La justicia no es solo un asunto, tema, hecho o decisión en el que solo están involucrados los abogados, magistrados, jueces, fiscales y demás administradores frente a las personas denunciantes y los procesados. Es un derecho humano que nos compromete y nos debe alcanzar a todos y todas por igual. Sin privilegios, sin mentiras, sin abusos, sin padrinazgos, sin maletín de dólares de por medio. Sin sobornos ni chantajes.
Desde el precepto constitucional que indica que la justicia es un derecho humano, nos tiene que mover a cada uno de los ciudadanos a asumirlo bajo esa dimensión; por lo que no podemos quedarnos callados, ni con los brazos cruzados, ante el hecho de que quienes administrar el Poder Judicial hagan lo que quieran y conviertan a la justicia en un recurso inhumano y en un instrumento del poder político, económico o sectorial.
Querido lector imagínese que su vida, su libertad, su integridad y su seguridad dependa de algunas personas (fiscales y jueces) que, en base a testimonios, pruebas, que muchas veces son inventadas, o sólo telefonazos que reciban, lo declaren culpable y camino a Chonchocoro, Palmasola, San Pedro, Morros Blanco. Muchas veces el fallo de un juez se fundamenta en testimonios sin indagar más allá de los mismos.
El caso de Richard Mamani no es único, ni aislado. Fue acusado de violación por una mujer que luego confesó que mintió. Fue un caso en el que no hubo un proceso de investigación riguroso por parte del fiscal asignado, ni de la Policía. Por comodidad y para dar alegría a los acusadores, lo enviaron a la cárcel. Pasó nueve años encerrado.
Así como éste hay cientos de casos que deben ser revisados con meticulosidad. Para ello se requieren administradores de justicia probos, capaces, rectos, íntegros y valientes, a prueba de todo soborno o tentación de llenarse las alcancías con algunos miles de dólares.
“Quién me devuelve mi juventud, espero que nadie más viva el infierno que atravesé”, sostuvo entre lágrimas. Entró a la cárcel de Morros Blanco a los 19 años y salió en libertad a sus 28 años.
Llovieron los mensajes de solidaridad con Mamani y de repudio sobre el accionar de los jueces y fiscales. Hay buenas promesas, pero que todo queda en el papel, sin mayores señales de transformación del sistema judicial que, hoy más que nunca, viene siendo golpeado y utilizado por el poder político. Hace siglos lo advirtió el filósofo Platón en su inmortal obra La República: la justicia es el derecho de los poderosos y los ricos.
Nos lleva a lanzar algunas preguntas a todos aquellos que están parapetados en el Tribunal Supremo de Justicia, Tribunal Constitucional Plurinacional, Tribunal Agroambiental, Ministerio Público y a los que están en la carrera electoral, en la perspectiva de que la crisis en el Poder Judicial, el tercer poder del Estado, sea parte de la agenda de los debates y de urgentes cambios, cuando asuman el gobierno.
¿Existe independencia de los magistrados, fiscales y jueces? ¿Hay justicia en Bolivia? ¿Todos los bolivianos tenemos acceso al derecho a la justicia? ¿Los administradores de justicia están cumpliendo con su sagrada misión de hacer justicia, como derecho humano? ¿Los fiscales y jueces obedecen su mandato inmenso de ser justos y rectos o están de rodillas ante el poder?
¿Hay confianza ciudadana hacia el Poder Judicial? ¿Por qué no hay una rigurosa investigación de los casos? ¿Alguno de ustedes le devolverá la dignidad a Richard Mamani, al que mandaron a una cárcel sin haber cometido el delito? Son tantas, pero tantas las preguntas, que probablemente, no existan las respuestas adecuadas.
Cuando los fiscales y jueces están sumidos en una tormenta de denuncias de todo calibre y han puesto al sistema judicial en el abismo, les recomiendo esta poderosa frase de Harper Lee, en su libro Matar a un ruiseñor, premio Pulitzer 1961: “Pero hay una cosa en este país ante la cual todos los hombres son iguales; hay una institución humana que hace a un pobre el igual de un Rochefeller, a un estúpido el igual de un Einstein, y a un ignorante el igual de un director de colegio. Esa institución, caballeros, es un tribunal de justicia.
Señores magistrados, fiscales y jueces recuerden que la justicia es sobre todo y ante todo rectitud y un derecho humano.
Hernán Cabrera es periodista.