernos con sus malas prácticas que poco hacen por soluciones de fondo y forma. Desde la invasión rusa a Ucrania hasta los recientes ataques israelíes en Gaza y Jordania, o la asfixia que viven las mujeres afganas, el pulso de un mundo trastornado por el inmediatismo no encuentra la calma. Muy a pesar de las buenas noticias y de los avances, no se puede tapar el sol con un dedo mientras la escalada bélica nos pone al borde de una tercera guerra mundial.

Es crucial comprender la dimensión del daño actual, empezar a escuchar a quienes quieren aportar soluciones de fondo y forma. ¿Qué mejor vía que la democracia? En ese sentido, las elecciones adelantadas en Alemania y las de Bolivia, son dos ejemplos y dos pruebas de fuego para definir nuevos escenarios: en una, la necesidad de un liderazgo valiente capaz de confrontar las sombras del pasado nazi, en la otra, el posible retorno a la democracia tras años de la pseudo dictadura masista. Las filas están para todos, los procesos también, no se pueden acelerar, duran lo que duran y cada vez que son forzados tendremos por consecuencia el fracaso. Mientras Elon Musk y Donald Trump intentan limpiar sus conciencias en sus redes sociales X y Truth, respectivamente, la gente no advierte que la manipulación de sus medios nos deja un mundo más miserable, menos ecuánime y más alejado del diálogo. Aflige seriamente que Musk se inmiscuya en la democracia alemana simpatizando con AFD, un partido que le sigue los pasos al extinto Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler.

En este complejo contexto, el llamado a frenar adquiere una dimensión filosófica, política y social: necesitamos espacios de diálogo creíbles donde las decisiones no se tomen apresuradamente, sino con la lucidez que solo brinda la reflexión pausada. Muchos medios de comunicación necesitan redefinir su línea editorial. Estamos tan habituados al sensacionalismo que nada sorprende al lector. Los golpes visuales son tan violentos que están matando nuestra capacidad de reaccionar ante lo siniestro, y a la vez se nutren más las filas de neófitos que desinforman y confunden al resto de la población. De no ser así, no se estaría ocultando al pederasta de Morales en el Chapare boliviano.

Frenar no es un acto de cobardía ni de pasividad, sino una estrategia. Frenar es planificar antes de construir, evaluar antes de invertir, escuchar antes de hablar, digerir los acontecimientos antes de reaccionar, educar en vez de manipular. En un mundo donde los grandes retos también son locales –desde la inseguridad en las calles hasta la precariedad laboral–, es esencial desacelerar para priorizar lo verdaderamente importante: la educación, la salud y una planificación efectiva. En ese sentido frenar es también aspirar al bien común. Frenar para mirar al horizonte, frenar para avanzar con algo de calma, ánimo y fe en días mejores.

Si 2025 se presenta como un mural de eventos críticos, nuestra respuesta debe ser proporcionalmente cuidadosa. Cada decisión que tomemos, ya sea como individuos, sociedades o gobiernos, debe estar sustentada en el análisis, no en la reacción. Que surjan propuestas y narrativas que nos inviten a la pausa reflexiva, que el morbo pierda relevancia y el chisme seguidores, que se busque profundidad y se privilegie a las voces que construyen.

Frenar

Desacelerar, bajar el ritmo,
para tomar un respiro.
Frenar para despojarnos de lo rimbombante,
del ruido y del sinsentido.
Frenar para saludar a las ardillas desde la verja.
Frenar para reconstruir un plan,
para extender un abrazo,
para prorrogar un beso.
Frenar para detener la trifulca,
para admirar el crepúsculo,
para dejar caer la lágrima.
Para comprender que no hay razón de correr.
Frenar para advertir lo urgente:
la fe, la bondad, el latido,
lo que no se ve,
pero que nos espera,
latente.



BRÚJULA-colnatur diciembre-2024 copia
BRÚJULA-colnatur diciembre-2024 copia
AlicorpEffie2024-300x300
AlicorpEffie2024-300x300