Evo Morales y Jair Bolsonaro empiezan a pasar a la historia como socios concurrentes y gobiernos implacables del gran negocio agroganadero en Sudamérica, un sector económico responsable de la trepidante devastación ecológica de la Amazonia en la segunda mitad del siglo XX y en lo que va del siglo XXI. La subordinación y funcionalización de los regímenes de Morales y Bolsonaro a los intereses ambientalmente depredadores del gigante capitalismo soyero y ganadero asentado y en constante expansión en el pulmón del planeta amazónico es de tal grado que ya se hace evidente e inocultable que estos regímenes son ambos –con todas sus aparentes diferencias– la expresión de una nueva y peligrosa extrema derecha surgida en la región.
Se trata de una derecha autoritaria y enemiga del medioambiente que lejos de reconocer su grave y terrible responsabilidad respecto de los incendios que están arrasando inmensos pedazos de la Amazonia estos meses, pretende esconder su culpa minimizando los daños –el caso de Bolsonaro–, o aduciendo que los ha frenado y detenido oportunamente –el caso de Evo Morales–, por medio de intervenciones adecuadas.
Bolsonaro no se cansa de afirmar que los incendios que asolan Brasil son menores y sin consecuencias severas, negando además que el planeta tenga derecho a alarmarse por una Amazonia que el mandatario brasileño niega, de paso, que sea un patrimonio de la humanidad. Por su parte, haciendo gala de un cinismo incomparable, Morales ha declarado hace un par de días en Nueva York, adonde viajó para participar en la Asamblea General de la ONU, que la respuesta de su régimen ante el voraz incendio que sigue destruyendo el bosque de la Chiquitania en Santa Cruz fue “rápida y efectiva”.
¿Es posible, en el caso de Morales, mentir de un modo más desvergonzado? Toda Bolivia se sobrecoge ante el hecho de que incluso hasta hoy día, 25 de septiembre de 2019, el incendio en la Chiquitania sigue devorando más y más hectáreas –el daño ya estaría alcanzando a entre tres a cuatro millones de hectáreas y el incendio, que continúa sin ceder, ya viene durando dos meses–, y Evo Morales declara que la intervención de su régimen frente al incendio has sido “efectiva”. ¿Cómo es posible que alguien mienta sin el más mínimo pudor? ¿Piensa Morales que sus palabras ocultan el fuego?
Pero, más allá de lo indignante de la situación y de la irresponsabilidad radical tanto de Bolsonaro como de Morales respecto del medioambiente y los bosques amazónicos, hay que igualmente prestar atención al nuevo cuadro político que los incendios en el bosque seco de la Chiquitania boliviana y en los bosques húmedos de la Amazonia brasileña están configurando.
En el nuevo cuadro político regional es ya previsible que los regímenes de Bolsonaro y de Morales pasarán a apoyarse mutuamente para proyectar sus desmanes políticos, económicos y sociales en sus respectivos países. Una alianza política entre Bolsonaro y Morales is in the making, empieza a cuajar.
Para el régimen de Morales –que se había mostrado inicialmente debilitado a nivel regional por la caída en el Brasil de sus aliados del PT (Lula y Dilma)–, la nueva situación le empieza a deparar la emergencia inesperada de un nuevo imprevisto aliado, el régimen de Bolsonaro. El MAS comparte con Bolsonaro su sumisión respecto de los intereses de la gran agroindustria y la gran ganadería capitalista en la región y ambos se basan en una ideología desarrollista, rentista y extractivista que hace de estos regímenes esquemas políticos hermanos.
Así, de aliado del gobierno del PT en el Brasil en su inicial etapa de régimen popular-autoritario de estilo “anticapitalista”, ahora el MAS puede ser considerado una gestión de extrema derecha autoritaria, antimedioambiental y abiertamente procapitalista en los hechos y empieza a migrar a la condición de convertirse en un aliado estructural del régimen de Bolsonaro.
Si Lula y OAS (¿y quiénes otros?) antes y a inicios del régimen de Morales lo potenciaron con favores políticos y financiamientos para las millonarias campañas electorales del MAS en Bolivia de 2004 en adelante, no será nada raro que en el futuro nos enteremos que Bolsonaro también le insufló aliento político y económico.
“Ya que estamos juntos en esto de quemar el bosque a favor de nuestros respectivos grandes poderes agroindustriales y ganaderos, ahora trabajemos políticamente juntos para seguir haciéndolo”, parecen estar diciéndose Bolsonaro y Morales con miras a fortalecerse políticamente frente al escarnio que vienen recibiendo por parte de los que, con razón, se asustan y los critican.
Evo Morales, en todo caso, ha encontrado otra vez en el Brasil a alguien que lo apoye y favorezca políticamente. Extraño bravo nuevo mundo: Jair Bolsonaro y Evo Morales concluyendo como aliados. Quién lo hubiera imaginado.
Ricardo Calla es sociólogo