Hace un tiempo que el término woke viene mostrando síntomas de franca decadencia en el vocabulario político y social, y no es para menos. De haber tenido un origen noble, asociado a la frase stay woke, las luchas por la igualdad y los derechos de las minorías, woke ha llegado a ser identificado con los excesos absurdos en los que han incurrido ciertas actitudes progresistas idiotas.
Hoy, cuando en Estados Unidos el trumpismo está empeñado en denigrar todo lo que se asocia al progresismo, tildarlo de comunista y acallarlo, los demócratas están derrotados y desorientados y en Occidente la izquierda está perdiendo elecciones y vigencia en casi todas partes, el wokismo progresista pasa por un mal momento.
El objetivo de esta reflexión no es defender esos excesos indefendibles, sino contribuir a evitar que junto con el agua sucia se vaya por la alcantarilla toda la agenda progresista, cuyas ideas fundamentales son las únicas en las que podemos depositar la esperanza de un futuro sensato.
Quienes están viendo en la victoria de Trump el inicio de una nueva era conservadora, en la que desaparecerán las ideas feministas y de diversidad y equidad que ellos llaman woke, están observando el futuro con el catalejo al revés. El futuro será femenino y, si no será feminista en los términos que caracterizan este movimiento hoy, es porque su agenda se habrá realizado y la provocación de las palabras incómodas ya no será necesaria.
Eso pasó con las sufragettes, que pelearon por el derecho de las mujeres de votar y fueron insultadas y hasta torturadas, pero pasaron a un digno olvido porque su objetivo fue alcanzado. Al basurero de la historia pasaron sus críticos y lo mismo pasará con el obscurantismo antiwoke.
Por casualidad, estos días encontré los siguientes “Atributos de una mente woke” en un post de FB:
1.- Entiendes que hay tonos de grises en la mayoría de las cuestiones.
2.- Estás dispuesto a cambiar de opinión cuando conoces nueva información.
3.- Crees en la ciencia.
4.- Lees libros; no quemas los que no te gustan.
5.- Crees en la igualdad real de todas las personas.
6.- Sientes empatía por el prójimo débil.
7.- Apuestas al bien común y la cooperación.
8.- Respetas el derecho de los demás a tener los mismos derechos.
9.- Crees que la cultura y las artes tienen valor por sí mismas.
10.- Te preocupa el planeta.
Sospecho que la mayoría de los lectores suscribirían estos principios, excepto quizá el séptimo.
Hagamos ahora el ejercicio de invertirlos. Sigue esta posibilidad:
1.- Crees que en la mayoría de las cuestiones solo hay blanco o negro.
2.- No cambias de opinión ni cuando conoces nueva información.
3.- Crees en la religión más que en la ciencia.
4.- Lees libros por consigna. Quemas los que creen que te harán cambiar.
5.- Crees que la igualdad se da por clases.
6.- No hay diferencia entre empatía e interés.
7.- Apuestas al bien individual y la competencia.
8.- Solo existen los derechos establecidos por ley.
9.- Crees que el entretenimiento vale más que la cultura y las artes.
10.- El planeta está para servir a esta generación.
Con esta lista, ya aparecen algunos matices que podrían llevar a algunos a creer que los opuestos no son tan malos. El principio 3 caracteriza a un religioso obtuso, el 7 a un libertario, el 8 a un legalista, el 9 no lo defenderían muchos, pero lo practica la mayoría, y algo parecido se puede decir del 10.
Se podría objetar que estas definiciones son parciales o sesgadas, o ambas cosas. Más grave aún, la primera lista solo captura una forma de wokismo; el de izquierda bueno. El wokismo malo, el que se caracteriza por la estupidez que le ha dado el mal nombre, viene en fórmulas de izquierda y de derecha. También se aplica el término a esas madres que hacen listas de libros prohibidos y a padres que creen que solo hay dos géneros, etc. Incluso un reconocido columnista conservador, David French, ha dicho que el mayor “guerrero woke” de su país es el propio Trump.
Sin embargo, volvamos al lado bueno del wokismo de izquierda; ese que quiere capturar la primera lista de principios. Si en lugar de usar el término woke que tanta urticaria causa y tantas banderas hace izar, nos preguntáramos cuáles serían los diez principios que usaríamos para definir a una buena persona; una de nuestro entorno a quien queremos y admiramos, por ejemplo, quizá encontremos que en la primera lista arriba están muchas de las virtudes que reconocemos en una persona decente.
Sospecho que el o la woke que creó esa lista de FB tiene una imagen demasiado buena de sus correligionarios, pero ese sesgo no invalida la asociación de esos principios, o la mayoría de ellos, a trazos personales en los que la mayor parte de las personas sensibles e inteligentes creen y quieren para sus amigos. Y si esas personas no están seguras de quererlas para sus hijos, es porque saben que a las buenas personas esta vida les da palizas y que para ser alguien y tener el éxito mundano que muchos padres quieren para sus hijos, hay que ser codicioso, egoísta, intolerante, indiferente al bien común, etc. ¿No hay en esto una terrible contradicción?
Y hablando de las palizas que nos da la vida, una de estas mañanas, me crucé en la calle con alguien a quien no es que la vida le dé una que otra paliza, como a todos nosotros, sino que su vida misma es una paliza, y solo paliza. Por no aceptar la existencia de esos destinos que esta generación no ha logrado evitar, pero que no deberían existir en un mundo que merezca el adjetivo de justo, soy woke.