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Mirada multidimensional | 30/07/2024

Mejor exportemos arándanos

Rolando Morales
Rolando Morales

En este artículo propongo que pensemos en rubros de producción que permitan ampliar las exportaciones y disminuir la dependencia de los minerales e hidrocarburos y doy elementos suficientes para afirmar que la explotación de recursos naturales no renovables no es rentable en el mediano y largo plazo.

Se prevé que la explotación de litio podría significar para Bolivia unos 250 millones de dólares anuales por año. El reciente descubrimiento de yacimientos de hidrocarburos está evaluado en 6.800 millones de dólares lo que podría significar un ingreso de unos 680 millones de dólares durante 10 años. Actualmente, las exportaciones de gas significan unos 2.000 millones de dólares, las de metales no ferrosos 500 y las de oro, 2.500 millones de dólares, sumando un total de alrededor de 5.000 millones de dólares. Como comparación, solo en el rubro de frutas, Perú exporta más que eso (5.600 millones de dólares), incluyendo exportaciones de arándanos por más de 1.600 millones de dólares anuales.

¿Puede Bolivia imitar a Perú? La respuesta es afirmativa a condición de hacer lo que hay que hacer. El Estado debe proporcionar la infraestructura necesaria para la producción y comercialización, apoyo tecnológico y programas crediticios mientras se espera que maduren las inversiones. Campesinos y empresarios deben tomar a su cargo la producción, industrialización, comercialización y exportación. Entre el Estado y los particulares tienen que solucionar el problema de la propiedad de la tierra y de su uso. Son tareas fáciles, pero requieren una etapa previa de socialización de los beneficios de esta nueva producción.

Durante sus casi dos siglos de vida republicana, la economía boliviana ha girado en torno a la explotación y exportación de recursos naturales no renovables, con el triste resultado de permanecer como uno de los países más pobres de América Latina, junto con Haití, Honduras y Nicaragua, que no tienen recursos naturales. Estas observaciones deberían ser suficientes para aceptar la premisa que la explotación de recursos naturales no renovables no es rentable en el largo plazo.

Esta premisa se sustenta con los argumentos siguientes. Cuanto más se produce, los recursos naturales no renovables se agotan, luego sus rendimientos económicos disminuyen poco a poco hasta acabarse por completo. No ocurre lo mismo en otras actividades económicas. Para evitar el agotamiento, se requiere inversiones para encontrar nuevos yacimientos. La posibilidad de encontrarlos es muy dependiente de la suerte. A veces se encuentran ricos yacimientos y otras veces, es dinero perdido. Luego, hay dudas de sobre si en el mediano y largo plazos, habrá ganancias o pérdidas, haciendo el balance entre las inversiones y los réditos.

Un segundo factor aleatorio que incide en este tipo de producción se refiere a los precios de exportación que suben y bajan aleatoriamente. Su disminución ha provocado, en la historia de Bolivia, serios problemas a su economía. Su aumento genera más ingresos para los productores y el Estado, pero la historia ha mostrado que cuando aumentan los ingresos del Estado, los gobernantes piensan que es el momento de gastar más. A veces lo hacen en el rubro de inversiones, otras veces, en gastos corrientes y, entre estos, gastos que no pueden ser disminuidos o que es muy difícil disminuirlos pasado el boom de precios, como, por ejemplo, salarios y subvenciones. Esta situación está al origen de un aumento en el déficit fiscal pasada la bonanza.

Desde la Revolución Nacional de 1952, los gobiernos de Bolivia plantearon la diversificación económica sobre la base del financiamiento que podía producir la exportación de recursos naturales no renovables. El MAS también hizo suyo ese planteamiento con su inconsistente frase “volcar los excedentes de los sectores excedentarios hacia los que no lo son”. Durante los 72 años que se ha intentado hacerlo, no se lo ha podido. Las razones para ello son las mencionadas anteriormente: la necesidad de seguir invirtiendo para evitar el agotamiento de los yacimiento, el factor suerte para encontrar nuevos yacimientos, la volatilidad de los precios de exportación y la conveniencia política de los gobiernos de gastar más cuando hay más recursos y seguir gastándolos cuando ya no los hay.

Rolando Morales es PhD en economía.



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