“… y su patrimonio de recursos genéticos nativos”. Así inicia la introducción del Libro Rojo de Parientes Silvestres y Cultivos de Bolivia, escrita por el destacado investigador boliviano Dr. Mario Baudoin (†). El libro nos presenta 152 especies de plantas en el país, que atraviesan un grado de amenaza por diferentes causas, principalmente actividad antropogénica. También se incluyen propuestas de acciones y alternativas de conservación apropiadas para cada caso.
El texto fue publicado el 2009 por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua. La publicación es uno de los productos que surgieron a partir del Proyecto Global UNEP/GEF “Conservación in situ de parientes silvestres de los cultivos a través del manejo de información y su aplicación en campo”. El proyecto fue ejecutado por Bioversity International y cinco países: Armenia, Bolivia, Madagascar, Sri Lanka y Uzbekistán.
El proyecto contó con un equipo de investigadores nacionales y extranjeros, que colectaron información científica en campo y gabinete, entre los años 2006 al 2008. Precisamente, el 2007, realicé una pasantía en Alemania y uno de los funcionarios de la Oficina Estatal de Brandeburgo para el Medio Ambiente, el señor Rudolf Vögel, que era mi supervisor sobre el trabajo que realizaba en una universidad, me introdujo al fascinante mundo de los parientes silvestres de cultivo.
Además de su trabajo como funcionario público, el señor Vögel producía alimentos. Sí, era agricultor y pertenecía a un grupo de trabajo sobre conservación y gestión en granjas. Junto con otros productores, mantenían parcelas de zanahorias, nabos y una huerta de manzanas. Todos parientes silvestres de cultivo o variedades nativas. El objetivo de este trabajo, era generar variabilidad en las plantas que sí nos comemos. Y la única manera de hacerlo, es rescatar estas especies silvestres, junto a variedades nativas, y permitir que estas crucen e intercambien material genético de manera horizontal.
Gracias a esta educación adicional, fue que me enteré de que Bioversity, estaba ejecutando un proyecto que incluía a Bolivia. Pude tener un par más de sesiones para intercambiar ideas con el funcionario/productor y empecé a aterrizar una idea para investigar qué tan factible sería impulsar proyectos más específicos de conservación en el país para el rescate de estas especies y la amplia riqueza genética de nuestro país.
Si bien yo terminé trabajando con solo tres géneros en mi tesis (quinua, papa y maní), el libro contiene en total 11 géneros, que incluyen especies silvestres de papaya, chirimoya, moras, tomate, yuca e incluso un par de especies de cacao silvestre. Cada una de estas especies amenazadas, destaca por interesante información en su código genético. Muchas ayudan a resistir la sequía, otras las inundaciones y varias tienen resistencia al ataque de plagas.
El gran ausente en el libro es el maíz, que últimamente resuena y del cual se dice que somos el centro de origen. Luego de vivir cinco años en México, nunca vi que nuestra gente -ni en ciudad ni en provincia- tenga tanta dedicación a este grano, como lo ví allá.
México, antes de su cuartatransformación, logró impulsar varios estudios y un proyecto para identificar hasta el detalle los maíces nativos que tienen, quién los produce, cuánto, qué época y los usos que tiene. Matsuoka et al., 2002, utilizan una herramienta genética que permite determinar el origen de la primera domesticación del teocintle, el pariente silvestre del maíz. La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad de México (CONABIO), realiza un trabajo titánico, y el 2011 publicó su trabajo: Base de datos del proyecto global - "Recopilación, generación, actualización y análisis de información acerca de la biodiversidad genética de maíces y sus parientes silvestres en México”.
Evidente, no somos Alemania, que se puede dar el lujo de comprar alimentos de cualquier parte del mundo y reducir su producción agrícola a lo mínimo, además de quitar herramientas que sus productores necesitan. Tampoco somos México, que fomentó políticas que cada país necesita y que gracias al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, logró promocionar mucha investigación y desarrollo de tecnología.
Personalmente, no pierdo la esperanza, que algún día -mejor si es cercano- en Bolivia se tome en serio el tema de los parientes silvestres de cultivo, y podamos contar con información verídica y de fácil acceso para investigadores y productores que deseen trabajar con alguna de las especies. Kelly Wagner, de Bioversity, exhortaba en un breve artículo, a ¡usar estos parientes o perderlos!
Cecilia González Paredes M.Sc.
Especialista en Agrobiotecnología