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Filia Dei | 01/11/2025

El efecto fertilizante del CO2 en la Amazonía

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

La Amazonía, ese vasto pulmón verde que representa uno de los ecosistemas más biodiversos y vitales del planeta, está experimentando un cambio prometedor, pero a la vez complejo.

Según un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Nature Plants y reportado por la BBC, los árboles de la Amazonía están creciendo en tamaño y en número, con un aumento promedio de más del 3% en su tamaño cada década. Sin embargo, detrás de esta buena noticia natural hay un fenómeno global que demanda reflexión: el dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, que está actuando como un fertilizante para los árboles.

Este gas catalogado como amenaza es el combustible que parece estar estimulando la productividad y el vigor de los árboles más grandes del bosque tropical. Los investigadores de esta masiva colaboración científica monitorearon cientos de parcelas forestales en la Amazonía durante las últimas tres décadas, identificaron un aumento significativo en la circunferencia y la talla de los árboles, incluidos los ejemplares gigantes que dominan el almacenamiento de carbono en esta región.

Esto es relevante porque los árboles grandes representan aproximadamente la mitad del carbono que la Amazonía puede almacenar. Este almacenamiento retira el CO2 de la atmósfera, compensando en parte las emisiones generadas por la quema de combustibles fósiles o la deforestación.

El efecto fertilizante del CO2 ha sido estudiado por décadas, pero la novedad radica en que este estímulo persiste en un ecosistema tan amplio y diverso como la Amazonía, lo demuestra una resiliencia mayor a la esperada.

Según la doctora Adriane Esquivel-Muelbert, una de las investigadoras principales, esta evidencia subraya la relevancia crítica de preservar intactos estos bosques, especialmente a puertas de la COP30 en Brasil, donde se discutirán medidas climáticas globales.

Sin embargo, la respuesta positiva al incremento de CO2 no significa que la Amazonía sea inmune a las amenazas. Sequías prolongadas, incendios forestales, el avance de la deforestación y la fragmentación del bosque siguen siendo amenazas que podrían revertir esta dinámica favorable. La conservación y conectividad del ecosistema amazónico se perfilan como las claves para mantener a estos gigantes vivos y funcionales.

Desde una mirada boliviana, la noticia es alentadora y a la vez un recordatorio. Bolivia, con parte de su territorio amazónico, juega un papel estratégico en este contexto global y su gestión ambiental puede potenciar o socavar estos beneficios naturales. Cuidar la Amazonía no es solo una obligación, sino una inversión en estabilidad climática y en el bienestar de las generaciones futuras.

En un tiempo en que la deforestación y la degradación marcan capítulos preocupantes en la historia de la Amazonía, entender que los árboles pueden crecer más fuertes gracias al CO2 es un llamado a reforzar políticas públicas efectivas para la protección forestal.

El aumento en el tamaño y número de árboles en la Amazonía, impulsado por el efecto fertilizante del CO2, es una señal alentadora en la lucha climática. Sin embargo, la continuidad de esta tendencia depende de la capacidad humana para detener la destrucción y proteger este ecosistema crucial. La Amazonía está creciendo, y Bolivia debe crecer con ella en responsabilidad ambiental.

Cecilia González Paredes es Ms.C, biotecnóloga y comunicadora científica.



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