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Sin embargo | 27/06/2025

A sus marcas…

Jorge Patiño Sarcinelli
Jorge Patiño Sarcinelli

Después de muchas idas y venidas, todos los candidatos, o casi todos, ya están en sus puestos para la carrera electoral, cuyo primer round sucederá dentro de menos de dos meses. En Bolivia nadie se aburre haciéndole seguimiento a la política y el reciente proceso ha tenido sus suculentas tragicomedias en todo el espectro político.

En la llamada oposición, todavía se oyen los sollozos sobre la unidad derramada, ahora adornados de guerra sucia -fue mucha ingenuidad creer que esos dos podían unirse-; mientras que en el oficialismo, el proceso de ruptura entre sus facciones se ha ido desarrollando en los últimos años al ritmo de infecciones purulentas, hasta reventar en las candidaturas de Castillo y Andrónico, ambos ya en sus puestos. Evo, disconforme con cualquier cosa que no le devuelva el poder, sigue pataleando con graves consecuencias para el país. Dunn culpa a la Alcaldía de El Alto por la no acreditación de su solvencia fiscal, pero insiste que, con o sin foto en la papeleta, él será candidato.

Están inscritas diez alianzas, cuyos nombres van desde la evocación de grandes lemas de antaño, como Fuerza del Pueblo (UCS) o los viejos eslóganes conservadores, como Libertad y Progreso (ADN), hasta los sintéticos y anodinos, pero más comerciales: Libre, de Tuto, y Súmate, de Manfred.

En la composición de esas alianzas hay agrupaciones con nombres notables como Pando Somos Todos (con ADN), Movimiento Originario Popular (con UCS), Movimiento Autonomista por el Trabajo y la Estabilidad (con Andrónico) y la que se lleva el primer premio: Nacionalidades Autónomas por el Cambio y Empoderamiento Revolucionario, este último en alianza con ADN.

Los libertarios han demostrado en esta elección una inesperada capacidad de tragar sapos. Entre esta alianza de la ADN de Saravia, con un “movimiento de empoderamiento revolucionario”, y el acercamiento de Dunn con Uriona, que venga Hayek y escoja.

Como sea, parchadas, remendadas o coladas con chicle, ahí están ya cerradas, inscritas y en sus marcas las diez alianzas que disputarán la primera vuelta, con un ramillete de candidatos que incluye, si no me falla la cuenta, a un expresidente, un senador, dos exministros, dos alcaldes, dos mujeres -una exministra y una alcaldesa-, un exalcalde, un joven hijo de empresario que se cree sexy, un profesor universitario, varios desconocidos y solo un candidato a vice que califica para lidiar con la compleja relación con el Parlamento.

Hay tres elementos clave en todo proceso electoral: los programas de gobierno, las encuestas y el papel de las redes sociales como espacio donde se desarrolla la campaña.

En este ciclo, como en todos los anteriores, los programas de gobierno son el elemento que, debiendo ser uno de los más importantes en la decisión de los electores, paradójicamente no juega prácticamente ningún papel. Son poquísimos los votantes que leen los programas, menos los que los entienden o creen en ellos y, por tanto, solo una fracción mínima define su voto sobre la base de dichos programas.

La autoridad electoral los exige y todas las alianzas los presentan, aunque con formatos, estilos, contenidos y niveles de rigor muy distintos. Mientras que el presentado por UCS está en unas páginas arrancadas de un documento que quizá estaba engrampado, el de Manfred es un lujo de confección con fotos del candidato en varias posiciones cada tres páginas, y el del Tuto parece haber sido redactado por un tinterillo. A falta de un buen programa, este ha lanzado el lema “Make Bolivia sexy again”, emulando al impresentable Trump, que confirma cuán descolgado está de la realidad nacional.

En términos de contenido, el programa de UCS se ha dado el trabajo de estimar costos, el de Manfred promete mucho y no dice nada, el del Samuel, siguiendo los pasos de don Hernán, asegura que todo se puede en cien días y quiere hacer de Bolivia un país de emprendedores que desafían la matemática del riesgo; pero la flor se lleva la propuesta de Tuto de dar a las universidades públicas y privadas el control social de las decisiones de los jueces. La reforma de la Justicia sigue siendo la prioridad que nadie sabe cómo encarar.

