La utilización de las mujeres en la política es un fenómeno complejo que implica la instrumentalización de su presencia y participación en beneficio de agendas políticas y de poder que no necesariamente abordan los intereses y derechos de las mujeres. Históricamente, la presencia de las mujeres en el espacio público no siempre ha entrañado algún protagonismo político, sino que más bien ha cumplido y lo sigue haciendo, un papel instrumental, es decir, su visibilidad está reñida con seguir ocupando un lugar subordinado.
A continuación algunas formas de cómo las mujeres son usadas en este ámbito: Las cuotas de género como estrategia simbólica. En muchos países, se implementan para asegurar una mayor representación femenina en cargos políticos. Si bien estas cuotas buscan reducir la brecha de género en la política, en algunos casos, los partidos políticos utilizan estas medidas solo como un mecanismo simbólico para cumplir con la normativa y mejorar su imagen pública. Las mujeres que ocupan estos puestos muchas veces no tienen poder real de decisión y solo sirven para legitimar agendas patriarcales o mantener el estatus quo.
Mujeres en cargos menores o simbólicos. Es común que los partidos promuevan a mujeres para ocupar cargos que no implican poder real o influencia significativa, como funciones ceremoniales o posiciones sin autonomía. Esto les permite presentar una imagen de inclusión sin comprometer las estructuras de poder dominadas por hombres.
Instrumentalización para atraer votos. En contextos electorales, la presencia de mujeres en listas y campañas se usa como una herramienta para atraer votos, especialmente entre sectores jóvenes o progresistas que demandan una mayor igualdad de género. Sin embargo, en muchos casos, una vez alcanzado el poder, las políticas de género prometidas durante las campañas no se implementan, y las mujeres quedan relegadas o utilizadas como figuras decorativas.
Violencia y acoso político de género. En muchos contextos, las mujeres que participan en política enfrentan violencia, que incluye acoso, amenazas y ataques que buscan deslegitimarlas o intimidarlas para que abandonen sus cargos. Esto ocurre especialmente cuando las mujeres asumen roles de poder que desafían las estructuras patriarcales establecidas. Las que alcanzan posiciones de influencia a menudo enfrentan violencia y acoso político de género, que puede incluir ataques a su sexualidad y vida personal como formas de deslegitimarlas. Estos ataques buscan reforzar la idea de que las mujeres en política no merecen respeto y que su valor está asociado únicamente a su rol como objetos sexuales.
Mujeres como peones en luchas de poder. En algunos casos, las mujeres en política son utilizadas en luchas de poder internas entre facciones o partidos. Se les otorgan cargos o se les retira apoyo en función de los intereses de grupos políticos que las ven como piezas intercambiables en sus estrategias.
Cooptación de agendas feministas. A medida que el feminismo gana fuerza como movimiento social y político, algunos partidos y líderes intentan cooptar sus demandas, presentándose como defensores de los derechos de las mujeres solo para ganar legitimidad o apoyo electoral. Sin embargo, esta cooptación muchas veces es superficial, y las medidas que se implementan no abordan de fondo las estructuras de desigualdad que afectan a las mujeres.
Las mujeres como objetos sexuales en la política. Es una manifestación de la objetivación y sexualización que persiste en las estructuras de poder, especialmente en contextos donde la imagen femenina se instrumentaliza para ganar influencia o manipular la percepción pública. Este fenómeno refleja cómo el patriarcado sigue reduciendo a las mujeres a su apariencia física o a su capacidad de atraer atención por razones que nada tienen que ver con sus habilidades o propuestas políticas.
En algunas campañas electorales, se observa la hipersexualización de candidatas y mujeres políticas, donde se destaca su apariencia física en lugar de sus propuestas o habilidades. Los medios de comunicación también suelen enfocarse en la vestimenta, el cuerpo y el aspecto físico de las mujeres, reduciendo su rol a un nivel superficial y minimizando su capacidad profesional.
Casos de abuso de poder y explotación sexual. En la política, se han documentado casos en los que mujeres en posiciones de poder o en busca de oportunidades han sido explotadas sexualmente por figuras influyentes que condicionan sus oportunidades de ascenso o participación a favores sexuales. Este abuso de poder refuerza la idea de que las mujeres son vistas como objetos para satisfacer las necesidades o deseos de los hombres en posiciones dominantes.
En muchos de estos casos, las mujeres son explotadas por figuras de autoridad que utilizan su poder para obtener favores sexuales a cambio de beneficios laborales, lo que convierte la situación en un caso de abuso de poder y acoso sexual.
En resumen, la utilización de las mujeres en la política es un fenómeno que evidencia cómo, a pesar de los avances en representación y participación, muchas veces las estructuras de poder tradicionales continúan instrumentalizando su presencia sin permitirles una participación real o transformadora.