El ingeniero Gonzalo Lora, especialista en el Titicaca advierte que si las condiciones actuales en el lago no mejoran “en menos de 10 años podríamos tener una pérdida irreversible de biodiversidad y funciones ecológicas”.
Brújula Digital|31|10|25|
Danielle Kierig
Esta es una nota de apoyo del reportaje Comunarios de Cohana usan la totora para salvar al lago Titicaca
Si las condiciones actuales de contaminación, sobreexplotación y falta de gestión continúan, “en menos de 10 años podríamos tener una pérdida irreversible de biodiversidad y funciones ecológicas del lago Titicaca”, sentencia el ingeniero medioambiental Gonzalo Lora.
Explica que el cambio climático, combinado con la intensa contaminación y el crecimiento urbano de las ciudades, ha generado un desequilibrio en el ciclo hídrico de la región. Este fenómeno se manifiesta en una alternancia extrema entre largos periodos de sequía y lluvias repentinas e intensas.
Mapa localizador del lago Titicaca, compartido por Bolivia y Perú.
Las precipitaciones que antes estaban distribuidas a lo largo del año ahora son más intensas y concentradas en poco tiempo. Esto acarrea un problema más, dice el comunario de Cohana Martín Mendoza, quien explica que cuando llegan las inundaciones “arrastran todo tipo de basura” que cubre suelos que antes servían para la producción. “Ya no tenemos forraje para nuestros animales, se pudre todo”, lamenta.
Según Lora, esto ocurre porque la vegetación de las zonas altas, como los bofedales, ha sido severamente degradada por la contaminación y la expansión urbana, lo que derivó en que pierda su capacidad de absorber y regular el agua. Así, en lugar de infiltrarse en el suelo y recargar los acuíferos, las lluvias se convierten en escorrentías violentas que inundan los pastizales, arrastran contaminantes, dejando tras de sí un barro tóxico y residuos flotantes.
Vista aérea del lago Titicaca. Foto: Musuk Noite/ Bertha Foundation
Cuando cesan las lluvias, el lago queda expuesto al sol sin reposición hídrica, un proceso natural que ayuda a prevenir la escasez de agua. Se perpetúa un ciclo destructivo: lluvias que arrasan y temporadas secas, profundizando el deterioro del Titicaca.
Este cambio no solo impacta a las personas. El desequilibrio hídrico acompañado de la reducción de los totorales también afecta a numerosas especies que los utilizan como refugio y espacio de reproducción. Según Lora, “lo que estamos viendo no es solo una disminución, sino una desaparición progresiva de especies que antes eran abundantes en el ecosistema”.
El daño ya es visible: “los suches están extintos y las orestias (ambos son peces) más grandes también están extintas”, advierte Lora. La situación es crítica: el volumen de pesca ha caído en un 90% en las últimas tres décadas y pasó de 9.000 toneladas anuales a apenas 900.
Peces muertos en medio de agua sucia y contaminada del Titicaca. Foto: Vida Comunitaria
El subalcalde de Cohana, Wilfredo Quenta, lo sentencia: “Ya casi no tenemos (peces). La pesca ya desapareció” y el comunario Ismael Sillero recuerda: “Hace 20 años teníamos ispi, pejerrey, parachi, mauri… todo ha desaparecido”. Hoy, el agua está seca, y aunque ha comenzado a llover, “esto no va a durar mucho porque la tierra está sedienta”.
Ismael Sillero, comunario de Cohana.
Ya han ocurrido eventos dramáticos, dice Lora, quien recuerda que en una ocasión se extinguió el 70% de las ranas de los ríos, lo que afectó a toda la cadena alimenticia. Incluso las aves migratorias, que solían llegar cada año al lago, ahora evitan sus orillas más contaminadas. “Cuando se generan niveles elevadísimos de contaminación, como ya se ha dado en 2015, mueren hasta las aves”, explica el experto.
Para el ingeniero, la pérdida de biodiversidad no es un daño aislado. “Cuando desaparece una especie, se rompe una cadena ecológica que afecta a muchas otras formas de vida”. Lo que está en riesgo, insiste, no es solo el equilibrio natural del Titicaca, sino también la relación histórica entre el lago y las comunidades que han dependido de él por generaciones.
La desaparición del lago Titicaca no es un escenario remoto ni exagerado, sino una posibilidad. El acuífero pierde cada vez más su capacidad de autorregularse y cada segundo se evaporan 500 toneladas de agua por segundo, “24 horas al día, 365 días al año”, dice Lora y ya no cuenta con las condiciones necesarias para recargarse.
Un ave moribunda en una orilla del lago. Foto: Musuk Noite/ Bertha Foundation
Este desequilibrio, junto al aumento de la temperatura por el cambio climático —que en el altiplano ya ha superado los 2°C respecto al promedio histórico— podría fracturar su sistema hídrico. “Bush estima que el ecosistema del Titicaca podría partirse en tres”.
El ecólogo Michael B. Bush, investigador del Florida Institute of Technology, realizó un estudio en el que advierte que el lago Titicaca está en peligro a causa del cambio climático. Si las temperaturas continúan aumentando y las lluvias se reducen, el lago podría transformarse por completo. Según su investigación, el ecosistema podría dividirse en tres partes y volverse mucho más seco. Esto cambiaría el clima de la región, haciéndolo menos apto para la vida y la agricultura, y convertiría el paisaje en un lugar árido y difícil tanto para las personas como para la naturaleza.
Ese umbral marcaría un punto de no retorno ecológico donde el lago perdería el 80% de su volumen en agua. Las zonas someras, de menor profundidad, como la bahía de Cohana y el lago menor serían las primeras en desaparecer. El 80% de su superficie tiene menos de dos metros y se ve afectada por su alta exposición a la evaporación y la saturación por contaminantes.

Rana gigante muerta al fondo del lago. La especie está en peligro de extinción. Foto: Arturo Muñoz
El problema no sólo alteraría la geografía, sino que desencadenaría un colapso ecológico: pérdida masiva de biodiversidad, desaparición de funciones ecosistémicas y afectaría a poblaciones ribereñas y ciudades como La Paz y El Alto.
Además, la disponibilidad de ciertos alimentos disminuiría drásticamente. “La leche que consumimos viene del lago, el queso que consumimos viene del lago, la trucha que comemos viene del lago, los carachis que sacamos vienen del lago”. Sin embargo, esta dependencia no se limita a lo alimentario. El lago también regula el clima, recarga los acuíferos y alimenta sistemas hídricos clave como Milluni, uno de los principales reservorios que abastecen a El Alto.
Si el ecosistema del lago Titicaca colapsa, también se pondría en riesgo la disponibilidad de agua potable para miles de familias que dependen directa o indirectamente de los sistemas hídricos del altiplano.
Lora recuerda que en 2016, una sequía extrema afectó toda la región y redujo los niveles de represas como Incachaca y Hampaturi a mínimos históricos, dejando a 96 barrios de La Paz sin agua durante meses. Aunque esas represas no dependen del lago Titicaca, el episodio demuestra lo vulnerable que puede volverse el suministro cuando el equilibrio ecológico regional se rompe.
BD/DK/JA
Esta nota de apoyo forma parte de un reportaje elaborado como trabajo de titulación en la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana San Pablo regional La Paz
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