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Guata regua (caminante) | 14/07/2025

Carta a los jóvenes: no se desesperen por construir una imagen falsa

Hernán Cabrera
Hernán Cabrera

Estimados jóvenes y señoritas:

Llegar a los 60 años es hermoso. Ahí empieza la vida en toda su plenitud, aunque con carencias materiales, como la renta de jubilación que uno recibe, que es miserable. Pero algo es algo, y a pesar de estar jodido hay que estar contento, repetía mi padre en su silla de ruedas, repasando su existencia intensa y de grandes sacrificios que realizó por su familia.

La vida se construye ladrillo a ladrillo y los logros que irás teniendo será con mucho sacrificio, esfuerzos y renuncias. No esperes encontrarte con una lámpara mágica para que se concreten tus tres deseos, así como la leyenda de la lámpara de Aladino, o sacarte la lotería de millones con un solo billete, para lo cual requerirías mucha suerte.

Pero, más allá de ello, querido joven, vos tenés el mundo por delante y con todas tus capacidades, talentos, limitaciones. Si tienes familia tienes un soporte fundamental, porque tu papá y mamá harán de todo para que estudies, salgas profesional, tengas las comodidades necesarias en tu marcha hacia tu independencia.

Mira, te contaré dos casos de enorme valor de jóvenes como vos que, a pesar de las dificultades que sufrían, hoy son símbolos de lucha, creatividad, dignidad y humanidad.

Anna Frank, con seguridad has escuchado su nombre. Fue una niña judía que se convirtió en una adolescente mientras estuvo escondida durante dos años de los nazis –que buscaban a todo judío para aniquilarlo–. Mientras se mantenía en un anexo con otras 11 personas, entre ellas sus padres y su hermana entre ellos, fue escribiendo un diario cada día, narrando las atrocidades que sufrían los judíos en manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, pero, al mismo tiempo, se refería a la belleza de la vida y a sus sueños. Hoy Ana es un ejemplo de vida, de amor, que te debe inspirar.

Mary Shelley, la señorita que nos regaló uno de los libros más terroríficos y bellos a la vez. Frankenstein o el moderno Prometeo, su creación científica que se han hecho películas, novelas, teatro sobre el mismo. Escribió este clásico de la literatura universal a sus 18 años. ¡Qué fuerza creadora!

Como verás a esas dos señoritas no tuvieron muros ni excusas para hacer lo que realmente le gustaban. Trascendieron a sus épocas y fueron testimonio de que durante la existencia en la tierra podes hacer algo más que gastar tus horas y minutos en banalidades, en juergas, en comparsas, en desesperarte por ser influencer, estar en la boca y las miradas de los fanáticos; aunque, claro, puedes tener tus ratos de ocio y de diversión. Pero no pierdas mucho tiempo en ello. El tiempo es inexorable y no perdona a nadie.

Pasa las facturas de forma permanente, aunque te pongas máscaras de maquillaje o te hagas cirugías estéticas. Los miles de “me gusta” que te dan en el Facebook no te servirán para ser diferente del resto.

Emilio Salgari, el capitán temido que escribió tantos libros de aventuras marítimas, recomienda a los jóvenes la necesidad de los libros y que “templasen en ellos el sentido viril, que los preparasen a una vida de independencia, al sentimiento de la libertad personal, que les despertara la afición a los viajes, a los riesgos, a las hermosas aventuras”.

A esto quiero llegar, a que tengas la capacidad y el sentido de dedicar algunas horas a la lectura de novelas, cuentos, poesías, filosofía o de la disciplina que te apasione o guste. Antes de dormir llévate un libro de compañía, dale una ojeada y lee. Tendrás lindos sueños y te levantarás con nuevos impulsos de vivir, con una voluntad de poder única, con el afán de volar y de ser un testimonio vivo.

Tampoco te sientas menos o que no puedes pensar en estos tiempos intensos, confusos e hipercomunicados, en los que estamos afrontando el diario vivir. Eres un ser humano social, creativo, con todas las potencialidades de trascender y ser mejor cada día.

El intelectual italiano Antonio Gramsci, decía que todos somos intelectuales, aunque no todos desempeñemos esa función. Si es por pensar y juzgar, todos somos filósofos, insistía. Vemos y nombramos, damos sentido a las cosas y evaluamos. Ahora bien, con frecuencia eso lo hacemos de carrerilla: con creencias o ideologías que se nos imponen. ¿Qué es lo preferible? ¿Hablar de prestado, pasivamente? No, responde Gramsci, hay que pensar y juzgar con autonomía y con crítica: cada persona debe interrogarse sobre lo que hay, sobre lo que ocurre y sobre sí misma, participando activamente en la historia del mundo. Si no lo hacemos, se nos impondrán opiniones e ideas ajenas: nos someteremos con docilidad.

Seguramente te vienes quejando de los problemas que atraviesas en este país que cierra las puertas a los jóvenes, pero abre los portones a la inseguridad, delincuencia, el ocio. O te quedas cruzado de brazos, renegando de todo y de nada; o te aferras al seno familiar, porque ahí tienes comida, cama, viáticos y ves el mundo pasar. O no quieres hacer nada porque dices que todos están contra vos.

Te contaré una historia de sacrificios y logros. Víctor Frankl, es un sobreviviente del holocausto nazi. En los campos de exterminio perdió a sus padres y hermanos, A él lo torturaban todos los días. Estuvo al borde de la muerte, pero en cada agresión decidió pensar en alguien a quien amaba y se decía a sí mismo que tenía la obligación de salir con vida de esos crueles campos y de las torturas del régimen de Hitler.

Sobrevivió y para dejar constancia de su enorme afán de vivir escribió un libro hermoso que lo debes leer. Se llama El hombre en busca de sentido, que marcará pautas para transformar tu aburrida o desviada existencia.

Te dejo con esta reflexión de Frankl: “Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender de nosotros mismos y después enseñar a los desesperados que, en realidad, no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros. Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de ello, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les inquiriera continua e incesantemente. Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo”.

Un abrazo mi querido joven y señorita, y ojo no te desesperes por hacer el ridículo, mostrándote en tu falsa imagen. Estamos nosotros, los humanos, que nos valemos de todo tipo de recursos para salir adelante. Sigamos adelante.

Hernán Cabrera es periodista.



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