Una de las expresiones más hostiles del poder que una persona ejerce sobre otra está contenida en esas tres palabras: You are fired! En castellano el significado de “estás despedido” es el mismo, pero guarda un carácter de frase administrativa que el “fired” no tiene. “You are fired” es la expresión de una voluntad personal prepotente; algo así como un “fuera de aquí”.
Recientemente, la expresión ha adquirido notoriedad por su asociación con Donald Trump y su programa de televisión The Apprentice. En la Presidencia, él no la ha usado, que se sepa, pero su lugarteniente, Elon Musk está poniendo en la calle a miles de empleados públicos considerados excesivos o defensores de las políticas que aborrece Trump, como la protección del medio ambiente, y la promoción de la diversidad e igualdad y de ayuda humanitaria, dentro y fuera de Estados Unidos. Los de MAGA llaman a todos “parásitos”; “queremos que no quieran ir a trabajar porque sientan que se los ve como villanos”, dijo el nuevo director de la Oficina de Gestión y Presupuesto.
En realidad, “los recortes que pide (…) Musk obedecen una agenda autoritaria (…). Sus objetivos incluyen: a) Hacer ver las purgas políticas como reforma administrativa, b) Concentrarse en las agencias que limitan el Poder Ejecutivo, c) Debilitar la aplicación de la normativa sin cambiar las leyes y d) Sustituir a los funcionarios de carrera con leales” (NYT|04|03|25).
Pocas frases reflejan mejor la actitud de Trump frente al mundo. Las políticas del diálogo y del cuidado con el otro no forman parte de la personalidad del prepotente, que cree que el poder extraordinario otorga derechos extraordinarios. Zelenski, you are fired! ¡No estarás en las negociaciones de paz con Rusia! Aliados europeos: you are fired! ¡Ustedes tampoco! Yo, Trump decido quién entra y quién no. En el planeta, mando yo.
La prepotencia de quien no tiene por qué distraerse en preciosidades diplomáticas se ha puesto en evidencia en el trato dado a Zelenski en la Casa Blanca hace una semana. La política exterior norteamericana ha entrado en la era del “you are fired”, incluso con países que antes eran amigos, como Canadá y los europeos. Lo grave es que el estilo va de la mano de un contenido.
Al bully solo lo detiene uno más fuerte. En el planeta, uno más fuerte militarmente no existe, y Trump, en su mezcla de hombre de negocios inescrupuloso y Rambo con bazooka, debe suponer que nada ni nadie se le pondrá al frente. Todo es negociable; a cualquiera puede derrotar. En su visión, ni poderes militares ni leyes ni razones humanitarias podrán impedir que Estados Unidos recupere el control del Canal de Panamá, anexe Groenlandia, haga de Canadá un Estado más de su país, convierta a Gaza en un resort, haga que Ucrania se humille ante Rusia, expulse a 11 millones de inmigrantes ilegales, deje en mayor pobreza a millones de personas, ¡incluyendo estadounidenses!, que dependen de ayuda para alimentación y salud básica...
Si lo último suena exagerado, vale como ilustración que “una cuarta parte de los habitantes de la ciudad de Nueva York no tiene suficiente dinero para cubrir alimentos básicos o vivienda y muchos afirman que no pueden permitirse ir al médico” (NYT|26|02|15). Esta pobreza es resultado del modelo capitalista, no es culpa de Trump, pero el sistema tenía al menos algunos mecanismos de mitigación.
Aunque EEUU es todavía formalmente una democracia bipartidista, el partido de oposición, el Demócrata, sigue lamiendo las heridas de su reciente derrota electoral y no ha mostrado ninguna capacidad de reacción. El Senado, la Cámara de Representantes y el propio Partido Republicano, controlados por Trump, no han hecho más que bajar la cabeza y aprobar todo lo que el presidente ha pedido.
