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Reportajes | 31/10/2025   16:03

Las instituciones idearon planes y ejecutaron medidas en contra de la contaminación en Cohana, pero hay críticas

Se han aplicado medidas, pero los comunarios no quedan convencidos. “No hay una mejora hasta el momento de la limpieza del basural, de la contaminación (…) solo promesas", denuncia el presidente del cantón Cohana, Néstor Sillero.

Un comunario navega entre formaciones verdes provocadas por la contaminación en el lago Titicaca. Foto: Radio Onda Azul
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Brújula Digital|31|10|25|

Danielle Kierig

Esta es una nota de apoyo del reportaje Comunarios de Cohana usan la totora para salvar al lago Titicaca

Durante más de una década, distintos niveles del Estado han prometido y ejecutado soluciones estructurales para descontaminar la cuenca Katari. Sin embargo, en Cohana, la comunidad más afectada, el panorama no logra mejorar del todo.

Se han aplicado medidas, pero los comunarios no quedan convencidos. “No hay una mejora hasta el momento de la limpieza del basural, de la contaminación (…) solo promesas. Todos vienen a decir que harán algo, pero no cumplen”, denuncia el presidente del cantón Cohana, Néstor Sillero.

El presidente del cantón Cohana, Néstor Sillero. Video: DK

Una de las medidas más prometedoras para frenar la contaminación fue el Plan Director de la Cuenca Katari, impulsado por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua en 2015. La estrategia comprometía una inversión de 87 millones de dólares, gestionados a través de la Unidad de Gestión de la Cuenca Katari (UGCK), y financiados por créditos internacionales como parte del Programa de Saneamiento del Lago Titicaca.

El objetivo del plan fue reducir la carga contaminante que desciende desde la parte alta de la cuenca antes de llegar al lago menor del Titicaca, con prioridad en zonas urbanas clave como El Alto, Viacha, Laja y Pucarani.

Uno de sus pilares fue la conclusión de 13 plantas de tratamiento de aguas residuales, entre ellas la ampliación de Puchukollo, y nuevas infraestructuras en municipios como Viacha, Laja, Achocalla y Pucarani. Sin embargo, la mayoría de estas obras nunca fueron implementadas.

En el caso de Puchukollo, el director general de Gestión de Cuencas del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, Daniel Rodríguez, afirma que su construcción está en un 90% de avance, pero aún no entra en funcionamiento. Las construcciones de las plantas en los otros municipios “algunas están en estado de funcionamiento” afirmó Rodríguez.

 Director general de Gestión de Cuencas del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, Daniel Rodríguez. Video: DK

Además de la construcción de las plantas de tratamientos, el plan incluía otros tres componentes: saneamiento básico, residuos sólidos y manejo integral de cuencas. Se instalaron más de 500 tanques cosechadores de agua en Cohana y Chojasivi, destinados a mejorar el acceso a agua segura durante la época seca.

También se impulsaron campañas educativas, programas de reciclaje y estudios de evaluación ambiental en puntos críticos. Sin embargo, como reconoce el propio Rodríguez, “varias de estas acciones fueron paliativas o puntuales, y no atacaron directamente la fuente de la contaminación”.

Al no ser soluciones a largo plazo, su resultado perdió efectividad. Así lo confirma Valeria Uchuinka, cocinera de la comunidad, quien explica que aún hoy, en época seca, conseguir agua es casi imposible: “Yo cocino aquí, y cuando no hay agua tengo que ir hasta el cerro, al otro lado, en auto, para traer. En mi plaza nadie tiene tanque. Cocinar sin agua es sufrir”, dice con resignación.

Acciones de la Gobernación de La Paz

Al igual que Néstor Sillero, en la Gobernación de La Paz se califica al plan director como una promesa incumplida.

“Ese plan nunca llegó a las comunidades, se quedó en papeles, talleres y consultorías”, afirma el secretario de los Derechos de la Madre Tierra del gobierno departamental, Luis Saucedo. La crítica se centra especialmente en la gestión centralizada de los recursos por parte del Ministerio de Medio Ambiente y Agua.

Saucedo, además, asegura que no se recibió ni un solo centavo de los 87 millones de dólares gestionados por el gobierno nacional. “Nos decían que no había fondos o que todo estaba concentrado en La Paz, en la Unidad de Gestión de Cuenca Katari”.

El gobernador de La Paz, Santos Quispe. Foto: ABI

 Desde el Ministerio de Medio Ambiente y Agua se aclara que los recursos del Plan Director fueron gestionados según los procedimientos acordados con los financiadores internacionales.

Ante esta falta de financiamiento y coordinación, la Gobernación ejecutó planes propios con presupuesto departamental. En los últimos cuatro años destinó alrededor de 12 millones de bolivianos para ejecutar proyectos que mitiguen el impacto de la contaminación en la cuenca Katari.