No me sorprende tanto la irregularidad de las propuestas como que no prometan más todavía. Total, si las propuestas no pasan por un filtro de consistencia lógica ni económica y si nadie es penalizado por no cumplir sus promesas, ¿por qué no prometerlo todo? Por lo visto, algo de decoro queda entre los candidatos. Quizá sea falta de imaginación nomás.

Al final, nada de esto tiene mayor trascendencia; las razones de los votantes están en el imaginario, en lo que cada uno de ellos ve irracionalmente en su candidato. Samuel insiste en asociar su perfil de empresario al saber resolver. ¿Si en Ecuador eligieron a un empresario bananero, ¿por qué en Bolivia no un cementero? Tuto es el ejecutivo eficiente, que evoca un retorno al siglo pasado, añorado por sus seguidores. Andrónico es la cara renovada del mal llamado proceso de cambio y agita la bandera de la pertenencia sin mucho contenido y con la pesada mochila del caos evista, etcétera.

Las encuestas nos plantean un desafío epistemológico de otra naturaleza: si las cifras que nos presentan son una foto instantánea de las verdaderas intenciones de voto, se supone que, en caso de que las elecciones fueran al día siguiente, el resultado correspondería a esas cifras. ¿Cómo, entonces, difieren tanto los resultados cuando median pocas semanas entre unas y otras? ¿Son tan volubles los votantes o no revelan sus verdaderas intenciones? No lo sabremos: una foto de una carrera de caballos no revela al ganador cuando falta todavía una vuelta. Las únicas cifras por las que se podría manchar el prestigio de una encuestadora son las de la recta final, cuando ya son intrascendentes. Hasta allá, hay que tomarlas a título de inventario en movimiento.

Finalmente, el aspecto más interesante es la campaña misma, que es un ejercicio en el que varios candidatos y sus equipos de intentan persuadir o seducir a los ciudadanos a que voten por ellos; persuadir si usan argumentos racionales, seducir si apuestan a los sentimientos y al imaginario. En realidad, si somos coherentes con el análisis de los programas, tendríamos que decir “seducir”. En esto creo que ya no se equivocan los candidatos; nada de cifras ni tablas, de lo que se trata es de llegar a corazones y mentes, a los corazones a través de las mentes y a las mentes a través de los corazones.

Antes, este proceso estaba más a la vista; había discursos, debates, marchas, bandas y banderas. Ahora, la mayor parte del proceso se da en la invisibilidad de las redes. En este mismo instante en el que escribo y en el instante futuro en que me lean, están y estarán las campañas minuto a minuto, peleándose por esos corazones y mentes mediante mensajes en las redes sociales, cuyo impacto alegan medir las encuestas.

Si creemos en ellas, parece confirmarse ese viejo resultado de los procesos de decisión: que la existencia de otra similar favorece a ambas opciones. La pugna genera publicidad y nada mejor que tener un antagonista. Quizá esto explique la caída de Manfred, quien está solo en su parte del espectro, que no se sabe si es centro nacionalista o derecha militar, y, en realidad, no es nada. Mientras que Samuel y Tuto, los candidatos de la oposición, se pelean por el voto antimasista y, por el momento, parecen estarse llevando, sumados los dos, el caudal más importante de preferencia electoral, pero no hay que fiarse de las encuestas.

Si Andrónico mantiene el llamado voto duro del masismo, parecería que los tres con posibilidades de ir a la segunda vuelta son él, Samuel y Tuto. Otros dirán que son él y Samuel o Tuto. No es imposible que, a medida, que se acerque el gran día, si Andrónico se mantiene fuerte y Manfred vuelve a ser una opción, los votantes del antimasismo, temerosos de no pasar a la segunda vuelta, se vayan plegando al candidato con mejores opciones entre Samuel y Tuto. Al contrario, si Manfred se mantiene desinflado, la lógica sugiere que Samuel y Tuto irán nariz con nariz hasta el final, favoreciendo a Andrónico.

Nada se puede decir con seguridad. Solo sabemos que nos jugamos el futuro confiando en la sensatez de nuestros conciudadanos. No nos queda otra.



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