El único poder del Estado que Trump no controla es el Judicial y él ya ha sufrido varias decisiones contrarias. Incluso la Corte Suprema, a pesar de tener una mayoría de jueces conservadores, ha tomado recientemente dos decisiones contra la agenda del presidente. Habrá que ver hasta dónde llegará esta resistencia. El vicepresidente Vance ya ha sugerido que el Poder Judicial no tiene cómo obligar al Ejecutivo a acatar todas sus decisiones y ha amenazado con inicial procesos de impeachment a jueces. Esta batalla está apenas comenzando.
“Los regímenes antidemocráticos del siglo XX, como los movimientos comunistas de China y Rusia, estaban impulsados por ideologías. Incluso los movimientos fascistas de Italia y Alemania surgieron de manifiestos ideológicos. Los demagogos populistas de hoy en día tienen puntos de vista ideológicos, pero su búsqueda de poder y beneficio personal desempeña un papel mucho mayor” (NYT|26|02|25). Esto se aplica a EEUU y Bolivia, a la derecha y a la izquierda.
Entre los obstáculos que un Gobierno corrupto encuentra para sus objetivos está la prensa. Un ensayo publicado en Brooklings explica en detalle las acciones de Trump para acallar a la prensa que él considera hostil, incluyendo juicios millonarios a varios medios por razones caprichosas. Los grandes empresarios están siguiendo la línea que dicta Trump. Como ejemplo, Jeff Bezos, dueño del Washington Post, ha ordenado un cambio en la política editorial de su periódico, que de ahora en adelante “abogará por las libertades individuales y de mercado y no publicará opiniones contrarias”.
Sin embargo, donde las instituciones fallan, la indignación colectiva está dando señales de resistencia. En protestas callejeras y reuniones entre políticos y ciudadanos, estos ya están expresando su molestia con los excesos del Gobierno Trump. Aunque muchos de ellos hayan votado por él, no creyeron estar dando carta blanca a los atropellos a su Constitución que se ven a diario.
Algo similar está sucediendo en la administración pública, donde funcionarios responsables han comenzado a negarse a ejecutar acciones que comprometan el buen funcionamiento del Estado y 21 miembros del propio equipo de Musk han renunciado como protesta por las órdenes abusivas que se les pide que ejecuten. En breve, a estos malestares se sumará el descontento con la inflación que comienza ya a moverse en dirección contraria a la prometida en la campaña.
En el ámbito internacional, las protestas y resistencias todavía son débiles. La primera ministra de Dinamarca ha dicho que no entregará Groenlandia a Trump y el presidente de Panamá que el Canal no dejará de ser administrado por su país, pero veremos si pueden resistir. Los ciudadanos canadienses están boicoteando productos estadounidenses y Europa analiza cómo organizar una oposición efectiva.
“Este es un momento decisivo, declaró Ursula von der Leyen (…), Europa se enfrenta a un peligro claro y presente y por ello tiene que ser capaz de defenderse, al igual que nosotros tenemos que poner a Ucrania en condiciones de protegerse”. Hoy, 6 de marzo, analizarán en Bruselas qué medidas concretas van a tomar. Otra batalla de largo aliento apenas se inicia.
Dice un columnista del NYT: “El presidente Trump le está haciendo un daño a Estados Unidos que podría tardar una generación o más en repararse” (03|03|25). El lema de Trump en su campaña fue Make America Great Again, cuyo acrónimo MAGA identifica al movimiento conformado por sus seguidores. Trump está en el poder hace apenas poco más de un mes y ya se ha puesto en evidencia lo que él entiende por su Great America: un país mezquino, abusivo, sin valores, sin cuidado con formas ni normas ni ciudadanos propios o ajenos, dispuesto a patear todos los tableros. Ningún otro presidente en su historia ha hecho tanto para dañar la imagen de su país en el mundo; cosa que parece importarle un bledo. Putin debe estar diciendo: ОТЛИЧНО! (Great!)