Además, complementa Saucedo, en 2023 y 2024 se ejecutaron dos proyectos de manejo de cuencas que incluyeron forestación en zonas altas y la reforestación con totora y especies forestales nativas de entre 12 y 16 hectáreas en la bahía de Cohana.

También se realizaron zanjas de infiltración, que son canales en la tierra para retener el agua de lluvia y permitir que filtre lentamente al subsuelo, lo que ayuda a recargar los acuíferos. Además, se instalaron gaviones, estructuras hechas de piedras contenidas en mallas metálicas que sirven para estabilizar los suelos y evitar la erosión en las riberas.

Saucedo resalta que las medidas también contemplaron la aplicación de programas de educación ambiental dirigidos a estudiantes y comunarios.

A pesar de los proyectos anunciados, en Cohana hay también críticas al rol de la entidad departamental. “Anteriormente ha llegado la Gobernación, se ha comprometido a hacer una limpieza, pero hasta ahora no tenemos nada. Solo hablan, hacen compromisos, pero no cumplen”, reclama Sillero .

La Alcaldía de El Alto y sus proyectos

El Gobierno Autónomo Municipal de El Alto también ejecutó acciones. El secretario municipal de Agua, Saneamiento, Gestión Ambiental y Riesgos, Gabriel Pari, informó que ya se concluyó la construcción de un complejo de residuos sólidos en Milluni bajo, una infraestructura diseñada para clasificar, tratar y disponer adecuadamente los desechos sólidos que genera la ciudad.

Aunque la obra física está lista, los resultados aún no son visibles, ya que el complejo aún no opera de forma regular y, hasta ahora, sigue sin contar con todos los equipos necesarios para su funcionamiento y resta además ejecutar la fase técnica de prueba, conocida como “marcha en blanca”, que sirve para verificar su operatividad. Por lo tanto, la gestión de residuos en El Alto continúa sin cambios estructurales.

Maquinaria pesada opera en la planta de tratamientos de residuos sólidos de El Alto. Foto: GAMEA

Otra de las obras se encuentra en la zona sur de El Alto. La planta de tratamiento de aguas residuales de Tacachira está en su etapa final de construcción, pero no puede entrar en funcionamiento porque falta ejecutar una parte clave del proyecto: instalar el emisario, un ducto que transporta el agua tratada hasta su punto de descarga final.

 “Sin ese emisario, la planta no tiene sentido, porque no se puede completar el circuito de tratamiento”, explica Pari. Mientras esa obra complementaria no se concrete, Tacachira sigue siendo una infraestructura inconclusa, incapaz de aportar al saneamiento de la cuenca Katari.

Obras en Pucarani

También hubo obras en el municipio de Pucarani, una de las zonas por donde atraviesa el río Katari. En este sitio, la alcaldía, en coordinación con la Unidad de Gestión de la Cuenca Katari, del Ministerio de Medio Ambiente y Aguas, ejecutó un proyecto de gestión de riesgos hidrológicos.

El plan fue diseñado con el propósito de reducir la contaminación que llega al lago menor del Titicaca. Contempló obras de control de caudales, construcción de defensivos, y monitoreo del comportamiento del río, especialmente en temporada de lluvias. La lógica del proyecto apunta a evitar que el agua contaminada se desborde hacia áreas agrícolas o comunidades cercanas, y a contener el transporte de sedimentos arrastrados por el río. Sin embargo, sus resultados siguen siendo poco perceptibles.

“Casi no se ha sentido una reducción de la contaminación. Más bien, ha ido aumentando porque también ha crecido la población”, admite Carla Mamani, ingeniera de la Alcaldía de Pucarani.

Para el investigador y responsable del Instituto para la Democracia, Leonardo Villafuerte, no se puede hablar de un fracaso total, pero sí de una falta de estrategia articulada. Desde este instituto, que ha acompañado procesos de diálogo en comunidades como Cohana, Leonardo observa que “no podemos ser tan absolutistas, no es blanco o negro. Ciertamente la contaminación ha incrementado muchísimo en estos años (…), pero creo que uno de los problemas centrales está asociado a la estrategia”, afirma. Considera que los esfuerzos dispersos, sin coordinación, han limitado el impacto real de las soluciones.

Investigador y responsable del Instituto para la Democracia, Leonardo Villafuerte. Video: DK

La investigadora del proyecto de Comunidad, Resiliencia y Aprendizaje (CReA), de la Universidad Católica Boliviana Ana Guadalupe Peres Cajías refuerza la idea de Villafuerte al indicar que lo que falta para avanzar hacia una solución definitiva es una visión integral y articulada del problema.

