Efectivamente, el conteo rápido independiente de Viaciencia, una empresa que anunció sus resultados ya sobre la base del 100% del voto emitido el domingo, informó que Morales obtuvo 43,9% del voto y Mesa el 39,4%. Por su parte, el conteo rápido de la UMSA-Jubileo, le dio a Morales un 44,0% y a Mesa el 38,7% de la votación válida. En ambos casos, el conteo rápido independiente ratificó que la segunda vuelta electoral, el balotaje, para el próximo 15 de diciembre de este año, era un hecho. En ese marco, el silenciamiento del TREP, el conteo rápido oficial del TSE, ha sido visto por la oposición como una maniobra del TSE para permitirle a Morales intentar adulterar los resultados de la elección para tomarse de la presidencia del país a contra viento y marea en la primera vuelta.
Como el TSE es un órgano que habilitó –contra la CPE y las leyes del país– la candidatura del binomio del MAS para este 20 de octubre a pesar de que el voto popular en el referendo del 21 de febrero de 2016 le negó a Morales todo derecho de participar en las elecciones de este domingo, no solamente cabe y es necesario dudar sobre la imparcialidad del ente. El llamativo silenciamiento del TREP ocurrido anoche ratifica que el TSE propende a jugar a favor de Morales sin recato ni pausa y se parcializa con el MAS toda vez que se hace necesario. Esta vez, al acallar el TREP, el TSE le ha permitido a Morales mofarse de los conteos rápidos de ViaCiencia y UMSA-Jubileo y le ha dado margen al MAS para que el voto a favor de la segunda vuelta electoral anunciado por los conteos rápidos –incluido el propio preliminar del TREP– vaya siendo invertido los días que vienen.
“Invertido”: es decir, volteado a través del fraude o consolidado a favor de Morales como dato final oficial del TSE que la ciudadanía no debiera cuestionar. Tal es el crítico dilema que el TSE le ha generado al país. ¿Tendrá Bolivia que aceptar que Morales se tome otra vez la presidencia cuando los conteos rápidos anunciaban anoche que la segunda vuelta electoral era inevitable? ¿Debe la ciudadanía confiar en los resultados oficiales finales de un TSE que declare, si así lo hace, a Morales otra vez presidente del país, cuando todo ha indicado durante los dos últimos años la parcialidad del TSE con el binomio inconstitucional?
Las cosas debieran estar muy claras para la oposición: Los gigantes cabildos de Santa Cruz, La Paz, Cochabamba, Potosí, Tarija y Oruro en las dos semanas pasadas han definido desconocer cualquier resultado electoral que encumbre en esta primera vuelta a Evo Morales como presidente del país por un cuarto ilegal período. Con fraude en las urnas, o sin fraude en las urnas, el binomio ilegal del MAS –fraudulento por inconstitucional e ilegal– no tiene derecho alguno de alzarse otra vez con el gobierno de Bolivia. Si el TSE opta por encumbrar otra vez a Morales como presidente de Bolivia habrá llegado la hora de la desobediencia civil. Más aún, si como se evidencia, el TSE ha optado por acallar la información de un TREP en el que inicialmente la ciudadanía llegó a confiar.
Ir a la desobediencia civil es quizá ya lo único que le quede a la oposición en el caso de que la segunda vuelta se cancele. Lo sabremos estos próximos días. Solamente debe acordarse y remarcarse que si de desobediencia civil ha de tratarse, la que venga debe ser una desobediencia civil pacífica y pacifista. Que nos repriman, que nos encarcelen: la no-violencia debe ser el método de quienes estamos moralmente obligados a desobedecer. No tenemos miedo. No perdemos la confianza. En todo caso, la hora de la resistencia pacífica quizá ha llegado. Ello es ir a la calle, para defender la esperanza.
Ricardo Calla es politólogo.