En la madrugada del jueves 14 de diciembre se realizó el operativo contra la corrupción, el narcotráfico y el crimen organizado más grande en la historia del Ecuador y de la región, a partir del cual se abre el caso Metástasis. Más de 900 personas entre equipos fiscales y unidades especiales de la policía nacional se desplegaron para realizar allanamientos y detener a jueces, abogados, policías y al presidente del Consejo de la Judicatura, Wilman Terán. De las 38 personas investigadas, 31 fueron detenidas y siete se encuentran prófugas de la justicia. Fue clave para su huida, el aviso que 14 horas antes del operativo dio el expresidente Rafael Correa en su cuenta de X: “Un contacto fidedigno nos comenta que se realizará hoy en la madrugada, un allanamiento nacional grande”. En el artículo 180 del Código Integral Penal, la “difusión de información de circulación restringida” está tipificada como delito y penada con uno a tres años de cárcel.
La investigación que da origen al caso Metástasis inició en octubre de 2022, después de que Leandro Norero fuera asesinado en la cárcel de Latacunga, cerca de Quito. Norero inició su carrera delictiva como líder de los Ñetas, una de las pandillas que a partir del año 2009 formó parte del acuerdo de pacificación que llevó adelante el gobierno de Rafael Correa. También fueron parte del acuerdo los Latin Kings. Como resultado, cerca de 300 miembros de ambas pandillas se afiliaron al movimiento Alianza País, ahora denominado Revolución Ciudadana. Norero inició entonces su ascenso hasta convertirse en “el patrón”, y asumió la misión de moverse entre políticos, narcotraficantes, empresarios y miembros de la fuerza pública para coordinar las operaciones de las bandas que desde Ecuador trabajaban para el cartel mexicano Jalisco Nueva Generación. Mientras tanto, Ronny Aleaga de los Latin Kings, hizo una prometedora carrera política y llegó a ser electo asambleísta por la Revolución Ciudadana entre 2017 y 2023, convirtiéndose en el principal operador político de Norero en la Asamblea Nacional, donde se lo conocía como “el Ruso”.
Tras el asesinato de Norero se iniciaron investigaciones en base a 15 teléfonos celulares y cerca de 14.000 chats de los que se ha extraído información que ahora es pública. Uno de los implicados en la investigación es el exvicepresidente Jorge Glas, cuyo caso exige definiciones no sólo de la sociedad ecuatoriana sino de la comunidad internacional.
En noviembre de 2022 el exvicepresidente, quien cumplía una condena de ocho años por el caso Sobornos, fue liberado por un juez que emitió un habeas corpus a cambio de dinero. A través de los chats publicados, se sabe que la liberación costó 250 mil dólares, provenientes del narcotráfico. Paralelamente, Glas está siendo investigado por el manejo irregular de más de 3.000 millones de dólares en el caso Reconstrucción, fondos que estaban destinados a la recuperación de la provincia de Manabí tras el terremoto del año 2016.
En esas circunstancias Glas decidió buscar protección en la embajada de México el 17 de diciembre pasado, donde se encuentra en calidad de “huésped”, según declaraciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país. La Cancillería ecuatoriana ha enfatizado que debido a su condición jurídica “no sería lícita la concesión de un asilo para el exvicepresidente”.
El caso Metástasis es una radiografía de nuestra realidad y destapa las estructuras que dan vida al narcoestado en el que Ecuador se ha convertido. Hoy en Ecuador vivimos una guerra que se despliega en todas las instituciones públicas, pero sobre todo en la Asamblea Nacional, desde donde la Revolución Ciudadana busca la impunidad que requiere para volver a ser Gobierno en 2025. “Ya vamos a regresar al poder, ahí nos vamos a reír”, “Somos los dueños del Ecuador, jajaja”, “Mientras esté otro Gobierno vamos a estar jodidos”, son los mensajes intercambiados entre Norero y uno de sus socios más cercanos.
¿Qué postura tomarán los países vecinos respecto a esta guerra que se expande más allá de nuestras fronteras? México ya eligió, pero aún esperamos definiciones de los demás.
Sofía Cordero es politóloga y docente de posgrado ecuatoriana.
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