Evo Morales ganó holgadamente en varias elecciones. Hasta que, en los comicios de octubre pasado, aterrorizados por la posibilidad de no poder vencer en primera vuelta, sus asistentes decidieron cometer un fraude descarado. Juan Ramón Quintana es considerado como el responsable de la operación, mediante el informático Sergio Martínez y la coordinación de Lucy Cruz, la delegada de Morales ante el TSE. Se instaló un “servidor paralelo” que manipuló los datos y, ante el pánico de que ni ello estaba funcionando, se interrumpió el TREP durante 24 horas. Ello generó una ola de protestas en el país, que terminó obligando a Morales a fugar del país.
No se sabe cuánto implicó el fraude, pero las entidades ViaCiencia y Jubileo realizaron conteos rápidos, el día de las elecciones, sobre actas computadas. El resultado fue de alrededor de 43% para Morales y 38% para Carlos Mesa. Podríamos suponer que esas fueron las cifras más aproximadas a la realidad.
¿Cuánto obtendrá ahora el MAS sin Morales en la papeleta? Hay que considerar que el MAS tampoco tendrá a los medios estatales, y a muchos privados, para informar positivamente sobre su gestión. Ni los millones de dólares de propaganda. Ni el avión presidencial para ir a todos los rincones del país para hacer campaña. Ni la manipulación del voto en Argentina. Ni la coacción a los votantes rurales. Ni los sindicatos obligando a sus bases a respaldar al partido. Ni las manifestaciones con presencia de miles de funcionarios públicos forzados a participar.
Además, muchos votantes de ese partido ubicados en zonas urbanas y que sufrieron los ataques, y saqueos de los militantes masistas en los días posteriores al 10 de noviembre cambiarán su voto. Creen que el MAS y Morales los traicionaron.
Con todo ello, el MAS podría aspirar a lograr entre un cuarto y un tercio del voto nacional. No está nada mal para cualquier partido y menos después de haber gobernado durante 14 años. Podríamos decir que ese es el primer “tercio” de votantes que podría registrarse en las elecciones del próximo año.
Carlos Mesa ya dio muestras de que resiste la dureza de las campañas. En la anterior, extenuante y que duró 12 larguísimos meses, Mesa fue atacado desde varios frentes, con todas las acusaciones inimaginables. No se arredró. Logró ese alrededor del 38% de los votos, enfrentando además a un titán político como lo era Morales. Ahora que ha confirmado su candidatura, Mesa será uno de los contendores más fuertes.
Seguramente logrará, con su posición centrista, un tercio de los votantes. Su estilo conservador de actuar le será útil, ahora que ya no se trata de enfrentar a un candidato (“todos contra Morales”, fue la consigna de la anterior elección) sino de dar certezas al país.
Si Mesa abrió la puerta para echar a Morales del poder, Luis Fernando Camacho fue quien ayudó a darle el empujón final. Los grandes cabildos que organizó, la carta que anunció que entregaría, la violencia del MAS que enfrentó, etcétera, ayudaron a mantener activas las movilizaciones. Sus posturas de derecha, tan criticadas como alabadas, podrían convertirlo en el tercer candidato en lista. Además, tiene buenas posibilidades de conseguir recursos en el sector empresarial y movilizar a la ciudadanía cruceña, donde está la mayoría de los votos a nivel nacional. Será el tercer tercio.
Habrá otros candidatos menores, seguramente, con Chi Hyun Chung u otros, que tendrán una porción del voto. Este análisis considera como parte de su hipótesis que otros líderes fuertes, como Samuel Doria Medina o Jorge Quiroga no participarán; si lo hicieran, se dividiría el voto democrático, lo que favorecería al MAS.
Será un nuevo país, en el que el futuro Presidente tendrá que negociar una alianza de gobierno y el MAS estará en la oposición. Mientras a los movimientos sociales no se los presione o agreda, podría haber una relativa estabilidad. En esa previsión, Morales languidecerá en el exilio por unos largos años.
Esa será una democracia más fuerte. Al no tener ningún líder los dos tercios de votos, sus posibilidades de cometer abusos, eternizarse en el poder y afectar a la libertad de prensa serán menores. Antes de la llegada de Morales al poder, con todas las limitaciones que el sistema tenía, el modelo ayudó a tener avances democráticos. En el futuro habrá que aprender de los errores de esa etapa, que fueron muchos, para darle mejores días a los bolivianos.
Raúl Peñaranda U. es periodista