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24/11/2019
Filia Dei

Leer, escribir y pensar

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Hace algunos años hice un viaje en bus entre dos ciudades en Chile. Mi plan era aprovechar esas seis horas con la lectura de un libro. El señor que estaba a mi lado, cuando se sentó, luego de saludar me inició una conversación extraña. Empezó con un “¿qué lees?”  A lo cual le respondí de qué trataba mi libro, una obra de San Francisco de Sales. Su siguiente pregunta me intrigó más. “¿Siempre lees cuando viajas?” Siguiendo el consejo de mi segunda jefa laboral, siempre cargo un libro conmigo. Esto porque ella me advirtió que si iba a eventos o seminarios, estos siempre inician tarde y si uno es puntual pues tiene que entretenerse y que mejor que leer.

Luego el pasajero del lado me comentó que él desde que salió del colegio no había leído nunca más un libro. Se dedicó a trabajar y, la verdad, me confesó que le daba flojera leer. Cuál sería mi expresión que en el vecino desperté curiosidad. “¿Qué temas más lees?” A parte de literatura católica, tengo un cariño por los clásicos de la literatura, la ciencia ficción y sobre todo la distopía. Por mi formación y trabajo, constantemente leo publicaciones científicas de mi área y algunas que captan mi interés. Me felicitó y se extrañó que para ser boliviana fuera tan lectora. Me sorprendió él, pues para ser chileno, suponía que también leía. Como no tuvo más tema de conversación, se disculpó y procedió a dormir.

Eso me hizo recuerdo a un joven que alguna vez, esperando a que llegue, me encontró leyendo y exclamó ¡Ay que aburrido! Confieso, que el gusto por la lectura no fue desde niña, empezó los dos últimos años del colegio, justo cuando la adolescencia aún pegaba y no me entendía ni yo. Los libros empezaron a abrir puertas y mundos que me abstraían de mis trivialidades. El juego que hacen varios autores con las palabras me encantó. Empecé a leer también en inglés, algo que más adelante me ayudó bastante a tener un vocabulario muy amplio en ese idioma para sorpresa de mi asesora durante la maestría.

Leer ha sido una herramienta crucial para que pueda vivir en otros países, conversar con gente de distintas nacionalidades y así comprender quiénes eran, junto a sus ideas y propuestas. Estos días, no he podido dejar de pensar que la lectura ha sido un puente para conectar con culturas y costumbres muy distintas a la mía.

Hace un par de meses, hubo una marcha anárquica de “protesta” en Ciudad de México, donde quemaron una librería, bajo la excusa de que “leer es para burgueses”. En pleno acto de total salvajismo, tal acusación, no hace más que mostrar que realmente leer podría liberar a muchas personas para que dejen de tenerle miedo al populismo o socialismo, el mismo que parece alimentarse del temor colectivo, ya que no hay un pensamiento personal, sino al contrario, responden en masa. Precisamente, un mexicano, José Vasconcelos expresaba que “los libros sacarán de la barbarie a este país”.

Si en este país, en vez de canchitas se hubieran levantado bibliotecas, quizás hoy el promedio de lectura por boliviano no sería de un libro por año (algo que me indicó el escritor Homero Carvalho Oliva hace un año). Pero lamentablemente, la lectura no se fomenta en los hogares y menos en la educación primaria o de secundaria.

La bibliotecaria de la Librería Franz Tamayo, del Gobierno Municipal de La Paz, se lamentaba que los maestros del magisterio, cuando estaban por sus puertas, le pedían usar su espacio para sentarse mientras esperaban iniciara su marcha. Ella les ofrecía material para que revisen, que podrían usar en sus clases, llevar a los cursos. Ninguno le prestó atención o le tomó la palabra.

Estos días he leído la verborrea que se derrama en redes sociales por los opinólogos de la sociedad. Para empezar la ortografía es de terror. La capacidad de redactar algo coherente, totalmente ausente. Muchos ya ni piensan, es “copiar y pegar”. No sorprenda, que leer más de una página a muchos jóvenes les cause jaqueca y que no puedan entender ni el 20% del contenido ya es preocupante. Ya en el colmo, muchos ni siquiera han agarrado la Constitución para revisar que indica y hasta alguno tuvo la osadía de decirme que era muy técnico y no se entendía.

"La felicidad, cuando eres lector, es frecuente", indicaba José Luis Borges. Podría ser algo de mucha necesidad para una gran parte de nuestros ciudadanos, que al parecer andan con mucho resentimiento, desinformación y ahora dolor por participar de la lucha de un caprichoso. Definitivamente, estoy convencida que la lectura, enseñará a muchos a escribir y por ende a pensar individualmente y a tomar decisiones por sí mismos, de manera libre y razonada, sin soportar intimidaciones, amenazas o sobornos.

Cecilia González Paredes M.Sc.

Especialista en Agrobiotecnología



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