El alma de los electores, si es que existe (esto no se ha comprobado), además de invisible es elusiva, inescrutable, influenciable, insincera y voluble. “Sua anima é mobile”, como dice la ópera. En esto se diferencia de la del consumidor, quien es fiel a su Huari o Pico de oro de la adolescencia a la jubilación. En cambio, un elector que tiene hoy una preferencia por un candidato, mañana puede cambiarlo por otro como resultado de un desliz, un rumor, un mal rato en una gasolinera o el comentario de un amigo de FB. Así de fácil.
Por eso, no debería sorprender que las encuestas de intención de voto sean tan poco fiables. Si añadimos a esto la heterogeneidad espacial del electorado, que puede diferir en sus preferencias hasta de barrio a barrio, y las razones que lo llevan a decir una cosa u otra según quién y cómo le pregunten, llegamos a la conclusión de que lo único sensato es tomar las encuestas como datos de realidades meramente hipotéticas, corregibles por la intuición.
Con esos antecedentes de libertad sin compromiso, me lanzo aquí a la especulación electoral guiado solo por mi olfato y dos gotas de lógica casera. No espere, pues, el lector sesudos vuelos analíticos, sino eutrapelia. Si la realidad supera a la ficción, como se suele decir, con más razón superará a la especulación. Más bonito lo pone Thomas Hardy: “Aunque muchas cosas son demasiado extrañas para ser verosímiles, nada es demasiado extraño para no llegar a suceder”.
En todo caso, muchas cosas pueden suceder hasta las elecciones y, así como las encuestas son un retrato borroso de las intenciones de voto en un momento dado, lo que sigue es una especulación con los datos de ahora, de tan imposible comprobación como las referidas encuestas, pues proyectan un futuro que depende de hechos impredecibles.
Con esas advertencias, comencemos con el dueño de casa, el MAS. Este partido encontrará la unidad con más facilidad que la oposición, sin enredarse en encuestas o apps, porque la dinámica de la supervivencia llevará a la candidatura de Andrónico Rodríguez. Las otras opciones son tan claramente inferiores que hasta Evo tendrá que rendirse a la evidencia, por más que le cueste abandonar sus sueños palaciegos.
De hecho, además de la salud que, por su semblante, parece menguar, al hombre le espera un futuro legal negro y será milagro que no termine en prisión. El próximo presidente sabe que puede darles mucha alegría a grandes sectores de la población con la imagen del expresidente tras las rejas y esto será útil cuando necesite circo. El hecho es que, ante la imposibilidad legal y electoral de llegar a la Presidencia, solo Andrónico, con una presencia fuerte en el Parlamento podría darle algo de protección. Más esperanza debería poner Evo en esto que en una guardia pretoriana chapareña siempre sobornable.
Por su lado, el MAS arcista sospecha, como buena parte del país, que su jefe, con su popularidad por los suelos, tiene algún acuerdo con Manfred Reyes Villa y ha pagado por adelantado con la eliminación de ciertas acciones legales que impedían al capitán candidatearse. Los seguidores de Arce, entre irse con un capitán que les ofrece una no probada lealtad o volver al cálido redil de los compañeros de antaño, optarán por lo malo conocido. Así que en esta especulación pongo a Andrónico como candidato principal del lado del oficialismo.
Del lado de la llamada oposición la cosa sigue más revuelta que río tropical y ya han aparecido las pirañas. Unos precandidatos se pelean y otros se excluyen. Aunque está por verse, un rumor asegura que habrá encuesta para elegir un candidato que represente a una parte de esos precandidatos.
Esta posible encuesta plantea serios problemas de muestreo. Como no hay un partido cuyas bases deban ser consultadas, habrá que hacer el muestreo en los barrios seleccionados por ser opositores, los que inevitablemente se inclinarán por un candidato demasiado de derecha como para el gusto de los indecisos del centro; o, al contrario, incluir en las consultas a barrios populares o masistas; lo que llevaría a seleccionar a uno que no representa esa corriente de opinión; si es que podemos hablar de una sola.
Adicionalmente, si el segundo en esas encuestas rechaza el resultado y mantiene su candidatura, tendremos dos. ¿Apoyaría Tuto a un impresentable Camacho o a un bukelista Samuel? Como sea, hay pocas posibilidades de que ese o esos candidatos lleguen a la segunda vuelta si en la primera se enfrentan a Andrónico, Chi Hyun Chung y Manfred.
Finalmente está Manfred en el centro, quien, sin necesidad de unir facciones ni de hacer encuestas, tiene algunas ventajas estratégicas. Primero, no está quemado con errores políticos del pasado, como los masistas, ni trae un discurso descolgado de las realidades de un país que necesita mirar hacia adelante.
Eso no quiere decir que Reyes Villa tenga un buen discurso, sino simplemente que puede inventar el populismo que le convenga y tiene la personalidad necesaria para ello en oriente y occidente. Ya lo ha demostrado bailando como Fredy Mercury y esas cosas, nos gusten o no a los lectores de periódicos, ganan votos. Será pues un candidato populista, que prometa oro y moro, como si salir de la crisis fuese tan fácil como embellecer una ciudad. ¡Díganle eso al ciudadano!
La segunda y muy importante ventaja que tiene Manfred es que, si se enfrenta en la segunda vuelta a Andrónico, tendrá el caudal de votos antimasistas y si, por un milagro, se enfrenta a uno de derecha, tendrá los votos masistas.
Para que no queden dudas al respecto, no estoy defendiendo a Manfred. Solo estoy señalando las ventajas estratégicas que lo llevarán a ganar en segunda vuelta de acuerdo con esta mi modesta pero desapasionada especulación. Asumiendo que ella sea válida -de lo que no hay garantía- la pregunta que uno debe hacerse es ¿qué hemos hecho los bolivianos para merecer un futuro tan indeseable?
Al respecto, “los bolivianos” es un sujeto grande y heterogéneo y las responsabilidades, si las hay, deben ser discriminadas. Las llamadas clases altas tienen un abanico de líderes que defienden sus intereses y un abanico de propuestas que no se consolidan en una sola visión de país. Si ellos no han querido renovarse, no es pecado. Ser fiel al propio pasado puede ser una virtud.
La verdadera falla colectiva de los bolivianos es que no hayamos producido un líder que ilusione y que ofrezca la renovación que necesitamos, con una mirada hacia el país del futuro, que deje atrás tanto las corrupción e incompetencia del MAS, como los modelos no inclusivos de la oposición, tampoco libres de pecado.
Manfred, con seguridad, no es ese líder, pero si es elegido, como sugiere este ejercicio, se abre la incógnita más importante. ¿Cómo lo hará como presidente? Sobre esto, ni mi bola de cristal 1.0 ni mi escaso conocimiento del sujeto me ayudan, pero abrigo la esperanza, quizá ilusa, de que él, al verse jugando su destino ante la historia, quiera gobernar patrióticamente, preparando el camino para la nueva generación. Más no me animo a decir.
Muchas cosas pueden suceder hasta las elecciones y, así como las encuestas son un retrato borroso de las intenciones de voto en un momento dado, esta que hago aquí una especulación con algunos datos del ahora y, en todo caso, las especulaciones no son para estar de acuerdo o no, sino para provocar otras mejores. Echado está el guante.