Al empezar un nuevo año
siempre es fundamental hacer una pausa y tratar de tener una vista panorámica sobre
las grandes crisis o tendencias que podrían afectar al mundo, incluyendo a Bolivia,
y que seguramente estarán con nosotros durante los próximos doce meses y
más.
En medio de la constante ola de noticias y cacofonía de temas varios en medios tradicionales y sociales, es fácil perder la perspectiva sobre otros temas claves a nivel global y regional que ya nos están afectando, o que pronto lo harán.
En ese sentido, recientemente The New Humanitarian, publicó su lista anual de 10 crisis o tendencias globales que observará este 2022. La elaboración de esta lista por quinto año consecutivo fue realizada en colaboración con analistas, trabajadores humanitarios y reporteros de más de 60 países. The New Humanitarian es un medio de comunicación independiente sin fines de lucro que se enfoca en cubrir crisis humanitarias a raíz de conflictos y desastres naturales alrededor del mundo.
¿Cuáles son entonces los temas en esta lista?
Los temas son variados: van desde los efectos de largo plazo de la pandemia hasta el problema del odio alentado a través de las redes sociales y las diversas crisis en Afganistán, Etiopía, Haití, Myanmar, y Yemen.
En el tema del Covid19, por ejemplo, The New Humanitarian resalta “los efectos de resaca” de la pandemia sobre la pobreza e igualdad, y enfatiza que las repercusiones de la pandemia son profundas y duraderas, especialmente para países que están enfrentando otras crisis superpuestas. (Caso de Bolivia y otros países en la región)
Otro tema relacionado en la lista es el encuentro de la turbulencia política en Latinoamérica con las consecuencias de la pandemia. A nivel global, más del 30% de las muertes por COVID-19 se han producido en la región, donde sólo vive poco más del 8% de la población mundial. Todo esto se ha traducido en familias que han perdido sus trabajadores o niños huérfanos que ahora deben dejar de estudiar para trabajar. La pérdida de empleos también ha empujado a millones de personas a la pobreza y fuera de la clase media.
En ese sentido, señala The New Humanitarian, los impactos financieros y sociales de la pandemia no solo están empeorando la pobreza y la desigualdad existente, sino que también están contribuyendo a niveles de hambre sin precedentes en Latinoamérica, y alrededor del mundo.
En efecto, el hambre es otro tema en la lista de potenciales crisis. Su relevancia fue tratada durante la primera Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU en septiembre pasado, cuando líderes mundiales asumieron una serie de compromisos para construir sistemas alimentarios más sostenibles, equitativos y ecológicos. La esperanza es que estos compromisos se traduzcan en acciones concretas para aumentar la seguridad alimentaria y reducir el hambre a nivel mundial.
Sólo en el norte de Etiopía, por ejemplo, más de 9 millones pasan hambre y cientos de miles están al borde de la hambruna, según la ONU. Y en el sur y el este de ese país, la ONU dice que la sequía dejará a otros 6 millones de personas necesitadas de asistencia este año.
A esa terrible situación, se agrega el tema de los “interminables obstáculos” para que llegue ayuda humanitaria a países en conflicto como Etiopia donde el ataque público y sostenido hacia los trabajadores humanitarios y las agencias de desarrollo por parte del gobierno y sus opositores ha sido alarmante. Los trabajadores humanitarios han sido llamados “espías y terroristas”. Más de 20 trabajadores humanitarios han sido asesinados, y varios grupos de ayuda han sido expulsados.
Los encierros por la pandemia y las dificultades en la cadena de suministro y el transporte también han dificultado la prestación de ayuda humanitaria en países como Haití y Yemen. En este último, los ojos del 2022 estarán puestos en la ciudad de Marib, centro del conflicto yemení.
La agitación política y los desafíos humanitarios en países como Afganistán, Haití, y Myanmar también es otro tema que integra la lista del The New Humanitarian. Otros temas incluyen los obstáculos para quienes buscan asilo en países de occidente, y las tensiones creadas con los países de origen de los emigrantes, así como los costos humanitarios a raíz de la acción de mercenarios que buscan beneficiarse de estas crisis. Los riesgos ocultos para la salud a raíz del cambio climático también es otro tema en la lista al cual debemos ponerle más atención.
Finalmente, la lista también destaca el problema de la propagación del odio en las redes sociales. Ya hemos visto cómo las cuentas en medios sociales de varios políticos en los Estados Unidos, incluido el expresidente Trump, han sido suspendidas (Facebook, Twitter) porque estas personas han constantemente divulgado información falsa y destructiva o han incitado a la violencia. Pero todavía queda más trabajo preventivo por hacer.
En Bolivia, no sería una sorpresa que este año también se solicite la clausura de alguna cuenta de medio social de algunos de nuestros políticos y líderes, tanto del oficialismo como de la oposición, sobre todo si éstos siguen instigando a la división, conflicto, y enfrentamiento de los bolivianos en vez de abocarse a atacar los “efectos de la resaca” de las múltiples crisis que estamos enfrentando en el país.
Las variadas crisis y “efectos de resaca” de la pandemia muestran que los gobiernos responsables en el mundo no tienen tiempo que perder.
Mauricio O. Ríos I es consultor internacional en comunicación estratégica y prevención de conflictos con la firma Conflict Management Consulting. Fue funcionario del Banco Mundial. Ahora radica en Oxford, UK. Dirige el programa de entrevistas “Desde Afuera”, iniciativa apoyada por Brújula Digital.
@brjula.digital.bo