Las investigaciones colaborativas y entre
distintos países siguen descubriendo los beneficios de la microbiota en
plantas y está como una alternativa al uso de plaguicidas convencionales.
Investigadores de la Universidad de Southampton, en Gran Bretaña, más las universidades de China y Austria, publicaron su trabajo donde diseñaron el microbioma de una planta por primera vez, incrementando las buenas bacterias, que protegen a la planta de enfermedades.
Actualmente hay una creciente conciencia pública sobre la importancia de nuestro microbioma: la gran cantidad de microorganismos que viven dentro y alrededor de nuestro cuerpo, sobre todo en nuestros intestinos. Hoy sabemos que muchos de estos microorganismos nos proveen muchos beneficios en general.
De igual forma, las plantas también albergan una gran variedad de bacterias, hongos, virus y otros microorganismos que viven en sus raíces, tallos y hojas. Estos últimos años la investigación ha incluido entender cómo la microbiota vegetal afecta su salud y su vulnerabilidad a las enfermedades.
En este caso, los investigadores han logrado cambiar la microbiota de plantas de arroz, mediante un gen específico que se encuentra en el grupo de biosíntesis de lignina y está involucrado en la configuración de su microbioma. Cuando se logra sobre expresar este gen, se producen más metabolitos (pequeñas moléculas que producen las plantas con su metabolismo).
Este cultivo modificado fue expuesto a Xanthomonas oryzae, un patógeno que causa la plaga bacteriana en los cultivos de arroz, resultando las plantas ser más resistentes a más que el arroz silvestre. El tizón bacteriano es común en Asia y puede provocar una pérdida sustancial del rendimiento del arroz.
Generalmente, este tipo de plagas se controla con plaguicidas, sustancias que siempre generan controversia, y claro, algunas sí causaron problemas en algún punto de la historia moderna. Por este motivo, las nuevas alternativas que propone la biotecnología en el campo de producción agrícola, abordan estos problemas y se valen de microorganismos que son organismos asociados naturalmente a este tipo de plantas.
A estos hallazgos llegan científicos cuando cuentan con un marco normativo claro, coherente y basado en ciencia, además de contar con una política clara que fomenta la investigación y desarrollo tecnológico. Estos proyectos no surgen al azar o por un apuro inmediato. Son parte de programas que identifican necesidades para apoyar la agricultura, industria o el área médica. Aún más, la gestión del estado para este tipo de investigaciones es clara y accesible.
Imagine que estos investigadores en diferentes países, que uno de ellos hubiera tenido problemas con aduana a la hora de compartir material genético o especímenes de arroz modificado. El proyecto tendría una considerable demora o finalmente no podría ser concluido con éxito en un tiempo prudente.
Esos son solo algunos de los puntos, que parece no se consideran cuando leo declaraciones recientes sobre que hay una supuesta luz verde para desarrollar biotecnología boliviana. La publicación “Bioinsumos de uso agrícola: situación y perspectivas en América Latina y el Caribe”, presentado por la CEPAL. Esta publicación destaca que si bien distintos países han enfrentado algunos obstáculos, destaca cuáles son las oportunidades para aprovechar de mejor manera estas aplicaciones de la biotecnología.
Ya estamos tarde, pero es propicio construir ahora en orden y dejar un poco de lado el discurso simple y alegre. De lo contrario no podremos construir ni aprovechar el potencial que tenemos en el país, desde nuestros profesionales hasta la biodiversidad que nos daría muchas posibles soluciones.