La otra mañana me
desperté de un sueño un tanto curioso. Curioso por el tema, y sueño porque si
se hiciera realidad sería positivo para Bolivia.
En dicho sueño el presidente Luis Arce finalmente había caído en cuenta de una cruda realidad que seguramente muchos en Bolivia ya están conscientes de, pero que tal vez no lo han expresado explícitamente.
Esa realidad es que los enemigos públicos número uno del mismísimo Arce y de su gobierno, y del país en general, son precisamente los exmandatarios Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera.
Algunos se preguntarán por qué de esta apreciación.
Para eso sólo basta repasar acontecimientos de las últimas semanas en los que tanto Morales como García Linera han demostrado realmente lo que son y lo que intentan lograr.
Primero lo que son: unos desesperados por retornar al poder y no perder vigencia en la escena nacional e internacional. Unos desesperados por tener visibilidad pública a cualquier costo porque saben bien que sin ella se empieza a oler a muerte política. Y unos desesperados de angurria de poder por el cual serían capaces de TODO, así todo con mayúscula, para volver a usarlo y abusarlo en pos de sus intereses personales.
Un claro ejemplo de esta desesperación en el plano internacional es su apoyo, sin ningún escrúpulo ni consideración del derecho internacional, a la invasión rusa en Ucrania, sin ni siquiera ser ellos autoridades oficiales del actual gobierno. Esto en un escenario en el que los países que apoyen a Rusia, como Bielorussia, también se arriesgan a sufrir graves sanciones y el aislamiento del resto del mundo. Pero al ex jefazo y a su Vice, las consecuencias negativas para Bolivia es lo que menos les importa o preocupa.
Además de situarse en el lado equivocado de la historia con el conflicto en Ucrania, lo que Morales, su ex Vice, y varios otros en la actual administración también están logrando es destrozar la poca credibilidad de Bolivia en el escenario internacional, malograr relaciones claves con los Estados Unidos y la Unión Europea, y demostrar una vez más su gran afinidad con autócratas como Putin, Ortega, y Maduro entre otros, además de un total desconocimiento del estado de derecho, la autodeterminación de los pueblos, y las libertades básicas de las personas.
Todo esto explica, por ejemplo, por qué ambos personajes (sobre todo Morales) logran más cobertura mediática que el propio presidente Arce, e incluso otros líderes opositores. Los datos hablan por sí mismos. Sólo cuenten el número de titulares generados por Morales y García Linera en las últimas semanas, y compárenlo con el número de titulares generados por Arce y otras figuras públicas. Más claro ni agua.
También es evidente (y triste de constatar) que ambos exmandatarios logran generar más titulares i visibilidad hablando disparates o proponiendo ideas descabelladas, al puro estilo Trump! Lo positivo aquí es que ellos mismos se están devaluando y perdiendo credibilidad ante audiencias nacionales e internacionales. Sus declaraciones ya bordean la línea de la locura o tal vez la estupidez.
Segundo, lo que ambos intentan hacer sobre todo a nivel doméstico es sembrar confusión, desunión, y desacuerdo entre los bolivianos para que el gobierno de Arce fracase, y así ambos Morales y García Linera retornen a la Casa Grande del Pueblo por la puerta ancha, como los salvadores del MAS y del ya trillado proceso de cambio.
Un ejemplo claro de esta dinámica destructiva en el escenario local son las recientes declaraciones de García Linera sembrando dudas sobre si Arce y Choquehuanca estarían dispuestos a ir a la reelección, con o sin la sigla del MAS? O sea en otras palabras, son Morales y García Linera los que deberían postularse en el 2025 por el MAS, y no así Arce y Choquehuanca. Ese es el verdadero mensaje de García Linera! Otra prueba más de esa desesperación por arrebatar el poder a cualquier costo.
Que queda entonces por hacer con Morales, García Linera, y otros enemigos del país?
Cómo se conoce hoy en el lingo y esfera de los medios sociales, el mejor antídoto contra personajes tóxicos y destructivos es su respectiva “cancelación” por parte de los medios de comunicación, redes sociales, y también de sus seguidores.
Trump y otros de su círculo cercano ya probaron de esa medicina cuando alentaron la violenta insurrección en el Capitolio en enero del año pasado en Washington, DC. Debido a esa agresividad, incitación a la delincuencia, desconocimiento del estado de derecho y las reglas institucionales, Facebook y Twitter incluso les cancelaron sus cuentas.
Ahora les toca el turno a Evo y Álvaro. Y, por el bien del país, esto no debería ser tan complicado. Por ejemplo, es hora de que los medios de comunicación en Bolivia sean más selectivos en la cobertura que les dan. Y que de una vez por todas dejen de jugar su juego publicitario y destructivo, difundiendo cualquier exabrupto que sale de sus bocas. Mejor ignorarlos y enfocarse en los temas que realmente importan al país: la recuperación de la pandemia, la reactivación económica, la educación de la niñez, la reforma de la justicia, la lucha contra el narcotráfico, y tantos otros temas más.
Sólo así se hará realidad el sueño de la cancelación de los enemigos públicos del gobierno, y sobre todo del país. Empezando con el presidente Arce y su gobierno, la cancelación del jefazo y su portavoz nos beneficiará a todos.
*Mauricio O. Ríos I es consultor internacional en comunicación estratégica y prevención de conflictos con la firma Conflict Management Consulting. Fue funcionario del Banco Mundial. Ahora radica en Oxford, UK. Dirige el programa de entrevistas “Desde Afuera”, iniciativa apoyada por Brújula Digital.