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Atando cabos | 04/10/2023

Sindicalismo y medioambiente

Rodolfo Eróstegui
Rodolfo Eróstegui

En medio del calentamiento global que está llevando a la humanidad a límites extremos de resistencia, muchas organizaciones mundiales y nacionales están cuestionando las actitudes pasivas de los gobiernos. La excepción son las organizaciones sindicales y cuando lo hacen no tienen la suficiente energía como para cambiar la situación.

Los sindicatos fueron creados por los trabajadores y son los primeros que deben enarbolar la defensa del medioambiente porque representan la vida de sus afiliados; sin embargo, cuando lo hacen es de forma tímida y forzada, a diferencia de otras organizaciones de la sociedad que alzan su voz con brío frente al calentamiento global. Pero el movimiento de los trabajadores, por decirlo de alguna forma, mantiene una distancia con los temas ecológicos y ambientales y se aferran al rol de defensa de los derechos sociales y económicos históricos con los que han nacido.

Los temas ecológicos y medioambientales, en el sindicalismo internacional, no están entre las principales demandas, estas siguen la vieja escuela que se basaba en el supuesto de que la economía puede crecer de forma indefinida porque la naturaleza es una fuente inmensa e inagotable para proveer recursos y materia prima. Tampoco las organizaciones sindicales pueden ser un agente promotor en la lucha por el respeto al ecosistema debido a que su fuente de trabajo se pone en riesgo. No pueden transitar del concepto de trabajo nacido con la revolución industrial, hacia un concepto contemporáneo de empleo verde o empleo compatible con la naturaleza.

Algunas organizaciones sindicales internacionales como la Confederación Sindical de las Américas (CSA), que afilia a 57 centrales sindicales nacionales de 23 países y que en total representan a más de 50 millones de trabajadores y trabajadoras de América del Norte, Centroamérica, Caribe y Sudamérica y que es filial de la Confederación Sindical Internacional (CSI), la más grande del mundo dado que representa a 170 millones de trabajadores, recientemente incorporaron cuestionamientos al paradigma del desarrollo asociado al crecimiento indefinido y a la defensa del empleo tradicional depredador de la naturaleza.

En Bolivia, la COB no se muestra activa en el campo de la defensa de este tema; es más, al parecer está impedida de hacerlo, pues muchas de sus bases son los predadores de la naturaleza y de la vida. Ejemplo de esta situación es el sector cooperativista mineros. En el país existen aproximadamente 1.700 cooperativas mineras con una población cercana a 130.000 socios las cuales 1.100 se dedican a la explotación de oro en todo el país utilizando tecnologías reñidas con el medioambiente depredadoras de toda forma de vida por el uso indiscriminado del mercurio. Si la COB haría suyas las investigaciones que muestran las prácticas nocivas de esta actividad, se estarían dando un tiro en el pie. Otro tanto sucede en otros campos de la actividad productiva que consumen, por ejemplo, agua indiscriminadamente.

Los principales desafíos sobre el medioambiente que enfrenta el país los podemos resumir en los incendios forestales que se dice que en los últimos años destruyeron aproximadamente 10 millones de hectáreas de bosques; el fomento de la expansión de la frontera agrícola; la minería y las obras de infraestructura que afectan áreas protegidas; el agotamiento de los reservorios de agua dulce esencial para el consumo humano. Sobre estos problemas la COB no se ha pronunciado.



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