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Mirada pública | 22/02/2025

Redes y realpolitik: La diplomacia 2.0 a golpe de tuit

Javier Viscarra
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Las negociaciones diplomáticas que se desarrollaban en la mesa de los acuerdos o desacuerdos han transitado hacia los exabruptos en las redes sociales. Esta es la nueva realidad de las relaciones internacionales, donde los líderes mundiales parecen romper todas las normas protocolares, con Donald Trump como protagonista principal. El presidente de EEUU ha sugerido que Ucrania empezó la guerra y luego ha recurrido a las redes para amenazar al presidente ucraniano a que, si no actúa con rapidez, “se quedará sin país”.

Este giro dramático se produce justo cuando, en un inquietante asombro global, el mundo observaba el inesperado acercamiento entre dos potencias que, en otro tiempo, se disputaron la supremacía mundial en un escenario de espionaje y tensión bajo la sombra de la Guerra Fría. Ese contexto cinematográfico, que inspiró un sinfín de relatos y consolidó a James Bond como el personaje más icónico de Ian Fleming, se trasladó esta semana a un escenario real en el corazón de Oriente Medio. Sin embargo, lo fascinante de ese evento no fue solo quiénes lo protagonizaron o cómo se desenvolvieron los hechos, sino que el encuentro se produjo a espaldas de un actor fundamental, Europa, que en otros tiempos cimentó la multipolaridad.

La cita entre los jefes de relaciones internacionales de Estados Unidos y Rusia, Marco Rubio y Sergei Lavrov respectivamente, debió haber dejado perplejo al príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman. No solo porque Europa no estuvo en la reunión, sino porque Volodímir Zelenski, el presidente de Ucrania, el verdadero protagonista de la guerra, tampoco fue invitado. Y es que, al fin y al cabo, la guerra en Ucrania fue precisamente el tema central de ese encuentro.

Aunque tras la reunión se ofrecieron pocos resultados significativos, es altamente probable que en este reducido círculo de figuras cercanas a Putin y Trump ya se hayan dado pasos trascendentales que conoceremos lentamente. En términos prácticos, ambas potencias decidieron delegar las conversaciones futuras a sus embajadas, lo que implicará el reforzamiento de sus respectivas delegaciones diplomáticas. En resumen, no parece que veamos un “humo blanco” de paz en un horizonte muy cercano.

La reunión en Riad, aunque no logró generar optimismo sobre el estado de las relaciones ruso-estadounidenses, sí mostró algunas señales de sorprendente apertura. Marco Rubio, secretario de Estado de EEUU, declaró que el éxito de un proceso de paz en Ucrania podría abrir “oportunidades extraordinarias” para mejorar la relación entre ambos países. Ante la posibilidad de un próximo encuentro con Putin, el presidente estadounidense, en una declaración ambigua, balbuceo “probablemente”.

En declaraciones posteriores al encuentro de Riad, Putin fue un poco más allá. El líder ruso cree posible renovar los lazos de cooperación con Estados Unidos; en cambio, Yuri Ushakov, consejero diplomático y miembro del círculo más cercano al Kremlin, confirmó la cordialidad del encuentro de cancilleres, pero fue más cauteloso al señalar que aún es prematuro hablar de un acercamiento real entre Washington y Moscú.

Con ese panorama, no parece sencillo prever un final cercano al conflicto. Las demandas son muchas. Hasta donde se conoce, Rusia busca la anexión de la zona ocupada en el Donbás, al noreste de Ucrania, una región rica en minerales. En conversaciones previas, Estados Unidos parecía estar parcialmente de acuerdo con esta idea, como insinuó Mike Waltz, asesor de seguridad nacional, quien dejó entrever que habría negociaciones sobre territorios, por supuesto, ucranianos.

Evidentemente, esta pretensión viola el derecho internacional. La Carta de la ONU obliga a los Estados a abstenerse de recurrir al uso de la fuerza contra la integridad territorial de cualquier nación. Además, varias resoluciones, incluida la 2625 a la que Bolivia votó en contra, ratifican este principio. Al respecto, el secretario general de la ONU, António Guterres, debería haber emitido una postura, pero, lamentablemente, el funcionario ha quedado prácticamente borrado de la escena, al igual que la anodina organización que dirige.

Otro obstáculo importante en las negociaciones es el ingreso de Ucrania a la Unión Europea y la OTAN. En este aspecto, Estados Unidos ha mostrado simpatía por las intenciones rusas de frenar la posible adhesión de Ucrania. Sin embargo, dado que Europa estuvo ausente en la reunión, es probable que este punto haya quedado postergado. De igual manera, no hubo avances significativos en cuanto a las sanciones impuestas a Rusia por la invasión a Ucrania, ya que estas medidas no son exclusivas de Estados Unidos.

Al final del esperado encuentro en Arabia Saudita, observadores y analistas se encontraron con poco, salvo la rimbombante publicidad de la reunión entre altos funcionarios de Washington y Moscú. Así, el sufrido pueblo ucraniano continuará esperando un acuerdo, mientras Zelenski viaja de un lado a otro, sin entender bien por qué han cambiado así las cosas.



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