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Serpentina textual | 20/06/2024

Seguimos buscando a Ceci Guachalla

Elizabeth Salguero
Elizabeth Salguero

El problema de las personas desaparecidas es una tragedia que afecta a millones alrededor del mundo y a menudo se pasa por alto en las discusiones globales sobre derechos humanos y seguridad. Esta situación no solo impacta a las víctimas, sino también a sus familias y comunidades, quienes quedan atrapadas en un limbo de dolor e incertidumbre.

Las causas detrás de las desapariciones son diversas y reflejan algunas de las problemáticas más profundas y complejas de la sociedad a nivel mundial. Cada año, cientos de miles de personas desaparecen. Según el Centro Internacional para la Búsqueda de Niños Desaparecidos y Explotados (ICMEC), más de un millón de niños/as son reportados anualmente como desaparecidos. En Estados Unidos, el National Crime Information Center (NCIC) reportó alrededor de 543.000 personas desaparecidas en 2020. Estas cifras, impresionantes, apenas arañan la superficie de la crisis.

En regiones en conflicto armado y la guerra son causas comunes. Tanto los grupos armados como las fuerzas gubernamentales utilizan las desapariciones forzadas como una táctica para sembrar el terror y eliminar a las y los opositores.

América Latina es un ejemplo, con países como México y Colombia luchando contra la violencia del crimen organizado, que utiliza las desapariciones como una herramienta de control y represión. También el narcotráfico, que recluta o desaparece personas.

La trata de personas es otra razón significativa detrás de muchas desapariciones. Las víctimas, que a menudo son mujeres y niños, son secuestradas o engañadas y luego sometidas a explotación sexual o laboral. Este crimen atroz es una manifestación de la peor cara de la humanidad, donde seres humanos son tratados como mercancías desechables.

Las acciones gubernamentales y políticas de Estado no pueden ser ignoradas. En regímenes autoritarios, la desaparición forzada es una herramienta de represión contra opositores políticos y activistas. Estos abusos de autoridad no solo son una violación de los derechos humanos, sino que también dejan una cicatriz profunda en la sociedad, debilitando la confianza en las instituciones y el Estado de derecho.

Las personas desaparecidas no son solo estadísticas; son hijos, padres, madres, amigos y vecinos. Cada uno de ellos y ellas merece ser recordado, buscado y, sobre todo, protegido. Es nuestra responsabilidad colectiva asegurarnos de que sus historias no se pierdan en el olvido y de que sus familias encuentren la paz que tanto anhelan.

En Bolivia, el tema de las personas desaparecidas es una preocupación creciente, aunque las estadísticas específicas y detalladas pueden ser difíciles de obtener. Sin embargo, se pueden identificar algunas tendencias y cifras relevantes basadas en informes y datos disponibles.

En los últimos años, Bolivia ha visto un aumento en el número de denuncias de personas desaparecidas. Según la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), se registran cientos de casos anualmente. En 2020, por ejemplo, se reportaron más de 1,600 personas desaparecidas. Un alto porcentaje de las personas desaparecidas son mujeres y niñas.

Muchos casos involucran a adolescentes que huyen de sus hogares debido a situaciones de violencia doméstica, abuso sexual o problemas familiares. Algunas mencionan “Prefiero el infierno de la calle que el de mi casa”.

El problema de las personas desaparecidas en el país refleja una serie de problemas sociales y de seguridad que requieren atención urgente y coordinada. La violencia de género, la trata de personas, el narcotráfico y los conflictos familiares son algunas de las principales causas detrás de estas desapariciones. Es crucial que las autoridades bolivianas y fronterizas, junto con organizaciones de la sociedad civil, trabajen de manera conjunta para fortalecer los mecanismos de prevención, respuesta y apoyo a las familias afectadas.

La investigación sobre la desaparición de Cecilia Guachalla el año 2020 ha sido cerrada a pesar de que nunca apareció ni se sabe qué le paso en el Oriente boliviano. Felicito a la familia Guachalla, sobre todo a sus hermanos por la fortaleza, compromiso y amor por su hermana y la problemática desde el enfoque humano más profundo que he conocido. El documental completo de la búsqueda se puede encontrar aquí.





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