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Filia Dei | 01/08/2020

Que tu medicina sea tu alimento

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Hipócrates no pudo estar más acertado cuando acuñó esta frase hace tantos siglos. Sin embargo, y a pesar de que tenemos un celular inteligente en la mano, una buena parte de la población en el país, parecen no tomar decisiones inteligentes cuando de sus alimentos se trata.

Hace poco más de un año, que vamos un mercado móvil que se ubica cerca de nuestro hogar, una vez a la semana. Allí, encontramos a dos caseras, que nos han fidelizado con su cariño y sus yapas. Cuando ya éramos más conocidas, la casera de fruta, nos llegó a preguntar cómo era posible que compráramos tanta fruta y verdura.

Le explicamos que en casa se consume buena cantidad de estos dos grupos de alimentos, y que esto es necesario para mantenerse saludable. Por ejemplo, países como Chile y México, promocionan hace años la regla de los cinco: cinco tipos de vegetales, cinco tipos de fruta al día.

Lamentablemente, para muchos el consumo de fruta se ve reducido a la ingesta de una manzana o plátano durante el día. Alguna vez combinan otra fruta. Y el panorama con los vegetales es aún más desalentador.

¡No me gusta la coliflor! ¡El ajo te deja mal aliento! ¡La cebolla te produce gastritis!

Son algunas de las frases que uno llega a escuchar de familiares y extraños. Personalmente, el brócoli no está entre mis favoritos, pues las variedades que se producen localmente, tienen un alto contenido de una sustancia orgánica, que le confiere el sabor amargo y personas como yo, que tenemos al menos 1 gen dominante para percibir esos sabores, tenemos tendencia a consumir poco o nada de este tipo de hortalizas.

Pero con todo eso, me como los brócolis en mis comidas y hasta encontré un par de secretos para preparar las otras crucíferas como las coles de bruselas o el coliflor y atenuar o bloquear ese sabor amargo. Las como porque entiendo sus propiedades y aporte de vitaminas o distintos nutrientes necesarios para mi organismo.

Y son tan evidentes los cambios en las afecciones a la salud, que un claro ejemplo nos pasó con las alergias. En casa somos dos que tenemos alergia respiratoria, razón por la cual las flores con nivel alto de perfume como los lirios, están prohibidos. Olores muy pungentes o cuando hace mucho viento y levanta polvo, son causas que pueden activar nuestras crisis. Bajo el consejo de una señora que no se resfriaba, a pesar de vivir en un pequeño cuarto donde no entra el sol, empezamos a consumir la cebolla sin enjuagar. Es decir, la desinfectamos, la picamos y la dejamos reposar en jugo de limón al menos 15 minutos. Añadir esto a nuestra ensalada fresca de todos los días, ha hecho una diferencia muy notable.

Sin embargo, en muchos hogares, pareciera que hay una aversión a una alimentación sana. El otro día me causaba gracia la reacción del médico en casa, cuando la madre de un paciente le consultaba muy preocupada porque el hijo estaba estreñido más de dos días. Al consultar sobre los alimentos que estuvo ingiriendo, resulta que la cena del niño consistía en una bolsa de chizitos y un juguito de caja. No había mención de frutas o verduras.

Entonces, con tan malos hábitos alimenticios ¿cómo esperan no enfermarse? Un punto clave, para enfrentar esta epidemia de la Covid-19, es necesariamente estar sanos y la alimentación juega un rol primordial. Precisamente, se ha observado que una de las causas del cáncer de colon, es precisamente una dieta baja en alimentos con fibra, o personas estreñidas.

La cura milagrosa e instantánea, como la lejía gourmet que han defendido algunos periodistas y lamentablemente, hasta un par de médicos despistados, no es la solución.

En la medida que no cambiemos nuestra forma de alimentarnos, si no es un virus, será el exceso de triglicéridos, el colesterol alto o incluso una anemia la que dispare peores enfermedades o condiciones adversas en nuestra salud.

Si bien hay un esfuerzo inicial, por incorporar este tipo de contenido en la educación escolar, no es suficiente. El cambio y consumo de mejores alimentos, parte de cada hogar e incluso de uno mismo. Que esta epidemia, al menos logre despertar en nuestra vida, la necesidad de convertir los alimentos en nuestra medicina.

Cecilia González Paredes M.Sc.

Especialista en Agrobiotecnología



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