En lugar de estrategias coordinadas, se han implementado acciones fragmentadas, es decir, intervenciones aisladas, sin continuidad y sin conexión entre instituciones ni niveles de gobierno. Esto ha impedido que los esfuerzos tengan un impacto estructural y duradero. “Las soluciones se las tienen que pensar de manera integral y con la visión de cuenca, y trabajar los factores de dónde surge la contaminación que están vinculados principalmente con el municipio del Alto y de Viacha”, sostiene.

Investigadora del proyecto de Comunidad, Resiliencia y Aprendizaje (CReA) de la UCB Ana Guadalupe Peres Cajías.

 Esa “visión de cuenca” implica que todas las instituciones, el Estado central, los municipios, las comunidades, las universidades y las organizaciones no gubernamentales (ONG) trabajen de forma conjunta para resolver el problema desde su origen hasta su desembocadura, considerando la cuenca como un solo sistema interconectado. Pero esa articulación, hasta ahora, ha sido escasa o inexistente.

Mientras las grandes obras como las plantas de tratamiento aún siguen en proceso o en fase inconclusa, las pocas acciones que sí se han ejecutado, tanto por instituciones públicas como para las ONG, han sido de carácter paliativo y momentáneo. Por ejemplo, dice Peres Cajías, el proyecto CReA implementa jornadas de limpieza en Chojasivi, pero sin un impacto real a largo plazo. “Estas son acciones que pueden reducir el impacto en un momento, pero realmente las soluciones se las tienen que pensar de manera integral”, recalca.

Advierte además sobre el riesgo de imponer medidas unilaterales, sin participación ni consenso local. “Esto no puede ser resuelto solamente por un actor, ni tampoco puede ser resuelto por imposición”, enfatiza. Para ella, las verdaderas soluciones deben articular el conocimiento técnico, el respaldo científico y el saber de las comunidades, en un proceso colaborativo que permita construir respuestas sostenibles y con sentido territorial.

Desvío del cauce del río Katari

El director del Instituto de Investigación y Acción para el Desarrollo (IIADI), Carlos Revilla, quien ha trabajado directamente con comunarios de Cohana y Chojasivi, coincide con la visión crítica de Peres.

Cuestiona además las decisiones unilaterales, como el desvío del cauce del río Katari hacia Chojasivi sin realizar una consulta previa ni evaluación social.

“Durante muchos años el río Katari desembocaba directamente en la bahía de Cohana. Más o menos hasta los años 2016–2017, donde se hace una canalización que lleva toda el agua del río hacia la zona de Chojasivi. Sin embargo, la bahía sigue siendo afectada”, lamenta.

Esta decisión no resolvió el problema: solo lo trasladó. Hoy, Chojasivi vive una realidad similar a la de Cohana, con las mismas señales de degradación ambiental.

Puente Tiquipa, en Chojasivi, cubierto de basura. Foto: Comisión de Comunicación de la CEB.

“La población ya está sufriendo enfermedades y poco a poco sus fuentes económicas están siendo afectadas”, alerta el secretario general de la Central Agraria Quiripujo, Antonio Condori Laruta.

Además, dice Víctor Condori, comunario de Cohana, esta medida ha generado tensiones entre ambas comunidades. “Ahora los de Chojasivi quieren que el río vuelva a su cauce original”, comenta.

 Ante toda esta situación, Peres Cajías opina que la solución a los problemas de la cuenca Katari debe construirse desde el territorio, con participación activa de las comunidades locales.

Desde su trabajo en la zona ha identificado que “la propuesta colectiva que surge es de generar una solución participativa”. Advierte que cualquier intervención que no comience de ese diálogo territorial está destinada al conflicto o al fracaso.

“Si esto no se lo conversa con los actores locales, si no se lo discute con los actores locales y se involucra, por ejemplo, a las universidades para que puedan trabajar desde una base científica, desde la formación de competencias, entonces es mucho más difícil que se gestionen estas soluciones”

De ahí que enfatiza que para que exista una solución real y sostenible en la cuenca Katari es imprescindible recuperar e integrar los saberes de las comunidades locales, como el uso de las totoras, que por generaciones han sido utilizadas como filtros naturales y elementos clave para la vida alrededor del lago. Sin embargo, esta solución solo será posible si se articula dentro de un enfoque de gobernanza colaborativa, donde participen la ciencia, las instituciones y la población.

BD/DK/JA

Esta nota de apoyo forma parte de un reportaje elaborado como trabajo de titulación en la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana San Pablo regional La Paz

Las otras notas de apoyo son:

Cuenta regresiva para el lago Titicaca

El recojo y quema de la basura también contaminan en Cohana

La educación, una aliada para luchar contra la contaminación del lago Titicaca

La basura afecta la salud de los lugareños y del ganado de Cohana

La planta de Puchukollo no abastece y el agua no recibe el tratamiento óptimo

La isla Suriqui, un caso de éxito en el uso de la totora para combatir la contaminación en el Titicaca

El éxodo forzado de los comunarios de Cohana a El Alto




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