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Política | 03/07/2024

|OPINIÓN|Arce, peleado con la virtud, recibe un guiño de la fortuna|Gregorio Lanza|

ABI

Brújula Digital|03|07|24|

Gregorio Lanza

En una de sus reflexiones sobre la forma de conquistar y retener el poder, Maquiavelo señalaba que son dos los factores que pueden definir la vida de un príncipe, o en este caso de un gobernante: la fortuna y la virtud. La primera se entiende como el golpe de suerte que ayuda a perpetuarse en el tiempo. La virtud, en cambio, es lo que ese gobernante hace por méritos propios: organizar el gobierno, colocar buenos funcionarios e implementar políticas públicas que respondan a las demandas de la sociedad.

En el caso de Evo Morales, se alinearon los astros; vivió en un mundo regalado por la diosa fortuna hasta que su huida lo llevó al infierno, donde divagó por todos sus círculos, como en la "Divina Comedia" de Dante. Fueron los gas dólares los que lo ayudaron a vivir en el paraíso y gobernar durante 14 años. A pesar de ello, dilapidó los recursos y, peor aún, aumentó la deuda externa e interna. Es decir, no tuvo virtud, gobernó mal. Podrá decir a su favor que no es el único culpable, que también fueron Álvaro García Linera, teórico del despilfarro, y su cajero, que soltó el dinero sin hacer objeciones; sin embargo, ello no exime de responsabilidad a Morales.

El emperador, el teórico y el cajero disfrutaron y derrocharon el dinero. Lo hicieron mal. La virtud, entendida como las acciones bien concebidas que permiten avanzar, fue devorada por el derroche, los errores groseros y el ideologismo. No se hicieron inversiones en exploración para hallar más reservas de gas y se creyeron inventores de la tecnología del litio, solo para fracasar miserablemente poco después.

La fortuna llevó a la presidencia a Arce, el dedo de Evo Morales le indicó el camino. Pero gobernó mal, sembró vientos y ahora está cosechando tempestades, generando la rabia de la gente. No hay gas, el litio fracasó, el país se empobreció. Es como el monje castizo que, para poder comer en Semana Santa, pero estando escaso de productos del mar, bautiza un pedazo de carne con el nombre de trucha.

El modelo económico y de gobernabilidad del MAS llegó a su techo, tal como lo reconoció el ex portavoz del presidente, Jorge Richter. No se puede seguir viviendo en medio de confrontaciones, imposiciones y judicialización de la política. El presidente Arce se olvidó de un aspecto elemental, que ya Hobbes remarcaba en su libro sobre la República: el poder constituido debe gobernar para todos; ahí radica su arte. Cuando gobierna solo para una fracción, pierde su mandato. Parece que Arce anda peleado con la virtud. El golpe o autogolpe le ha dado una bocanada de aire, la fortuna le hace un guiño. Pero si el presidente no mejora, no superará las futuras pruebas.





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