Una de las formas clásicas de lo que coloquialmente llamamos locura es ver lo que los demás no ven. En esta categoría están, por ejemplo, los que ven a Dios y al demonio, o tienen visiones, arrobamientos o transverberaciones. Esa forma de locura permite a algunos ver en las brumas del futuro, y esto ha hecho que se la asocie con la profecía.
Estos días, yo sufro de una forma opuesta del mismo mal, pues no veo lo que los demás ven. Desde la elección de Rodrigo Paz, las redes han sido inundadas por expresiones de gratitud al flamante presidente por una esperanza que jóvenes y viejos sienten renacer. Incluso hay quienes, nomás llegados al aeropuerto, se han arrodillado para besar el suelo, que suponen que ahora ya no es pisado por ojotas.
Claro que veo las manifestaciones de esperanza –palabras, fotos, loas, poesía– hasta casi puedo ver las estrellitas que algunos tienen en los ojos, como si acabaran de hacer la primera comunión. Y primera comunión y arrodillarse vienen muy a propósito de este momento en que el país reencuentra las tradiciones religiosas de sus antepasados castellanos. Todo eso lo puedo ver. Estaré loco, pero no estoy ciego. Lo que no puedo ver son las razones para tanta esperanza.
Cierto; hemos derrotado al “monstruo” del MAS y los que se empeñaron en lograr esa victoria tienen derecho a festejar y a emborracharse si quieren, con tal de que no pierdan la cordura. Lo mismo hubiera pasado fuera cual fuera el nuevo presidente, con tal de que no fuera del MAS. Porque todos los contendientes no masistas –Rodrigo, Tuto, Samuel y Manfred– habían prometido gasolina para nuestra sed de combustible y cualquiera hubiera agarrado el primer vuelo para, sombrero en mano, ir a pedir la platita que hace falta.
Me imagino que si Dios hubiera preguntado a esos bolivianos esperanzados qué deseos querían que se les hicieran realidad, habrían dicho: primero que muera el MAS y segundo que tengamos un presidente no masista. Cuando Él nos quiere castigar atiende nuestras plegarias, como dijo Santa Teresa, y nos libró del MAS, pero en lugar de darnos las cenizas, para mejor comprobación nos entregó el cuerpo. Los que bailan sobre este cadáver no ven que ahí adentro ya crecen laras que engendrarán vaya uno a ver qué nuevos bichos antidemocráticos.
Y como pedimos cualquier presidente, con tal de que no fuera del MAS, Dios nos ha dado a Rodrigo.
No tengo nada contra él como persona. Con seguridad su inteligencia no está por debajo del promedio, es simpático y es bastante churro. Está muy bien para bailar con él, pero no para bailar por él. Mi crítica es al político. En primer lugar, tenemos un presidente veleta, que se alinea con el viento que sople. Antes mismo de jurar ya había comenzado a hacer lo que había dicho que no haría y le ha tomado el tiempo de un guiño abandonar a su base para volver a su arrimarse a su clase, como lo ha hecho notar con su habitual perspicacia Daniel Mollericona (en FB).
No digo que esté mal ir a reunirse con el FMI. Dada la magnitud de nuestros problemas, no creo que hubiera otra salida. Lo que estuvo mal, y muestra poca capacidad o mucha demagogia, es no haberse dado cuenta de eso antes, cuando aseguró que no recurriría a ese organismo.
Un presidente hemos elegido, continúo, cuyas debilidades de carácter ante las muchas presiones que se le vienen encima, de afuera y de adentro, nos pueden costar muy caro. A esto se suma el hecho de que, de todos los posibles, Rodrigo ha venido con el vicepresidente más imprevisible, francotirador y populista.
Tampoco era mala la idea de ahorrar gastos y hacer más de una visita en un solo viaje; así que reunirse con el Departamento de Estado tenía sentido, pero no sabemos cuánto nos costará la foto. Para sugerir respuestas, ipso pucho y sin disimulo, ha reanudado relaciones con Israel sin importarle mucho, inferimos, las atrocidades diarias que comete este país contra la población palestina. Sospecho que su tío Néstor estaría avergonzado.
Por definición, la esperanza se refiere al futuro y, si no apuntamos la vista hacia adelante, estamos como el reloj de Choquehuanca, que tanto desprecian nuestros columnistas, mirando hacia atrás. Seguir hablando del MAS, sus relojes, edificios y cloacas está bien para las auditorías y autopsias. Necesitamos soluciones; arreglar el presente y preparar el futuro, no buscar excusas en el pasado. De los responsables que se encargue la Justicia.
Me igualo a la mayoría de mis conciudadanos en ser un chacra a la hora de hacer predicciones; es decir, le achunto la mitad de las veces y la otra la pelo. Ni modo. Nunca he pedido que me crean, sino que me acompañen en la especulación con los ojos abiertos; ensayando escenarios que partan de los datos del presente.
Le hace bien al país creer en él, pero les sugiero a quienes se han subido a la nao de la esperanza, que lleven chaleco salvavidas. Con estos dos capitanes, no vaya a ser que naufraguemos.
A las ranas que querían rey, Dios (Zeus, según Esopo) les dio un palo, no les gustó y pidieron otro rey. Les dio una cigüeña y se las comió. En nuestro caso, el ave devoradora vendrá del norte.
Sospecho que esos mismos obnubilados están celebrando los esfuerzos de Trump para tumbar a Maduro y entronizar a Corina. Es lo que ha dicho que quiere ese pueblo, pero quizá nos gusten menos las intervenciones cuando la doctrina Donroe llegue a nuestras tierras. No creo que Rodrigo pueda cerrar esa puerta; la determinación es demasiado poderosa.
Estos vientos y otros anuncian tormenta y nuestro barco necesitará un buen capitán. Y yo, que no veo lo que los demás ven, veo con poco optimismo las cosas.
Jorge Patiño es escritor boliviano.
26/09/2025
19/09/2025
12/09/2025
05/09/2025
29/08/2025
22/08/2025