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Filia Dei | 18/04/2022

Chicha, microscopio y geopolímeros

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Es curioso que un estudio del 2018 sobre Tiahuanaco y los geopolímeros allí hallados, no haya tenido mayor repercusión en Bolivia. Quizás porque deja en evidencia que no hubo actividad extraterrestre y tampoco bolivianos involucrados en el mismo.

Recuerdo que la primera visita que realicé a Tiahuanaco cuando estaba en primaria, incluía la referencia de que aquellos restos de obras majestuosas hechas en piedra, parecían ser producto de la labor de complejas máquinas de cortado preciso en roca y no se descartaba la clásica hipótesis de que pudo haber actividad extraterrestre con rayos laser para lograr estas formas.

Hace unos días me tropecé con una publicación del 2019 en la revista científicaMaterials Letters de la plataforma de artículos Elsevier. Este trabajo toma el acertijo arqueológico sobre cómo lograron los tiahuanacotas esas formas neolíticas con ángulos o perforaciones tan perfectas. Los tres autores son investigadores de lo que se conoce como geopolímeros.

Joseph Davidovits es el inventor y desarrollador de la geopolimerización. Acuñó el término geopolímero para clasificar la geosíntesis que produce materiales poliméricos inorgánicos y que ahora se usan para varias aplicaciones industriales. Es como hacer baldosas de cemento con un molde o cerámica con altorelieve, también con la ayuda de moldes.

Esta es la conclusión a la que se llegó a través de los estudios realizados entre el 2015 y 2018, que tuvieron como objeto el estudio  de las piedras monumentales que constituyen el sitio Pumapunku en Bolivia. La presentación de los primeros hallazgos está disponible con traducción en video y si es un curioso como yo de estos temas, seguro que lo disfrutará.

En la presentación se menciona el uso del microscopio óptico, que es como una lupa y permite observar ciertos detalles. El investigador no da crédito, que arqueólogos renombrados, no hubieran usado una herramienta tan simple para poder identificar la presencia de agujeros de distintos colores, a pesar de ser una superficie plana. Ya con el uso de espectroscopia de rayos X de dispersión de energía, se logra determinar los compuestos químicos que forman estos geopolímeros. Allí detectan una materia orgánica que contiene amonio. ¿Cómo llegó esto a una “roca”?

Acá los expertos en geopolímeros empiezan a unir varias piezas en el rompecabezas. Ellos saben que las rocas de origen volcánico necesitan un tipo de ácido para “ablandarlas”. Entre los posibles ácidos se encuentra el acético, que se puede obtener fácilmente al fermentar ciertas bebidas. Los registros indican que la producción de chicha de maíz en tiempos antiguos excedía a la que se podría considerar para consumo humano. El excedente era justamente para disolver las rocas.

Faltaba una pieza más en el misterio y era hallar el “pegamento”, lo que lograría endurecer el polímero para el acabado. Así, lograron identificar que era el guano, que es el que contiene los mismos elementos que el aglutinante en las formaciones en Tiahuanaco.

Lo que me intriga al final de revisar estos estudios, es si este nuevo conocimiento será incorporado en la currícula escolar de Bolivia. Esto sería ideal, para que dejemos de especular y estimulemos que nuestros jóvenes estudien, pierdan el miedo a la química, se formen y colaboren con otros investigadores. Educación e investigación, nos permiten entender mejor el pasado y hallar alternativas adecuadas al presente y futuro inmediato. Pero al observar que fue una universidad peruana y no boliviana, la que se involucró en este estudio, me entran dudas si algún día saldremos de la burbuja que nos impide avanzar en estas áreas.

Cecilia González Paredes M.Sc.

Especialista en Agrobiotecnología



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