Desde el triunfo de la democracia en 1982 hasta la fecha, encontramos un panorama sindical desolador que se caracteriza por su debilidad política e institucional.
Durante muchos años la política, o mejor dicho el poder, se definía por el enfrentamiento entre militares apoyados por partidos políticos que se los identificaba como de derecha y la COB que comandaba a las fuerzas políticas de izquierda. En las décadas de los sesentas y setentas los gobiernos eran prácticamente efímeros, con excepción el Banzer, por ello el sindicalismo siempre estaba vigente toda vez que hubo gobiernos que no alcanzaban el año de gestión o como la de Natuch Bush que gobernó entre el 1 y el 16 de noviembre después de haber derrotado a Walter Guevara quien había iniciado su gobierno tres meses antes. De esta forma la COB siempre estaba activa y liderizaba a las fuerzas de izquierda para la toma del poder.
Con el advenimiento de la democracia como forma de vida desde 1982, el país creó instituciones para resolver las controversias políticas y en la cual no había lugar político para la COB, esta debía atender fundamentalmente las demandas sociales, para la cual no estaba preparada debido a que la COB desde su nacimiento jugó un rol fundamentalmente político. De esta manera demandar más salario no era cosa de ellos, es más era mal visto y cuando lo hacían eran fustigados por ser salarialistas. A partir de 1982 la democracia le pedía al sindicalismo que cambie por completo para jugar un rol social y no político.
Es en esa época que algunos observadores, entre ellos Ricardo Calla, visualizan la primera crisis sindical que la caracterizaba como producto del resquebrajamiento del centralismo institucional y del poder de irradiación organizacional y movilización de masas. La democracia provocó que la COB se exprese de forma diferente en cada región y/o en cada sector hasta el punto, como dice Ricardo Calla, que ya no se puede hablar de un sindicalismo monolítico tal cual fue creado en 1952, sino de muchos sindicalismos.
Esta primera crisis sindical se profundizó con el proceso económico que se inicia con el DS 21060 el año de 1985, que pone en vigencia la libre contratación. Con este decreto la estabilidad laboral consignada en la Ley del Trabajo se diluye, asestando un duro golpe a la clase trabajadora que tenía en la norma laboral su refugio al que nadie se atrevía quebrantar. El régimen del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) a la cabeza de Víctor Paz dio ese paso, despidió en un solo día a más de 23 mil trabajadores mineros (relocalización se llamaba) y los empresarios por su parte aprovechando la libre contratación, destituyeron, según Felipe Tapia de la Confederación de Fabriles, un número muy grande de trabajadores, por otro lado la poderosa federación de ferroviarios desapareció porque la industria de transporte por rieles dejó de ser importante, sobre todo en el occidente. A esta política de relocalización el sindicalismo no pudo contrarrestar y obligar al gobierno dar marcha atrás. De esta forma las principales organizaciones de trabajadores (mineros y fabriles), no solo perdieron poder, sino credibilidad ante los ojos de los otros sectores.
Paz Estenssoro procuró dotar de un rol social a la COB. Los invitó para que anualmente esta organización presente un pliego petitorio para ser negociado con el gobierno. También se invitó a confederación de empresarios, pero estos se negaron debido a que en sus estatutos (ahora modificado) tenían una prohibición de recibir y negociar pliegos. De esta manera la relación tripartita se convirtió en bipartito.
A mediados de la década de los noventa la COB hizo conciencia de que estaban en crisis y llaman a un congreso extraordinario que lo denominan orgánico para refundar el sindicalismo. Este evento no terminó y se declaró en cuarto intermedio. Pero la necesidad existió y existe todavía toda vez que en la actualidad la mayoría de los trabajadores son informales y no tienen salario.
Con el advenimiento del gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), la COB recuperó parcialmente el rol político añorado, ahora ellos son parte del masismo y el rol político está subordinada a lo que el gobierno dicta.
En definitiva, las crisis del sindicalismo nacional se las tiene que asociar con los cambios en la política o en la economía boliviana.