Por Mauricio O. Ríos
En medio de los titulares sobre cómo la pandemia del Covid-19 continúa redefiniendo las dinámicas políticas, económicas y sociales alrededor del mundo, es muy posible que el reciente informe anual del Banco Mundial sobre el desarrollo, enfocado en el valor de los datos, haya pasado casi desapercibido. Y que por lo tanto los gobiernos no le hayan prestado la atención que se merece.
Ignorar las recomendaciones de ese informe, sin embargo, sería un grave error para los diseñadores e implementadores de políticas públicas porque hoy por hoy los datos se han vuelto omnipresentes en nuestras vidas. En los últimos 20 años, por ejemplo, los flujos mundiales de datos se han multiplicado por mil. Los datos están en todas partes. Y cuando los datos se convierten en información valiosa, tienen el potencial de mejorar vidas, transformar economías y ayudar a acabar con la pobreza.
La última edición del informe del BM sobre el desarrollo mundial, más conocido en inglés como el World Development Report 2021, se titula “Datos para una vida mejor”, y se enfoca precisamente en la urgente necesidad de aprovechar el valor de los datos para mejorar la calidad de vida de las personas, y sobre todo de los más pobres.
En la misma lucha contra la pandemia, el mundo se enfrenta a nuevas demandas de datos como una de las armas principales en la guerra contra el COVID-19. Los gobiernos que están basando sus decisiones en datos relevantes y científicos están logrando combatir el COVID más efectivamente que los gobiernos que simplemente ignoran o no cuentan con datos fehacientes e integrados sobre la crisis de salud que enfrentan sus países. El acceso a las vacunas es indudablemente otra arma crucial en esa lucha, además de otros factores como el cambio de comportamiento y la responsabilidad cívica de las personas. Pero al final todo esto también se resume en datos…y más datos.
A pesar de los usos innovadores de datos que ya existen hoy en día, por ejemplo, a través de las distintas plataformas digitales de transporte a demanda, de denuncia de acoso sexual, o inclusive de denuncia de la deforestación del Amazonas, el informe señala que los datos siguen siendo muy subutilizados. Esto significa que los gobiernos y la sociedad en su conjunto desaprovechan gran parte del valor económico y social de esos datos.
“Recoger y utilizar datos para un único fin sin ponerlos a disposición de otros para su reutilización es un desperdicio de recursos,” señalan los autores del informe en un blog publicado recientemente sobre el tema. “Mediante la reutilización y combinación de datos procedentes de fuentes públicas y privadas, y la aplicación de modernas técnicas de análisis, los conjuntos de datos fusionados pueden abarcar a más personas, con mayor precisión y frecuencia. Aprovechar estas sinergias entre los datos puede reportar beneficios reales.”
Para que la sociedad en su conjunto pueda beneficiarse de la valía de los datos que ya tenga o pueda generar, el informe del BM plantea la necesidad de que todos los países -incluyendo Bolivia por supuesto- establezcan nuevos contratos sociales para orientar el uso adecuado de los datos.
Tres pilares
Para que ese nuevo contrato social funcione efectivamente, según el informe, se propone que el contrato esté basado en tres pilares: la confianza, la equidad y el valor.
El pilar del valor implica que todo el valor de los datos se materializa cuando los sistemas permiten su utilización y reutilización para diversos propósitos.
El pilar de la equidad se refiere a que todos comparten equitativamente los beneficios que generan los datos cuando las inversiones y las regulaciones crean igualdad de condiciones.
Y el pilar de la confianza implica la generación de un entorno de confianza cuando se salvaguardan los derechos e intereses que todas las partes interesadas tienen sobre los datos.
De esta manera, según el informe del BM, el contrato social se materializa gracias a una gestión de datos eficaz, lo que requiere políticas que cierren la brecha informática, proporcionen acceso universal a la banda ancha, y garanticen que todos los países puedan acceder a una infraestructura moderna para intercambiar, procesar y almacenar los crecientes volúmenes de datos.
También es fundamental, puntualiza el informe, contar con marcos regulatorios e instituciones que salvaguarden los datos a través de medidas de ciberseguridad y protección de datos, y que permitan compartir y reutilizar los datos de forma segura.
Los autores del informe advierten por ejemplo que cuantos más datos se reutilicen, mayor será el riesgo de que éstos se utilicen indebidamente. Pero a medida que los datos se combinan, reutilizan y readaptan de formas cada vez más creativas, el alcance de los efectos positivos también aumentará rápidamente.
Como objetivo aún más ambicioso, el informe del BM también plantea la necesidad de que cada país establezca un sistema nacional integrado de datos para facilitar que los datos fluyan de forma segura entre todos los actores relevantes, incluyendo a instituciones académicas, entidades gubernamentales, organizaciones internacionales, sector privado, y sociedad civil.
Es así como los datos pueden mejorar la vida de distintas maneras. Los Gobiernos, por ejemplo, pueden utilizar los datos para mejorar el diseño de programas y políticas públicas, así como la focalización de recursos hacia personas y zonas marginadas. El sector privado puede aprovecharlos como base para nuevos modelos de negocio de plataforma que estimulen la actividad económica y favorezcan el comercio internacional de servicios. Y las personas, empoderadas por los datos, pueden tomar mejores decisiones gracias a la disponibilidad de más información y conocimientos, así como exigir una mejor rendición de cuentas a los Gobiernos.
En breve, el informe sobre el desarrollo mundial del BM intenta responder dos preguntas fundamentales para cualquier gobierno alrededor del mundo. Primero, ¿cómo pueden contribuir los datos a alcanzar los objetivos de desarrollo? Y segundo, ¿qué tipo de mecanismos de gestión se necesitan para respaldar la formulación y el uso de datos de forma segura, ética y confiable, y al mismo tiempo asegurar un acceso equitativo al consiguiente valor agregado?
Por el bien del país, la administración Arce también debe responder a estas dos preguntas para asegurarse que los datos se vuelvan en un motor de progreso económico y social, incorporando garantías de protección que generen confianza en los sistemas de datos, así como reglas de juego que permitan que todos los actores se beneficien por igual. En ese sentido, los esfuerzos deben apuntar a establecer un marco institucional y regulatorio, así como forjar un nuevo contrato social para los datos, basado en los principios de valor, confianza y equidad.
El informe del BM
proporciona una hoja de ruta sobre cómo aprovechar el poder de los datos para
el desarrollo, a fin de garantizar que nadie se quede atrás. Si la
administración Arce realmente tiene la intención de reducir la pobreza en el
país, más vale que se den tiempo para estudiar este informe detenidamente.
*Mauricio O. Ríos es consultor internacional en comunicación estratégica y prevención de conflictos con la firma Conflict Management Consulting. Radica en Washington, DC, donde trabajó para varios organismos como la OEA y el Banco Mundial. Dirige el programa de entrevistas “Desde Afuera”, iniciativa apoyada por Brújula Digital.