Hace unas semanas salió publicado un
artículo inédito de la escritora mexicana Rosario Castellanos. Se trataba de
los fragmentos de un discurso suyo en 1957 en el órgano del Ateneo de Ciencias
y Artes de Chiapas titulado “La misión del intelectual” (La Razón, México,
16|03|24). Reproduzco arbitrariamente algunos fragmentos que, más allá del
tiempo y del espacio, resuenan con lucidez. Parece que un documento escrito
anteayer. Dejo a los lectores su adaptación a los contextos locales.
“Si la profesión del intelectual es el periodismo debe ejercerla no como, desgraciadamente, se acostumbra. No para lograr poder, riqueza o prestigio, vendiendo informaciones inexactas, obedeciendo a las consignas de un partido, sirviendo a los intereses de una clase, excitando o adormeciendo las susceptibilidades de una nación. Los periodistas de todo el mundo exigen libertad para expresar sus ideas, pero no siempre, cuando alcanzan esa libertad, saben hacer un recto uso de ella. Sin tomar en consideración el número enorme de conciencias a las que pueden pervertir con sus escritos, propagan especies escandalosas, lesionan reputaciones, administran la fama, comparten el botín de los delincuentes manteniéndolos bajo la amenaza de la denuncia pública”.
“Nunca, como ahora, la inteligencia se había visto tan humillada, tan perseguida, tan sujeta a la sospecha y a la inquisición…”.
“El ambiente que nos rodea es doloroso. La miseria, la ignorancia, la injusticia, el fraude, prosperan en todos los rincones de México. Poner atención a tales circunstancias, asumirlas en toda su gravedad y toda su trascendencia, tiene que producirnos un malestar moral, un remordimiento de conciencia que no se placaría sino con la acción fecunda”.
“Las becas, las pequeñas o grandes sangrías en el erario estatal, no son sino paños calientes sobre una herida. La solución consiste en estimar la obra intelectual, si realmente vale, y traducir esta estimación en precio, de tal manera que los intelectuales puedan vivir, como cualquier hombre, del oficio que desempeñan cuando lo desempeñan bien”.
“…ellos son la ‘sal de la tierra’. Y si la sal pierde su virtud ¿con que sazonaremos nuestro alimento?”.
Hugo José Suárez, investigador de la UNAM, es miembro de la Academia Boliviana de la Lengua.