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El Tejo | 30/03/2025

De encuestas y debates

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

Cuando la desesperanza me ataca, intento defenderme recordando nuestra historia contemporánea. Recuerdo, por ejemplo, que, librarnos de los 18 años de dictadura militar (con cortos períodos de libertad), que fueron más duros que los 19 del evismo, nos costó cuatro años de intensa y agitada vida política.

Así, en las elecciones de 1978 (las primeras desde 1966), la oposición se presentó dividida en dos referentes básicos, la Unidad Democrática y Popular (UDP) con Hernán Siles Zuazo, y el Movimiento Nacionalista Revolucionario-Alianza (MNRA) con Víctor Paz Estenssoro. También se presentó el Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), con Casiano Amurrio, y el Partido Socialista Uno (PS1) con Marcelo Quiroga Santa Cruz, pese al peligro del continuismo dictatorial que fue representado por Juan Pereda Asbún. Hubo, además cuatro candidaturas sin mayor respaldo.

Anuladas por el tremendo fraude montado por el oficialismo (recordemos, contemporáneamente, 2019), se convocó a nuevas elecciones en 1979, en las que el ciclo militar fue representado por Hugo Banzer Suárez con Alianza Democrática Nacionalista (ADN), y la oposición a éste con la UDP, el MNRA (que absorbió al FRI) y el PS1. También postularon otras cuatro candidaturas, entre las que sobresalía Vanguardia Obrera de Filemón Escóbar.

Se trató de otro esfuerzo fallido, pues ninguna de las candidaturas obtuvo el respaldo suficiente y se nominó a Walter Guevara Arze como presidente interino. Éste fue sucedido por Lydia Gueiler Tejada, que convocó a elecciones en 1980. En ellas (y ya sin posibilidad de calificar a las candidaturas como oficialistas u opositoras por el nuevo entorno político) participaron la UDP, MNRA, ADN y PS1 como las más importantes alianzas, a las que se sumaron otras que más descollaron por sus candidatos que por sí mismas, resaltando los expresidentes Luis Adolfo Siles Salinas y Walter Guevara Arze; el exvicepresidente y legendario dirigente sindical Juan Lechín Oquendo y dirigentes indígenas como Constantino Lima y Luciano Tapia.

Los resultados alcanzados permitieron prever que la UDP se haría cargo del gobierno ese 6 de agosto de 1980, pero sobrevino el golpe de Estado del exgeneral Luis García Meza. Todo se trastocó… y recién en octubre de 1982 se logró que los militares retornen a sus cuarteles

Esta reseña me sirve (ojalá que a ustedes también) para ver que en nuestra historia cuando los ciclos políticos se cumplen, no hay remedio, los actores del ciclo terminal tienen que replegarse y los nuevos actores tienen que asumir los desafíos de la agenda pública.

Hay que anotar que en esta sucesión de hechos se hacía política y las diferentes corrientes, por el contacto que mantenían con los diversos sectores de la sociedad, recogían sus demandas que luego traducían en propuestas concretas y postulaban sus visiones de país que ponían en consideración de la ciudadanía con los mecanismos que la realidad concreta les permitían usar, particularmente las tradicionales “proclamaciones” a lo largo y ancho del país.

Los cambios que se han registrado en el país y el mundo exigen, obviamente, nuevas formas de actuar en política, pero la tarea de recoger las demandas ciudadanas para sistematizarlas y traducirlas en propuestas sigue siendo la base para conquistar democráticamente el poder.

En esta semana, empero, se observa que todo este trabajo –que es la tarea fundamental de las organizaciones políticas–, ha sido confiada a los resultados de encuestas, que si bien son útiles para tener un marco de trabajo, son insuficientes para formular planes y estrategias que seduzcan a la gente. Porque esa labor no consiste sólo en conocer los problemas y demandas, sino en jerarquizarlos e incluso convencer a los votantes de la necesidad de acciones que no responden directamente a sus demandas inmediatas.

En ese marco debe incluirse a los debates entre los candidatos. Estos servirán si los postulantes giran alrededor de las visiones de país que tengan y la forma de hacer que éstas beneficies al país. Lo demás es mero espectáculo que, incluso, puede desorientar a la ciudadanía.

Por lo señalado, y para superar depresiones, recordemos nuestra historia y exijamos que se haga política, no concurso de ofertas sin sustento, más aún si la transición al nuevo ciclo que vivirá el país ya dura nueve años, si ponemos como fecha de inicio el referendo constitucional de febrero de 2016.



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