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Filia Dei | 09/09/2023

Mercurialismo y peces radioactivos

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Las declaraciones recientes del ministro de Medio Ambiente sobre jugar con mercurio y que esto no tenga efectos adversos sobre la salud son una vergüenza nacional.

En un intento por demostrar que los productos marinos de Fukushima son seguros para el consumo, el miércoles (30/08/2023) el primer ministro japonés Fumio Kishida apareció en un video comiendo pescados y mariscos de la región. Este esfuerzo de promoción busca fomentar la confianza en la seguridad alimentaria de Fukushima después del vertido de las aguas de la central nuclear accidentada en el océano Pacífico.

El jueves 24 de agosto, las autoridades japonesas iniciaron el vertido de más de un millón de toneladas de agua depurada de la planta de Fukushima. Esta descarga de agua es necesaria para desmantelar la central, que sigue siendo peligrosa 12 años después del terremoto y tsunami de 2011. Mientras que el Organismo Internacional de Energía Atómica ha aprobado el plan y supervisa el proceso de vertido, los países vecinos, encabezados por China, y el sector pesquero han expresado preocupación y advertencias sobre el proyecto.

A manera de sembrar calma entre productores japoneses y consumidores locales como internacionales, el video difundido por el gobierno japonés en las redes sociales muestra al líder nipón junto con tres de sus ministros degustando lenguado, cerdo, pulpo, arroz, verduras y frutas provenientes de la región de Fukushima. Sin duda una estrategia muy arriesgada que no generó el efecto deseado.

Ante esta decisión y ejecución por parte del primer ministro japonés, queda preguntarse si el ministro de medio ambiente ¿se inspiró en este acontecimiento, para regalarnos tremenda declaración hace unos días?  No dudo que el primer ministro Kishida se haya informado con científicos y técnicos que lo que se comería sería inocuo y dentro de los márgenes aceptables, recordando siempre que la dosis hace al veneno.

El ingeniero Rubén Méndez, actual ministro de Medio Ambiente y Agua en Bolivia, tuvo la brillante idea de cuestionar los efectos nocivos del mercurio usado en la minería sobre la salud humana, al indicar que una persona le comentó que después de mucho tiempo de contacto con la sustancia no tenía ningún síntoma. “Le creo, yo jugaba con mercurio de niño”.

Estas declaraciones las hizo durante el conversatorio “La minería aurífera: el mercurio en cuestión”, evento organizado por la Vicepresidencia de Bolivia, Naciones Unidas y otras instituciones. ¿Podrían las Naciones Unidas a través de la Asociación Mundial sobre el Mercurio del PNUMA regalarle un curso intensivo sobre los efectos del mercurio en la salud humana?

El mercurialismo incluye síntomas como trastornos neurológicos, problemas renales, trastornos gastrointestinales y daño en el sistema nervioso central. Ninguno de estos es perceptible a simple vista. Si hay algo que el ministro de Medio Ambiente pudiera aprender de Japón, es el desastre de Minamata. Este consistió en un envenenamiento masivo por mercurio que ocurrió en la ciudad japonesa de Minamata entre 1932 y 1968. La causa fue la liberación de mercurio en el agua por parte de una fábrica química. Los síntomas incluyen daño neurológico, ceguera y muerte.

¿Tendríamos que esperar un desastre de este nivel para que las autoridades dejen de hacer apología del abuso del mercurio en el territorio boliviano? Esto sucede cuando a estos cargos se designan profesionales que hacen gala en público de su supuesta formación académica y se deja de lado a verdaderos profesionales que podrían llevar adelante mejores gestiones. 



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