Lo sucedido entre Ecuador y México durante los últimos días nos permite entender que la lucha contra el crimen organizado tiene repercusiones en toda la región y pone a prueba los intereses y preferencias políticas de los países vecinos. No debemos olvidar que Jorge Glas se refugió en la embajada de México en diciembre de 2023, cuando se vio acorralado por lo descubierto en el caso Metástasis que develó las relaciones entre el crimen organizado, la política y la justicia. Desde entonces, México asumió una postura política respecto al tema al proteger a Jorge Glas y recibirlo como huésped, interfiriendo en el curso normal de los juicios y condenas que pesan sobre él.
Tres meses más tarde, México volvió a demostrar su posición política al cuestionar la legitimidad de los resultados de las elecciones de 2023 cuando dijo que Fernando Villavicencio fue asesinado para que Luisa González, la candidata del correísmo, perdiera las elecciones. Andrés Manuel López Obrador repitió lo que en su momento dijo Rafael Correa. El reconocimiento de asilo para Glas también constituye una posición política, ya que ignora la convención de Caracas según la cual no es lícito otorgar asilo a delincuentes condenados por delitos comunes.
Con estos antecedentes, el martes 9 y el miércoles 10 de abril se dieron dos sesiones extraordinarias convocadas por la OEA para tratar el conflicto. En ninguna se abordó el tema planteado por Ecuador respecto al uso correcto de la figura del asilo y los abusos que se dan cuando este se utiliza por afinidades políticas o ideológicas.
Creo importante recordar intervenciones de países como Bolivia que restó importancia a la gravedad de los delitos por los que Jorge Glas ha sido condenado y continúa siendo investigado y procesado. Para defender lo hecho por México, y condenar a Ecuador por la incursión en la embajada, Chile llegó a comparar a Glas con Harald Edelstam, el diplomático sueco que salvó la vida de miles de personas inocentes durante la Segunda Guerra Mundial, y que durante la dictadura de Augusto Pinochet recurrió a su inmunidad diplomática para hacer lo mismo. Comparar a Jorge Glas con personas que salvaron vidas en la Segunda Guerra o en dictaduras como las del cono sur, demuestra el total desconocimiento de quienes lo hacen respecto a la trayectoria delincuencial y condenas en curso del exvicepresidente.
Luis Almagro, secretario general de ese organismo, afirmó que es inadmisible que quede como precedente lo ocurrido en Quito y que se debe restituir “la situación a su estado anterior”. Colombia se sumó al pedido de restituir el estatus de asilo al exvicepresidente. Ninguno definió cómo se daría este proceso en términos legales, probablemente porque abriría un complejo debate sobre los límites de la ley internacional respecto a la justicia ordinaria del Ecuador. La devolución del asilo constituiría sin duda, una intromisión en asuntos internos.
La resolución de la OEA contiene 10 puntos que se refieren a la actuación del Ecuador y también a las violaciones de la Convención de Viena. Al tiempo que condena enérgicamente la intrusión en las instalaciones de la Embajada de México en el Ecuador, reafirma la obligación que tienen los Estados que forman parte de la Convención de Asilo Diplomático de 1954 de respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor y de no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado. México sigue insistiendo en una sanción más allá de lo moral para Ecuador, junto a Rafael Correa, quien se ha concentrado en hacer gestiones en instancias internacionales para sancionar al país económicamente.
Podemos concluir que, por ahora, la región ha demostrado no estar lista para debatir lo de fondo: la incursión del crimen organizado en las instituciones, sus consecuencias para el debilitamiento de la democracia y lo importante de la diplomacia y las relaciones internacionales para hacerle frente a la narcopolítica.