POLLOS
POLLOS
Brujula-Digital-BancoSol-PDF-Solfestivo-Diciembre-1000x155px-
Brujula-Digital-BancoSol-PDF-Solfestivo-Diciembre-1000x155px-
De media cancha | 11/12/2024

Mesa, Milei y “El espía del Inca”

Diego Ayo
Diego Ayo

Estuve en una reunión de análisis de la situación política en la que escuché una idea que llamó profundamente mi atención: “Carlos Mesa es la mejor opción de acuerdo a las encuestas como candidato para la elección presidencial de 2025”. Me he quedado sorprendido. Podría ser mero fanatismo por el político que ya ni partido tiene, pero no: quien ha “soplado” ese dato es un crack en las encuestas, es riguroso en el análisis y le creo, reservándome su nombre. Sin embargo, no me basta la explicación a estas alturas clásica: “el Samuel, el Tuto, el Manfred son vistos como la derecha y el Mesa sigue siendo una opción de centro”. ¿Es esta explicación suficiente? Lo dudo. Voy a irme por las ramas de la literatura política comentando una obra sensacional: “El espía del Inca” de Rafael Dumett para entender lo que sucede. En esta magna obra hay un hilo que conviene desenredar.

He leído con fascinación las casi mil páginas escritas a lo largo de 10 años de escritura. Un capo el peruano que la ha escrito. Te hace alucinar y, al fin aquí desarrollado, te hace pensar. ¿Qué es lo que cabe pensar? Aquello que podemos calificar como el “derecho del más hábil”. La novela retrata a Atahualpa, quien ya ha sido capturado por “unos extraños barbudos que han llegado hasta Cajamarca montados en llamas gigantes y premunidos de mortales cilindros en los que habita Illapa, el dios del Trueno y el Relámpago”, dice Alfaguara. La misión de rescatar al Inca recae en Salango, un espía chanca del servicio secreto del incario. La novela pondera a los hábiles. ¿Son aquellos que se lanzan contra el poder cuestionándolo de frente? No, son aquellos que amagan. Son aquellos que se hacen los opas como estrategia de supervivencia. No dan la cara.

Ahora vuelvo a esta tesis poniendo sobre el tapete el tema del titular de esta columna: ¿no estamos a la espera de un Milei? A ver, reflexionemos: ¿qué es Milei? Podemos estar a favor o en contra de este señor, pero sabemos que el tipo da la cara. Se tira contra el poder, lo pone en entredicho y no se contenta con eso: lo encara, insulta, escupe y satiriza. Es la política del golpe frontal. No estás en una esquinita del cuadrilátero con la laringe dañada por el resfrío sin poder hablar. Todo lo contrario: hablas, y hablas mucho. ¿Cómo llamamos a ese estilo? No lo sé, pero podemos calificarlo como “estilo de choque”.

Vuelvo a la fascinante novela: ¿qué tipo de líderes son los que sobresalen en ella? Aquellos que sobreviven. No los que usan ese “estilo de choque” sino los que se mandan un viajecito al Congo Belga, llegan tres meses antes de la elección, no proponen nada y son los elegidos. Los sobrevivientes de la novela son fabulosos e intencionales afásicos. Hablan poco, disimulan y hasta se acoplan a aplaudir al rival si es necesario. Todo vale menos lo que llamamos “dar la cara”. Los victoriosos son los que sobreviven, no los que dan la cara. No los que proponen de frente un programa electoral a lo Samuel o dan la vuelta por los medios criticando crudamente al masismo a lo Tuto, sino los que callan. Los personajes de la novela, desde Salango a Felipillo o desde éste al general Challco-Chima, son brillantes supervivientes. Transitan por atajos, se mueven a la sombra, rara vez responden al poder y nunca lo ponen en conflicto. Juegan a la sorpresa, a la intriga, al escabullirse, al silencio y… ¡gustan!

¿Cuál es la conclusión? No se lanzan contra el enemigo sino contra su propia soledad. Calculan cuando decir un par de argumentos tibios, pero dichos con solemnidad y/o elegancia, saben reír sin provocar, piropean al rival de tanto en tanto y de tanto en tanto lo dejan de piropear. Ese rasgo cultural parece haber durado hasta el presente. No queremos, pues, Mileis. Queremos educaditos que casi no respiren o no se sienta que lo hacen. Demandamos pusilanimería e inacción y ya sabemos quién es el mago en ese grandioso arte. No esperamos, por ende, un programa. Esperamos que otros den la cara, otros se enfrenten, otros sean valientes. Él, que no lo hace, sabrá seguir respirando. Sabrá sacar tajada del desgaste de esos contrincantes subiendo pausada pero sólidamente en las encuestas.  

La cultura milenaria sigue vigente. Sólo así veo que el caballero siga teniendo probabilidad de seguir siendo nuestro referente electoral en 2025. Sólo espero que Dumett no se entere. No vaya a ser que se mande otras mil páginas…

Diego Ayo es PhD en ciencias políticas.



300
300
AlicorpEffie2024-300x300
AlicorpEffie2024-300x300