He leído con atención un artículo del columnista de La Razón, José Luis Exeni, referido a la Asociación de Periodistas de La Paz y titulado “La APLP ante el espejo”. El mismo Exeni suele aludirme directa o indirectamente en ese periódico y en un programa de streaming en el que lo entrevistan con frecuencia. Por lo general plantea tres argumentos básicos: que la APLP no es una entidad legítima porque muy pocos asociados votan en sus elecciones (menos de 100); que yo solo defiendo a periodistas “independientes” (las comillas son suyas); y tercero y más importante, que la obtención de la presidencia de la APLP se asemeja a un pasanaku ya que el estatuto permite que en las elecciones se presente una sola candidatura.
Ahora que he terminado mi gestión como presidente de esa entidad puedo responderle. De los tres argumentos insistentes de Exeni, los dos primeros son fácilmente rebatibles, pero no me ocuparé de ellos en esta ocasión. El tercero sí me llama la atención por una razón muy sencilla: Exeni, que critica que se permita una candidatura única en la APLP, fue el que promovió como vicepresidente del Tribunal Supremo Electoral un reglamento que ordenaba la realización de las elecciones primarias de 2019… con un solo candidato por partido.
Exeni dice que si el estatuto de la APLP es el que permite que haya una sola candidatura, pues hay que cambiarlo. Claro, así ha actuado él en su vida, sin respeto por la institucionalidad ni los protocolos y desconociendo la dificultad que entraña hacer esas reformas.
La verdad es que en la APLP no hay muchos candidatos para la presidencia, que demanda arduo trabajo y es ad honorem. Algunos afiliados son muy pasivos. Exeni, por ejemplo, no paga sus cuotas (20 bolivianos al mes) desde hace 15 años. ¿Será por eso que quiere que voten los que no pagan sus aportes? No ha participado nunca en una asamblea o reunión de socios (y sin embargo habla de ausencia de debate interno). En la gestión que acaba de concluir y que yo presidí se realizaron 106 eventos. No apareció en ninguno, pero se anima a hablar de la supuestamente escasa vida institucional de la APLP.
Pero vayamos al tema: Exeni y la sala plena del TSE presentaron un proyecto de ley de Organizaciones Políticas, que incluía la realización de primarias no de manera obligatoria, sino gradual y voluntaria. Sin embargo, en el Legislativo la mayoría masista cambió aquello para que la realización de las primarias fuera obligatoria y que se iniciaran en 2019, no en 2024 como decía el proyecto de ley original. Hay quienes señalan que Exeni coordinó esos cambios con la bancada masista. Es muy probable.
Pero el tema crucial vino después: Exeni promovió que el reglamento de la ley permitiera la presentación de una sola candidatura por partido o frente. En una ríspida sesión de sala plena, votaron de manera disidente Antonio Costas, Katia Uriona y Dunia Sandoval, que demandaban que debían presentarse por lo menos dos candidaturas para habilitarse una primaria partidaria. Exeni votó a favor de que fuera suficiente un solo candidato y convenció a los otros tres vocales para aprobar la norma.
Para allanar todavía más las cosas al MAS, alentó otro reglamento para permitir que se bajara el porcentaje de firmas de los libros de los partidos que debían ser verificadas. El MAS pudo así, con mayor facilidad, presentar un millón de firmas de supuestos militantes. También para esa flexibilización del porcentaje de firmas verificadas presentaron su voto disidente Costas, Uriona y Sandoval.
Así que Exeni fue parte de una maniobra destinada a fortalecer la candidatura de Morales, que hizo campaña mencionando hasta el hartazgo la alta cantidad de militantes que tenía su partido con el objetivo de dejar en la opinión pública la idea de que el MAS era la fuerza favorita para los comicios de 2019.
Estos son los “logros” de Exeni: haber obligado a los partidos a participar en esas primarias, realizadas en enero de 2019, favoreció a que el Gobierno pudiera conocer lo antes posible quienes serían los candidatos contrarios para desarrollar con tiempo campañas de desprestigio y acoso judicial, cosa que hizo sobre todo contra Carlos Mesa y Oscar Ortiz; le dio legitimidad a un candidato como Morales que no podía candidatear para un cuarto mandato por impedimento constitucional y por el resultado del referéndum de 2016; dañó el menguado prestigio del organismo electoral; impidió a la oposición tener más tiempo para organizarse (no se podían presentar candidatos después de las primarias de enero, siendo las elecciones en octubre); tensionó innecesariamente el trabajo de la sala plena; y alentó la interferencia del Gobierno en el TSE.
También podríamos hablar del tema económico. Haber organizado esos comicios le costó al país 27 millones de bolivianos. La votación no tuvo oficio ni beneficio. Con un solo candidato por partido no hubo competencia y antes siquiera de la votación ya se sabía quiénes se habilitarían como candidatos. Fueron 27 millones de bolivianos tirados a la calle solo para favorecer a un reyezuelo lisonjeado (en ese tiempo) por Exeni. Con esas calaveras en su armario Exeni se anima a criticar a una digna entidad como la APLP. ¡Habrá que ser!
Si Exeni hubiera actuado en ese tiempo como un dirigente u operador del MAS, su acción habría tenido sentido, favorecer al líder del partido. Pero él era supuestamente un árbitro de la democracia y parcializarse es lo menos que debe hacer uno que se precie de tal. En su columna destinada a la APLP, menciona como ejemplos de probidad a Ana María Romero y Luis Ramiro Beltrán. Pobres los dos, deben estar retorciéndose en sus tumbas considerando quién levanta su nombre ahora.
Inmediatamente después de su hazaña, Exeni adujo estar gravemente enfermo y renunció al TSE. El daño ya estaba hecho, podía irse en paz. Tampoco podemos decir que le ha ido mal: tras sanar rápidamente, primero volvió a la Vicepresidencia, de la que había salido para postular al TSE, y luego llegó a la FES que, nada menos, lo contrató como “coordinador del área de democracia” de esa entidad. Después de semejante atentado contra, precisamente, la democracia. Parece que en Berlín no siguen mucho las noticias sobre Bolivia.
Desde ese cargo Exeni escribe artículos con coquetas y melifluas frases y, cómo si estuviera parado en un banquito, digamos una caja de zapatos, levanta el dedo índice y hace disquisiciones sobre ética, al tiempo que se aleja poco a poco de sus anteriores posiciones oficialistas.
Raúl Peñaranda U. es periodista.